miércoles, 13 de agosto de 2014

Reseña: Restaurante I Latina

"Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si uno no ha cenado bien"
~ Virginia Woolf (1882 - 1941)

Estoy de visita en mi hermosa Guadalajara y, después de haber visitado al excepcional Lula Bistro hemos decidido darle una oportunidad a otros restaurantes de la ciudad para que nos sorprendan con la creatividad de talentos locales, así que la noche lluviosa del martes decidimos pasarla en la I Latina. 

Cuyo logo es un puerquito porque... ¿arte?
Este restaurante, ubicado en el número 3128 de la Avenida Inglaterra en Guadalajara, presenta un menú de comida fusión asiática en un ambiente um... distinto.

Me explico: el lugar está decorado al estilo Kitsch, que consiste en crear arte utilizando artículos/iconos producidos en masa o populares; intenta copiar - según dicen los conocedores - lo hermoso, pero no lo bueno. El kitsch, a diferencia del arte, es un on objeto utilitario a quien le falta toda distancia crítica entre el objeto y el observador; ofrece gratificación emocional instantánea sin esfuerzo intelectual, sin el requerimiento de la distancia, sin la sublimación*. 

*Palabras de Walter Benjamin (1892 - 1940), crítico literario alemán.

Es un lugar pintado de colores que no combinan, lleno de cortinas de plástico, una pared de puerquitos de cerámica, sillas de plástico tejidas, un pez vela de fibra de vidrio, menús entre fundas de discos de vinilo de los 80as, sillones en los escalones y una miríada de cosas que simplemente no combinan entre sí. Lo llamaría hipster, pero éste lugar estaba años antes que dicha corriente tomara auge, por lo que simplemente lo llamaré kitsch. O lo amas, o lo odias, o te la pasas preguntándole al mesero por qué hay flamencos de plástico en las escaleras.

Pero !hey, funciona!
Con eso fuera del camino, vámonos a los platillos.

Fuimos recibidos por un par de bruschettas de cortesía, mi esposa comentó sobre la frescura de los ingredientes de la suya, pero la mía tenía el jitomate un poco pasado. Nuestro mesero, muy amable, nos ayudó con las entradas y los platos fuertes ya que era nuestra primera vez. Yo iba algo preocupado por las malas reseñas que mencionaban mal servicio, pero afortunadamente no fue el caso; sólo hubo un pequeño torpiezo cuando no nos tomaron la orden después de las entradas y esperamos más de lo debido nuestros platos fuertes.

Mi esposa tomó primero un "Submarino Amarillo" (120 pesos), un martini con limón y maracuyá y yo, siendo conductor designado, tomé una mezcla de agua mineral con jugo de maracuyá. Ambos bastante sabrosos (40 pesos, vaso grande).

De entrada pedimos un ceviche de salmón y aguacate con tahini (160 pesos, bien servido), sabroso pero no excepcional. En nuestra opinión se pudo haber beneficiado de menos tahini para que brillaran los ingredientes. De segunda entrada pedimos un tataki de res al porto (135 pesos, bien servido), que consistía en un carpaccio de res con una reducción de oporto, cada rebanada con un mousse de queso de cabra, brotes de arúgula y aceite de trufa que estaba delicioso. Ampliamente recomendable como entrada.

De plato fuerte mi esposa pidió el "platillo estrella", el Black Cod marinado en Miso (345 pesos) con resultados algo decepcionantes, por el precio y la estelaridad del plato uno pensaría que sería excepcional, pero aunque estaba sabroso y la guarnición de espárragos era memorable, el pescado en sí no era nada fuera de lo común.

Yo pedí el papardelle promotone (165 pesos), que consiste en una pasta de tallarín grandes en una salsa de tomate con pequeños pedazos de chorizo ahumado, acompañado de camarones a las brasas. Todo un acierto. La salsa está deliciosa, la pasta al dente, los camarones en su punto y el tocino ahumado le daba una calidez excepcional al platillo. Se recomienda.

Por exceso de falta de estómago, no probamos los postres. 

En resumen, es un restaurante mejor que el promedio, recomendable a visitar aunque sea por ese tataki de res, que no se presta para una cena romántica o de negocios** pero es agradable para una salida con los amigos o en pareja casualmente. Los precios son, al igual que la calidad de los platillos, superiores al promedio y las porciones nos dejaron satisfechos, no me sentí robado. 

**Dudo mucho que cualquier decisión que afecte el curso de la humanidad se haya hecho a un lado de un flamenco de plástico.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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