"Algunos dicen que los gatos son sigilosos, malvados y crueles. Cierto, y tienen otras buenas características también"
~ Missy Dizick (???? - )
Para variar, el gato está enfermo: tiene dificultades de orinar. Ahí vamos de nuevo al veterinario lo que significa la manejada, la espera en esa hedionda sala de estar, el drama que se va o no a poner bien, la descuartizada que le pondrá a mis manos, la sangrada al bolsillo y el camino de regreso, lidiar con la medicina y el resentimiento que me tendrá el gato después. Hurra.
A lo único que realmente le tengo flojera es a la tasajeada a mis extremidades. El gato, a pesar que es la criatura más tierna del universo conocido cuando está en casa, es capaz de transformarse en una bola de pelos, navajas y furia cuando es llevada al veterinario.
Me es difícil creer que este animal que, cuando estamos echados viendo tele, se acerca a nosotros, se frota y deja acariciar y echa entre nosotros a acicalarnos y dormirse ronroneando en el calor de nuestras cobijas sea el mismo que me deja sangrando y lloriqueando como una niñita mientras que me ponen mertiolate*.
*Que por cierto debería ser prohibido por la maldita convención de Ginebra.
Llegamos al consultorio y el animal, como siempre, al fondo de la jaula, con los ojos bien abiertos llenos del mismo horror que tenía yo. Lo primero que le dije a la veterinaria fué que se pusiera guantes de protección. Ella, obediente, fue por unos pero al ver al tierno animalito los descartó, creyendolos innecesarios... hasta que se la llevaron para una placa y le intentaron tomar la temperatura.
Con decirles que la veterinaria no quiso que se quedara para observación. Así es, mis estimados, una organización con fines de lucro prefirió no tener más de nuestro dinero por temor a la vida de sus empleados. Nos dieron las medicinas, receta y nos mandaron al carajo lo más rápido posible.
Bueno, qué tan mal estaba la veterinaria que se negó a cortarle las uñas** argumentando que "ya estaba muy nerviosa". Mi estimada, estaba "muy pinche nerviosa" cuando la metí a la jaulita, ahorta ya no tengo groserías suficientes para expresar cómo se siente.
**Y eso que ya la tenía con bozal.
En fin, parece que tiene una infección de vías urinarias y que no nos salvaremos de comprarle de esas malditas croquetas que valen más, kilo por kilo, que lo que comemos la Brochetita y yo. Pero bueno, eso ya les contaré después.
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Por cierto, cuando regresé a la casa, la gata me recibió muy bien, acariciándome y ronroneando, probablemente sí le haya caído bien el medicamento.
~ Missy Dizick (???? - )
Para variar, el gato está enfermo: tiene dificultades de orinar. Ahí vamos de nuevo al veterinario lo que significa la manejada, la espera en esa hedionda sala de estar, el drama que se va o no a poner bien, la descuartizada que le pondrá a mis manos, la sangrada al bolsillo y el camino de regreso, lidiar con la medicina y el resentimiento que me tendrá el gato después. Hurra.
A lo único que realmente le tengo flojera es a la tasajeada a mis extremidades. El gato, a pesar que es la criatura más tierna del universo conocido cuando está en casa, es capaz de transformarse en una bola de pelos, navajas y furia cuando es llevada al veterinario.
Me es difícil creer que este animal que, cuando estamos echados viendo tele, se acerca a nosotros, se frota y deja acariciar y echa entre nosotros a acicalarnos y dormirse ronroneando en el calor de nuestras cobijas sea el mismo que me deja sangrando y lloriqueando como una niñita mientras que me ponen mertiolate*.
*Que por cierto debería ser prohibido por la maldita convención de Ginebra.
Llegamos al consultorio y el animal, como siempre, al fondo de la jaula, con los ojos bien abiertos llenos del mismo horror que tenía yo. Lo primero que le dije a la veterinaria fué que se pusiera guantes de protección. Ella, obediente, fue por unos pero al ver al tierno animalito los descartó, creyendolos innecesarios... hasta que se la llevaron para una placa y le intentaron tomar la temperatura.
Con decirles que la veterinaria no quiso que se quedara para observación. Así es, mis estimados, una organización con fines de lucro prefirió no tener más de nuestro dinero por temor a la vida de sus empleados. Nos dieron las medicinas, receta y nos mandaron al carajo lo más rápido posible.
Bueno, qué tan mal estaba la veterinaria que se negó a cortarle las uñas** argumentando que "ya estaba muy nerviosa". Mi estimada, estaba "muy pinche nerviosa" cuando la metí a la jaulita, ahorta ya no tengo groserías suficientes para expresar cómo se siente.
**Y eso que ya la tenía con bozal.
En fin, parece que tiene una infección de vías urinarias y que no nos salvaremos de comprarle de esas malditas croquetas que valen más, kilo por kilo, que lo que comemos la Brochetita y yo. Pero bueno, eso ya les contaré después.
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Por cierto, cuando regresé a la casa, la gata me recibió muy bien, acariciándome y ronroneando, probablemente sí le haya caído bien el medicamento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario