viernes, 1 de septiembre de 2017

De Brochetas y Series Arruinadas

"La Sorpresa es el regalo más grande que la vida puede otorgarnos"
~ Boris Pasternak (1890 - 1960)

No tiene nada que ver pero en el círculo de conocidos de mi esposa existe un escroto con forma humana que encuentra un enorme placer en difundir lo que sucede en capítulos de series de mucha expectación - como Un Juego de Tronos - en sus redes sociales.

No, no es del tipo de personas que lo hacen por error, como esos imbéciles que llegan a preguntarte "¿Qué opinas de la muerte repentina de X personaje?" sin cerciorarte que realmente sigas la serie al día; oh no, dioses no.

Este vástago de condescendiente meretriz lo hace escondiendo imágenes con la trama de los episodios detrás de vínculos pidiendo ayuda monetaria o emocional para alguna causa, lo hace en su foto de perfil y encuentra un placer casi orgásmico en llegar a tu cubículo en la mañana y contarte lo que sucede antes de que lo puedas callar.

¿Qué, por las empolvadas nalgas de Campanita, gana esta persona con eso? ¿Qué perverso placer obtiene en arruinarle la diversión, la expectativa, la sorpresa, a otras personas en su círculo social? ¿No lo amamantaron de chiquito? ¿Le tenían que amarrar un pedazo de jamón para que el perro jugara con él? ¿Le dijero que no existía el Niño Dios desde que era chiquito? ¿Su perro no lo quería? 

No lo sé, pero ganas no me faltan de patearlo de aquí al jueves que viene.

Sí, arruinarnos un capítulo de nuestra serie favorita es una nimiedad en el gran esquema de las cosas, lo sé, pero por lo mismo le deseo desde el fondo de mi negro corazón siempre le salgan repetidos los juguetitos del "Kinder Sorpresa", que siempre se le queme la cerveza, que invariable e inexplicablemente confunda la sal por el azúcar condenándolo a una vida de café salado y sopa dulce, que jamás le dejen marca los calcetines para que no se las pueda rascar, que siempre le toque cola en todos los trámites que haga, que nunca encuentre donde estacionarse, que siempre le pique la espalda en ese lugar donde no puede alcanzar, que siempre se le aguade el cereal, que siempre se le enfríe el café y el té, que siempre le toquen calientes los refrescos de cola, que su pareja ronque estruendosamente, que siempre se le manche la ropa blanca, que se le eche a perder la miel, que se le enreden los cables de sus aparatos y que siempre se de cuenta a media puñetera noche que el puñetero cartucho de la puñetera impresora está puñeteramente vacío.

Espero que siempre se le olvide el paraguas cuando llueva, ojalá y siempre lo mojen los carros cuando pasen, ojalá y le de alergia en la primavera, espero que le duelan los dientes cuando coma helado, ojalá y nunca se acuerde dónde dejó las llaves, ojalá y jamás alcance a contestar el teléfono cuando se meta a bañar, ojalá y el agua siempre esté fría o si le gusta fría ojalá y salga caliente; y ojalá que siempre se le encoja la ropa.

Ojalá y siempre le toquen los semáforos en alto, que su ropa jamás huela a "Suavitel" o a "Vel Rosita", que su comida siempre esté demasiado salada, que siempre llegue tarde a la cafetería para no poder comprar nada, que sus dispositivos siempre estén descargados y que siempre olvide su cargador, que se le chorreen las plumas, que siempre llegue segundos después que el camión haya partido, que siempre esté agotada su golosina favorita, que su auto no arranque cuando necesite llegar más temprano, que siempre repruebe los exámenes de manejo y que nunca, pero nunca, sienta alguno de los pequeños placeres que tiene la vida que evitan que nos suicidemos.

Sí, son nimiedades, pero espero que el destino le robe la felicidad de su existencia con la misma alegría que con la que él se la roba a otros.

Si conoces alguien así, dale la bofetada que se merece y mándalo a esta página.

Si eres de los que fueron mandados a esta página: ¿qué mierdas te sucede?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage