viernes, 28 de septiembre de 2018

Diario de una Brocheta... en el Chilango

"¿Por qué nos vamos lejos? Pues para que puedas regresar. Para que puedas ver el lugar de donde eres con nuevos ojos y colores extra. La gente de ahí te ve diferente, también. Regresar de donde empezaste no es lo mismo que nunca haberse ido"
~ Terry Pratchett (1948 - 2015) en su libro "Un Sombrero lleno de Cielo" 

No, no estoy muerto. No, tampoco andaba de parranda. Cierto, hemos tenido muchísimo trabajo y todos los días escribo correos-periódico que me dejan no querer tocar la computadora en cuanto llego pero creo que la verdadera razón por la que ya no puesto entradas es por una severa crisis existencial en lo que a contenido se refiere. 

No lo sé, últimamente he estado leyendo noticias nacionales e internacionales que me han dejado... drenado emocionalmente. Están sucediendo cosas tan importantes y críticas alrededor del mundo que siento que las nimiedades sin sentido que escribe una brocheta en un refrigerador no tienen cabida en el mundo.

Afortunada/Infortunadamente para mí, la vida/trabajo decidió darme un punta-pié en las gónadas y mandarme una semana a uno de los lugares que más odio en el mundo: la Ciudad de México. Qué felicidad. Por lo que mi único refugio hasta ahora es el trabajo y narrar mis experiencias mientras que se me entumen las piernas en el diminuto estudio que compartimos con mi cuñada. 

En fin, alguna vez el maestrísimo Quino, autor de "Mafalda" escribió: "amo la humanidad, lo que me revienta es la gente". Creo que esa frase define perfectamente mis sentimientos hacia la urbe más grande de México.

Me explico: primeramente está el problema de cómo llamarles a mis hermanos oriundos de la metrópoli: "chilangos" les ofende, "defeños" no lo son porque ya no es el "Distrito Federal", podría ser "capitalinos" ya que ésta sigue siendo la capital del país, pero recientemente se cambió a "Ciudad de México" o "CDMX" y los veo tan orgullosos de vivir aquí que no puedo sino llamarles los "cdmxes" (pronunciado 'kdmxes') de aquí en delante*.

*Esto es, por supuesto, sólo para hacer enfurecer a los chilangos que están profundamente orgullosos de vivir en esta locura de ciudad. El gentilicio, según la RAE es "mexiqueño", por si les interesa.

En fin, después de algún tiempo de observar a mis hermanos cdmxes creo que he encontrado la manera de camuflarme como uno de ellos en las calles. Verán, la mímesis de un cdmxeño en la calle puede lograrse siguiendo los siguientes pasos:

  • Caminar muy rápido. Pero realmente rápido. Incómodamente rápido. Como si debieras haber estado en un inodoro hae media hora.
  • Ser maleducado: no dejar pasar a nadie, pasarse uno primero en lugares estrechos, no decir "con permiso", etc.
  • Nunca sonreír.
  • Ignorar las reglas de tráfico. Si te atropellan es su culpa.
  • Y lo más crítico: la expresión facial de vacío emocional. 


Hay un término acuñado por los estadounidenses para describir la mirada de soldados traumados que regresan de las guerras: "la mirada de los mil metros", y creo que aplica. En mis observaciones he encontrado que la expresión del cdmxe promedio es la de absoluta ausencia emocional; ésto es: poner cara miserable, como si todos los sueños y esperanzas que tienes en la vida hayan sido drenados por esta metrópoli. Esa es la expresión del nativo de la capital** y lo he comprobado con mi cuñada, quien ya tiene aquí varios años viviendo en contra de su voluntad. 

**Alternativamente, puedes caminar con cara que traes un pedazo de mierda en la nariz y te da asco quitártelo con la mano. Ambas funcionan.

¿Sáben? Honestamente no puedo culparlos: ésta es una horrible ciudad. El crimen, el tráfico, la contaminación, el clima, la altura que hace que me duelan las piernas, el estilo de vida tan rápido, los precios, el hecho que muy posiblemente estés viviendo aquí contra tu voluntad ya que no hay oportunidades en tu estado/ciudad/pueblo; súmale a eso que uno de cada cuatro mexicanos vive aquí y que muy probablemente estén en la misma circunstancia que tú y tienes una muy buena explicación de por qué la mayoría de los cdmxenses tiene una expresión como si acabaran de lamer el ano de un cerdo.

Probablemente se debe a que la ciudad está planeada como si una manada de alpacas la mitad ebrias y la otra mitad drogadas con cocaína se hubieran abalanzado sobre una pared con un mapa y dibujado rutas de camión y colonias, posiblemente aunado a que está limitado en su elección de vivienda en la ciudad: precio, cercanía a tu trabajo y comodidad. Escoge dos.

Es una ciudad donde rentan casitas de herramientas en las cocheras de las casas. Por tres mil pesos al mes. Con sólo una cama y una mesita. 

Ojalá y estuviese bromeando.

Para fregarla de acabar, en medio de todo ésto está ese insufrible subconjunto de cdmxenses que están incorregiblemente orgullosos de vivir en medio de esta insanidad. Y no me refiero a ese porcentaje de la población que es enfermizamente optimista***, no, me refiero a personas que se sienten orgullosas de vivir en la metrópoli más grande de México sólo porque es la metrópoli más grande de México. 

***Estoy seguro que había esclavos en las galeras que decían "Cierto, nuestras condiciones son infrahumanas pero este ejercicio es maravilloso para los tríceps".

Son de esos que todos los días besan a su virgencita, laboran todo el día con su "guajolo-combo" en el estómago****, que se saben todas las rutas del transporte público, que saben dónde comer las garnachas libres de salmonelosis, que se emocionan en saber ahora qué tarugada metieron en un bolillo los restauranteros, que traen su calcomanía de la CDMX en el carro y que hablan orgullosamente con el tono cantadito que identificamos en el chilango prototípico.

****Torta de tamal que te bajas con un atole o champurrado. Cómete uno a las ocho de la mañana y te garantizo que te da hambre a las 5 PM.

Son, me pesa decirlo, el equivalente en mexicano de esa especie de pez ultra-evolucionada que es inmune al veneno de las anémonas marinas y las hace su hogar. Es admirable, hasta cierto punto.

Ahora bien, no todo es malo, claro está: aquí hay de todo. Literal-pinche-mente todo. Hay tiendas de cosas que uno ni se imagina y excelentes restaurantes por lo que la hace mi ciudad favorita para visitar en vacaciones, especialmente en semana Santa o de Pascua, ya que los habitantes de la ciudad hacen todo lo posible por escapar de sus fauces y la dejan relativamente agradable para su visita.

Así, pues, me despido de la ajetreada CDMX para regresar a mi enloquecida Guadalajara que tanto amo completamente consciente que ésto último me hace un hipócrita ya que allá también está de pinches locos.

Seguro, es una locura, pero es mi locura.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ !Cámara, rin y llanta, carnal!