jueves, 4 de mayo de 2017

Tribulaciones a las Tres de la Mañana

"Hay doce horas en el día, y más de cincuenta durante la noche"
~ Marie de Rabutin-Chantal (1626 - 1696)

Parafraseando a Murakami en su libro "After Dark": las horas de la madrugada tienen un sabor especial. No lo sé, pero las dos de la mañana tienen su propia personalidad, su propia presencia, su propia actitud; las tres también, igual las cuatro. Independientemente de la razón por las que uno esté despierto a esas horas* he notado que la percepción de esas horas es similar independientemente de las circunstancias.

*Como este calorón endiablado.

Mayo es, en mi muy humilde opinión, el peor mes de todos. Odio el calor. Con la intensidad de mil soles. Con una furia que haría que renacieran estrellas. Es más, si le pudiesen conectar cables a mi furia porque partes de mi cuerpo estén pegadas con sudor a otras partes de mi cuerpo podríamos revertir la entropía del universo. 

Sentado en mi sillón a un lado de una ventana inexorable que no ventea, esperando que mi temperatura corporal descienda de los 45°C, pienso que quizás podría ponerme a hacer algo "productivo", pero no creo que las tres de la mañana puedan llegar a sear productivas, es más, haciendo memoria no creo que a lo largo de mi existencia haya generado algo de provecho a las tres de la mañana**.

**El código hecho a las tres de la mañana invariablemente deberá ser reescrito a las doce de ese mismo día.

No hay páginas de internet divertidas a las tres de la mañana, no hay juegos de video que entretengan a las tres de la mañana. Esta es la hora apática, la hora indiferente, es demasiado tarde para irse a dormir y demasiado temprano como para empezar alguna actividad larga. Las tres de la mañana en una noche de mayo es, sin temor a equivocarme, la peor hora para estar despierto.

Ustedes ¿qué opinan?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Hasta el gato se está derritiendo.

PD. Prendería el ventilador, pero es de esos industriales que necesitan ser anclados al piso y que se escuchan a tres cuadras de distancia, logrando cambiar el no poder conciliar el sueño por la temperatura ambiente por no poder conciliar el suelo por los 32,000 decibeles de ruido.

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