"Cuando honestamente nos preguntamos a nosotros mismos qué persona en
nuestra vida significa más para nosotros, generalmente nos encontraremos
con que son aquellos quienes, en vez de dar consejos, soluciones o
curas, han escogido compartir nuestro dolor y tocar nuestras heridas con
una mano cálida y amable"
~ Henri Nouwen (1932 – 1996)
Hace muchos años, en el 2008, mi vesícula dijo "¿sáben qué? !A la mierda con ésto!" y decidió llenarse de lodo biliar, y empezó a doler cada vez que comía.
Teniendo padres médicos, fui llevado con algunos amigos doctores que escuchaban mi descripción con expresión seria, me presionaban el vientre con expresión seria, me metían tubos con expresión seria y me hacían estudios de imagen cuyos resultados jamás pude leer* con expresión seria, se determinó que se tendría que ir eventualmente. Estando joven, el tiempo era ahora.
*Ya en serio, parecían lo que yo podría hacer al colocar un sismógrafo en una sóla posición y patear la mesa hasta que se caiga.
No hay mucho que contar de la cirugía en sí porque no recuerdo mucho. Me internaron en el hospital, me pasaron una substancia mágica que hizo que mi consciencia desapareciera y, cuando me estaban trepando a la camilla para llevarme al quirófano de tal manera que todo mundo pudiera ver mis partes nobles, yo ya estaba sumido en la negrura del sueño más profundo que he tenido.
Desperté como jamás alguien debería despertarse: drogado, con tubos emergiendo de lugares donde no deberían haber tubos, ni orificios para tubos, familiares sonrientes y la que ahora es mi esposa escuchando los alaridos que mi colon hacía por tratar de expulsar los gases que me introdujeron para operarme; menos mal que estaba amarrado a la cama, porque me hubieran podido atar un cordón y sacarme a volar al patio.
Ah si, y con un pedazo de tí en un frasco en tu mesa de descanso.
Verán, mis padres siendo médicos tienen la necesidad de almacenar en formol pedazos extirpados de sí mismos y de sus seres queridos**, me imagino que es el mismo morbo que nosotros los no-médicos tenemos cuando removemos una espinilla o un cabello enterrado, pero tengo entendido que mi madre conservó por muchos años su vesícula, sus anginas, su apéndice, MI vesícula y, a partir de la semana pasada, la cabeza superior de su fémur derecho que le reemplazaron por una prótesis.
**Y a veces no necesariamente en formol, tengo entendido que mi cordón umbilical y mi prepucio están disecados en algún cajón de alguna casa. Oh dioses.
¿A qué viene todo ésto? Que el haber sido operado es una de las experiencias que más humildad me han enseñado. El necesitar a alguien que me ayudara a levantarme de la cama es algo que jamás se me va a olvidar; esa sensación de vulnerabilidad, indefensión y dependencia, conjugado con un dolor endiablado en el vientre, me hicieron una persona diferente. Me atrevo a decir que me hizo, por lo menos, alguien más empático con el dolor y condiciones de otras personas.
Como mencioné arriba, recientemente operaron a mi madre de una prótesis de cadera; una condición que la tuvo en cama por ocho meses o más y que necesitaba, y no puedo hacer suficiente énfasis en ello, necesitaba cantidades cada vez crecientes de analgésicos para no arrojarse al tráfico en desesperación por el dolor.
Se está recuperando, pero aún hay quienes no entienden el proceso de curación, ni los cuidados que requiere, ni el estado de indefensión en el que se encuentra. Para acabarla de amolar, son personas que no quieren comprender que es una mujer que sufre de epilepsias y que es necesario que se tome su medicamento con estricto horario. Curiosamente, éstas personas no han sido operadas; no sé si tenga relación, porque he conocido personas que han estado al borde de la muerte y siguen siendo unos mamoncetes insufribles***, pero por lo menos he visto que en la mayoría de las personas el pasar una experiencia traumática en su vida las hace más receptiva hacia el dolor de la otra gente.
***Un feliz 10 de mayo para algunos de mis jefes anteriores. Sí, ustedes saben quienes son.
No me malinterpreten, esas personas ayudaron, y mucho. Nos ayudaron con mi madre en la forma de conseguir doctores, medicinas y partes y si ella no está en deuda con ellos por lo menos yo sí me siento así; quizás no lo hubiéramos podido lograr sin ellos, o quizás no al precio que consiguió mi madre, pero al final del día, cuando se apagan las luces las palabras del padre Nouwen me dejan un profundo impacto: quizás hay veces en las que sólo hay que entender el dolor de esa otra persona y actuar de acorde.
¿Ustedes qué opinan?
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Lo bueno es que somos indestructibles y nunca nos va a pasar nada ¿verdad? Sí... así me sentía yo. Ahora tengo seguro médico.
~ Henri Nouwen (1932 – 1996)
Hace muchos años, en el 2008, mi vesícula dijo "¿sáben qué? !A la mierda con ésto!" y decidió llenarse de lodo biliar, y empezó a doler cada vez que comía.
Teniendo padres médicos, fui llevado con algunos amigos doctores que escuchaban mi descripción con expresión seria, me presionaban el vientre con expresión seria, me metían tubos con expresión seria y me hacían estudios de imagen cuyos resultados jamás pude leer* con expresión seria, se determinó que se tendría que ir eventualmente. Estando joven, el tiempo era ahora.
*Ya en serio, parecían lo que yo podría hacer al colocar un sismógrafo en una sóla posición y patear la mesa hasta que se caiga.
No hay mucho que contar de la cirugía en sí porque no recuerdo mucho. Me internaron en el hospital, me pasaron una substancia mágica que hizo que mi consciencia desapareciera y, cuando me estaban trepando a la camilla para llevarme al quirófano de tal manera que todo mundo pudiera ver mis partes nobles, yo ya estaba sumido en la negrura del sueño más profundo que he tenido.
Desperté como jamás alguien debería despertarse: drogado, con tubos emergiendo de lugares donde no deberían haber tubos, ni orificios para tubos, familiares sonrientes y la que ahora es mi esposa escuchando los alaridos que mi colon hacía por tratar de expulsar los gases que me introdujeron para operarme; menos mal que estaba amarrado a la cama, porque me hubieran podido atar un cordón y sacarme a volar al patio.
Ah si, y con un pedazo de tí en un frasco en tu mesa de descanso.
Verán, mis padres siendo médicos tienen la necesidad de almacenar en formol pedazos extirpados de sí mismos y de sus seres queridos**, me imagino que es el mismo morbo que nosotros los no-médicos tenemos cuando removemos una espinilla o un cabello enterrado, pero tengo entendido que mi madre conservó por muchos años su vesícula, sus anginas, su apéndice, MI vesícula y, a partir de la semana pasada, la cabeza superior de su fémur derecho que le reemplazaron por una prótesis.
**Y a veces no necesariamente en formol, tengo entendido que mi cordón umbilical y mi prepucio están disecados en algún cajón de alguna casa. Oh dioses.
¿A qué viene todo ésto? Que el haber sido operado es una de las experiencias que más humildad me han enseñado. El necesitar a alguien que me ayudara a levantarme de la cama es algo que jamás se me va a olvidar; esa sensación de vulnerabilidad, indefensión y dependencia, conjugado con un dolor endiablado en el vientre, me hicieron una persona diferente. Me atrevo a decir que me hizo, por lo menos, alguien más empático con el dolor y condiciones de otras personas.
Como mencioné arriba, recientemente operaron a mi madre de una prótesis de cadera; una condición que la tuvo en cama por ocho meses o más y que necesitaba, y no puedo hacer suficiente énfasis en ello, necesitaba cantidades cada vez crecientes de analgésicos para no arrojarse al tráfico en desesperación por el dolor.
Se está recuperando, pero aún hay quienes no entienden el proceso de curación, ni los cuidados que requiere, ni el estado de indefensión en el que se encuentra. Para acabarla de amolar, son personas que no quieren comprender que es una mujer que sufre de epilepsias y que es necesario que se tome su medicamento con estricto horario. Curiosamente, éstas personas no han sido operadas; no sé si tenga relación, porque he conocido personas que han estado al borde de la muerte y siguen siendo unos mamoncetes insufribles***, pero por lo menos he visto que en la mayoría de las personas el pasar una experiencia traumática en su vida las hace más receptiva hacia el dolor de la otra gente.
***Un feliz 10 de mayo para algunos de mis jefes anteriores. Sí, ustedes saben quienes son.
No me malinterpreten, esas personas ayudaron, y mucho. Nos ayudaron con mi madre en la forma de conseguir doctores, medicinas y partes y si ella no está en deuda con ellos por lo menos yo sí me siento así; quizás no lo hubiéramos podido lograr sin ellos, o quizás no al precio que consiguió mi madre, pero al final del día, cuando se apagan las luces las palabras del padre Nouwen me dejan un profundo impacto: quizás hay veces en las que sólo hay que entender el dolor de esa otra persona y actuar de acorde.
¿Ustedes qué opinan?
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Lo bueno es que somos indestructibles y nunca nos va a pasar nada ¿verdad? Sí... así me sentía yo. Ahora tengo seguro médico.
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