jueves, 30 de julio de 2015

De Brochetas y Fumadores en los Restaurantes

"Encuentro que fumar es la más ridícula de todas las variedades de comportamiento humano y prácticamente la única que va completamenet contra la naturaleza. ¿Te puedes imaginar una vaca o cualquier otro animal echarse un bocado de paja ardiendo, respirar el humo y luego echarlo por sus fosas nasales?"
~ Ian Fleming (1908 – 1964) en su novela "GoldFinger"


No tiene nada que ver pero el pasado fin de semana nos vimos en la necesidad de visitar un restaurante en una plaza al norte de la ciudad y, al preguntar dónde preferíamos sentarnos, me sorprendí cuando me indicaron que ya no era necesario especificar zona de "no fumadores" ya que el fin de semana era "familiar" y que ya no estaba permitido fumar ni siquiera en la terraza.

No tengo nada contra los fumadores, de hecho mi mejor amigo es fumador, pero en mi humilde opinión fumar es como la masturbación: es una actividad que debería hacerse en privado y de tal manera que las substancias emitidas no molesten a terceros.

Yo, al ser un tragón y un neurótico certificado, encuentro más que irritante el que mi olfato sea atropellado por el camión de doble remolque que es el cigarro de el/la imbécil sentado/a en la mesa de enfrente. Me hace ver rojo, no puedo evitarlo.

Por lo mismo, no cabía en mí de la felicidad al haber disfrutado mis alimentos al aire libre sin la pestilencia del cigarro, sin embargo mi esposa se dio cuenta que una persona enfrente de nosotros intentó encender un cigarrillo y que el mesero le indicaba que no podía fumar. Aunque estuviese en la terraza. El hombre se quejó, maldijo y vociferó que jamás iba a regresar a el establecimiento; estuvo jugando unos minutos con su encendedor como niño regañado hasta que sus compañeros terminaron y se retiró del lugar*.

*En mi imaginación giraba la esquina para alcanzar con dedos temblorosos su cajetilla y sacar un cigarro, para eventualmente encenderlo y darle un jalón con una expresión de alivio, el muy pinche adicto de mier... vaya, ciertamente tengo problemas con el cigarro.

Como comensal mi deseo es no se fume en público. Así de tajante. Cero tolerancia. Sin embargo como alguien a quien le gustaría poner un restaurante se me hizo interesante la reacción del aquél hombre que aseguró que jamás regresaría ahí.

¿Pierdo o gano clientes permitiendo fumar? Según las estadísticas del INER** se estiman que hay 10.9 millones de mexicanos fumadores en el 2015, somos más los que no somos fumadores, pero si tienen 45 ~ 50 pesos para desperdiciar en clavos de ataúd, probablemente tienen el poder adquisitivo de salir a comer a un restaurante ¿no?

**Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias

¿Ustedes qué opinan? ¿Qué dicen los restauranteros al respecto? Si son fumadores, ¿irían a un restaurante donde no se le permite ejercer al Club Enfisema? Si no lo son ¿aumenta su experiencia al no tener una bocanada de abominable humo arruinándoles la experiencia gastronómica? ¿Cómo la ven?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Había pensado ofrecerles una disculpa por no poderse envenenar en mi restaurante y que si se lo echaban en la esquina les estaría esperando una cortesía, pero siento que eso es premiarlos y fomentar su vicio.

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