lunes, 29 de enero de 2018

De Brochetas y Fantasías

"Son muy contados los monstruos que se merecen el miedo que les tenemos"
~ André Gide (1869 - 1951)

No tiene nada que ver, pero el pasado fin de semana pude tomar un rato de ocio para revisitar el clásico de Walt Disney hecho en mil novescientos pinches cuarenta: Fantasía. 

Sólo han pasado 78 años desde que salió.

Para los no iniciados, Fantasía es una película animada en la que el maestro de ceremonias Deems Taylor nos presenta una serie de hermosas animaciones inspiradas por piezas de música clásica de autores como Bach, Tchaikovsky, Stravinsky y Beethoven, entre otros.

Incluye una infinidad de escenas memorables para todos aquellos que la vimos de chicos: los hipopótamos bailando con los cocodrilos, los dinosaurios muriendo de sed*, esos simpáticos honguitos bailando danzas extremadamente racistas, los centauros/centauras huyendo de Zeus quien invariablemente jode las cosas, el aprendiz de brujo**, y entre otras que en lo personal no recordaba, como el intermedio en el que conocemos a la banda sonora.

*Dato curioso: la teoría de la extinción de los dinosaurios por el impacto de un meteorito en México nació alrededor de los años setentas.
**Que es pinche hilarante si eres informático y alguna de tus automatizaciones salió mal.

Sin embargo, el corto más memorable es - sin duda alguna - la interpretación de "Una Noche en la Árida Montaña" de Modest Mussorgsky***, en la que presenciamos a Chernabog****  llamar a sus seguidores obscuros para que bailen y lo festejen en la cima de la epónima montaña. Échenle un ojo si no la recuerdan:

***Otro dato curioso: Mussorgsky jamás escuchó la obra interpretada a lo largo de su vida, ya que la pieza ganó fama tiempo después de su muerte.
****Deidad de la mitología eslava que posiblemente representaba a Satanás.


Es, para serles honestos, lo único que mi yo de la infancia recordaba fielmente de esa película. De niño me ocasionaba terror esa escena, y volviéndola a ver de adulto puedo ver por qué: ES PINCHE HORRIBLE.

Este fragmento de la película es una obra maestra en ocasionar horror de duerme-en-cama-de-tus-padres-por-tres-semanas en los chilpayates, y desde chico quería encontrar al imbécil que tomó al decisión de cerrar con esa pieza y no con ese simpático baile de cocodrilitos con hipopótamos. 

Ah no, teníamos que pinche cerrar con ésto:

SURPRISE, MADAFAKA!

Pero ¿sáben? Con la experiencia que me han dado los años, volviendo a ver el filme creo que ya sé por qué cierra así. Verán, además de las horribles imágenes de almas perdidas volando hacia la fuente de toda la maldad/demonios en llamas celebrando la obscuridad/siendo transformados en abominables criaturas por el Señor del Mal, lo segundo con mayor permanencia en mi memoria fueron las escenas en las que el demonio se ocultaba de las campanadas de la iglesia que señalaban el amanecer. 

En retrospectiva, creo que esa es la primera y más clara imagen que recuerdo de mi infancia que me mostró que la obscuridad, tan terrible como puede llegar a ser, es vulnerable; que el bien, a pesar de todo, sí puede triunfar contra el mal, independientemente de su tamaño o ferocidad; parafraseando a G. K. Chesterton: "Los cuentos de hadas no les enseñan a los niños que existen los dragones. Los niños ya saben que existen los dragones. Los cuentos de hadas les enseñan a los niños que los dragones pueden ser matados." y vaya que es algo que quiero que aprendan las nuevas generaciones.

Sí, creo que esa es una excelente forma de cerrar el filme. ¿Ustedes, qué opinan?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

lunes, 15 de enero de 2018

Tienes Que Leer: El Marciano

"Si algo puede ir mal, irá mal"
~ Edward A Murphy (1918 - 1990)

El año, cargado de trabajo y nuevas responsabilidades, me ha hecho tener que retroceder de nuevo a los libros para entretenimiento en esas diminutas ventanas de tiempo en las que no se está acabando el mundo, por lo que les vengo hoy con una recomendación para los amantes de la buena ciencia ficción: El Marciano, escrita por Andy Weir en el 2011.

El texto nos sitúa en el 2035 y presenta las aventuras de Mark Watney, un astronauta estadounidense en una misión de un mes en Marte, que tiene la mala suerte de quedarse varado en el planeta al ser separado de sus compañeros en una tormenta de arena durante una evacuación de emergencia.

Durante la evacuación Watney es golpeado por un pedazo de antena haciéndole perder la consciencia y dañando sus sensores vitales, por lo que lo asumen muerto y la tripulación muy a regañadientes escapa del planeta. Watney despierta aturdido, sólo y sin prospecto de rescate en medio de un planeta hostil con sólo sus conocimientos de ingeniería y botánica para sobrevivir. A millones de kilómetros de cualquier otro humano. Con comida/agua limitada. Con un prospecto de rescate a más o menos cuatro años de distancia. Que comiencen los juegos.

Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando chachachá

Para serles honestos, el texto no exactamente emocionante porque uno uno sabe perfectamente en qué va a terminar la novela: lo van a rescatar. Pero es la planeación, la resolución de problemas, el pensamiento paralelo, la hilarante personalidad de Watney y la serie de catastróficas desgracias a las que se enfrenta durante toda la novela lo que la hacen increíblemente disfrutable.

Meticulosamente bien documentada, sorprendentemente fácil de seguir aunque no tengas extenso conocimiento de las ciencias exactas*, divertida e inspiradora, es una de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído en años y creo que es la mejor de ciencia ficción dura que he tenido el gusto de iniciar.

*En gran parte por la Metodología de Resolución de Problemas por Patito de Hule que sigue Watney.

Ampliamente recomendable

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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