"Siempre me pongo feliz si un ataque es particularmente hiriente porque pienso, bien, si lo atacan a uno personalmente, significa que no les queda ningún argumento político"
~ Margaret Thatcher (1925 - 2013)
El otro día por azares del destino, establecí una conversación con una persona en tuiter que dudaba que el noticiero en el que salía el periodista Pedro Ferriz podría ser decente; yo comenté que por lo menos él no pertenecía a la cadena Televisa que tanto aborrezco y aquella persona me presentó argumentos que sí y por tando debía de ser descartado.
Google me dice que no, y la verdad le creo más a Google, pero el punto permanece: dudé de lo que decía una persona por la afiliación que podría tener.
Esto me dejó pensando en mis clases de filosofía en la preparatoria, cuando nos enseñaron lo que eran los argumentos falaces y en especial el "Argumento ad hominem", el cual consiste en argumentar que la proposición de alguien es falsa basándose en la reputación o moral de quien lo dice.
Por ejemplo, yo podría decir "Es una buena idea mirar hacia ambos lados antes de cruzar la calle" y ustedes me podrían decir "Pero Brocheta, eso es ridículo, tu nunca sales de tu refrigerador ¿cómo puedes saber eso?". Aquí lo que se está discutiendo es si es o no buena idea mirar hacia ambos lados al cruzar la calle, no si yo salgo frecuentemente de mi cueva.
No estoy defendiendo al Grupo Imagen*, eso es mejor discutirlo en las redes sociales, pero mi reflexión es ¿de cuántas personas no tomamos consejos, invalidamos opiniones o descartamos ideas por quienes son, invariablemente si lo que dicen parece tener sentido?
~ Margaret Thatcher (1925 - 2013)
El otro día por azares del destino, establecí una conversación con una persona en tuiter que dudaba que el noticiero en el que salía el periodista Pedro Ferriz podría ser decente; yo comenté que por lo menos él no pertenecía a la cadena Televisa que tanto aborrezco y aquella persona me presentó argumentos que sí y por tando debía de ser descartado.
Google me dice que no, y la verdad le creo más a Google, pero el punto permanece: dudé de lo que decía una persona por la afiliación que podría tener.
Esto me dejó pensando en mis clases de filosofía en la preparatoria, cuando nos enseñaron lo que eran los argumentos falaces y en especial el "Argumento ad hominem", el cual consiste en argumentar que la proposición de alguien es falsa basándose en la reputación o moral de quien lo dice.
Por ejemplo, yo podría decir "Es una buena idea mirar hacia ambos lados antes de cruzar la calle" y ustedes me podrían decir "Pero Brocheta, eso es ridículo, tu nunca sales de tu refrigerador ¿cómo puedes saber eso?". Aquí lo que se está discutiendo es si es o no buena idea mirar hacia ambos lados al cruzar la calle, no si yo salgo frecuentemente de mi cueva.
No estoy defendiendo al Grupo Imagen*, eso es mejor discutirlo en las redes sociales, pero mi reflexión es ¿de cuántas personas no tomamos consejos, invalidamos opiniones o descartamos ideas por quienes son, invariablemente si lo que dicen parece tener sentido?
*Quienes tienen las transiciones a comerciales más puñeteramente enfadosas que han existido en la historia de la Radio. Cada cortinilla es una furiosa masturbada con su propia, um, imagen.
¿Mi tío me dio un consejo que suena sensato sobre el amor? ¿Qué va a saber él si es divorciado? ¿Mi maestro me dio un tema interesante? ¿Cómo va a valer la pena si le pagan por dármelo? ¿En tipo en la televisión me dijo que nuestro presidente se robó las elecciones? ¿Cómo voy a creerle si es de oposición?
Quizás convendría poner más atención y crítica AL MENSAJE y no tanto A QUIÉN LO DICE. Quizás hay que apreciar la idea por sus propios méritos, igual que el arte. No todo debería ser politizado o polarizado, porque si es así ¿cómo vamos a encontrar la manera de tolerarnos los unos a los otros? Quizás no deberíamos descartar los mensajes de alguien simplemente porque nos oponemos a sus ideales generales.
Pero ¿qué sé yo? Sólo soy una brocheta de queso olvidada en un refrigerador.
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Televisa se puede ir a la mierda de todas maneras. Sí, soy un hipócrita.
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