"'¿Esa es tu solución? ¿Comerte una galleta?' preguntó Astrid. 'No, mi solución es correr hasta la playa y esconderme hasta que pase todo esto,' contestó Sam. 'Pero una galleta nunca está de más'"
~ de la novela "Ido", por Michael Grant.
Una señora amiga de mi esposa decía "en una reunión sirve la comida que quieras, la gente se tragará lo que sea", las galletas que se sirven en una sala de juntas son prueba indisputable de ello.
Y no me refieron a las galletas que se sirven en NUESTRA sala de juntas, oh no, en todas y cada una de las salas en las que he tenido la desgracia de estar en todos y cada uno de los varios trabajos de mi vida me he encontrado con galletas malas y desabridas*.
*Y café miserable, pero eso es otra entrada.
Mi primera conclusión fue, por supuesto, que se compran galletas de bajísima calidad. La culpa es de éstos miserables funcionarios de recursos humanos que compran los enormes paquetes de galletas baratas ¿no? Puede ser. En mi experiencia las galletas que tengan un adjetivo en su nombre lo son todo menos eso: las '"sabrosas" crackets' no lo son, el 'Surtido "rico"' no lo es, y las "Deliciosas" saben a rayos. Sí... eso debe ser.
O por lo menos eso era lo que yo sospechaba. Hoy, sin embargo, me he encontrado con galletas Chokis tristes y desabridas en una sala de juntas que, agazapadas con sus hermanas, las pasti-setas**, esperaban humildemente ser engullidas en un platito en la tierra-de-nadie que es la mesa central.
**Que compiten por ser las galletas más sabrosas del universo conocido.
Me acerqué a ellas***, les agradecí su sacrificio, las eché en mi platito y las probé. Sabían a rayos.
***No sin antes lanzar un chillido como de una niñita de seis años en navidad que acaba de recibir un pony.
El shock es el equivalente a despertar un día y darte cuenta que estás pegado en el techo porque la gravedad ha sido abolida. Los psicólogos dirían que saben a rayos por el estado anímico en el que uno se encuentra, y está demostrado por estudios pero !me acaban de premiar, se supone que estoy de buenas! !Una galleta de mantequilla es una galleta de mantequilla maldita sea! !Esas me supieron sabrosas incluso en el miserable día en que declararon a Peña Nieto ganador de las elecciones!
Evidentemente estaba equivocado, la buena gente de recursos humanos no es la culpable ¿pero entonces quién? ¿Y si fuera la sala de juntas la que succiona el sabor de ellas? ¿La que las marchita? ¿Quizás son las galletas quienes absorben el mal sabor de la sala?
No lo sé... La verdad no lo sé.
Quizás debería llevar mis propias galletas a la siguiente junta... ustedes saben, para experimentar.
Quizás tengo mucho tiempo libre...
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ En mi anterior trabajo compraban galletas genéricas del Soriana para las juntas de sindicalizados, son sin exagerar las PEORES galletas que he probado en mi vida. Ni siquiera esa bola de haraganes muertos de hambre se las comían. Creo que ni las moscas se les acercaban.
~ de la novela "Ido", por Michael Grant.
Una señora amiga de mi esposa decía "en una reunión sirve la comida que quieras, la gente se tragará lo que sea", las galletas que se sirven en una sala de juntas son prueba indisputable de ello.
Y no me refieron a las galletas que se sirven en NUESTRA sala de juntas, oh no, en todas y cada una de las salas en las que he tenido la desgracia de estar en todos y cada uno de los varios trabajos de mi vida me he encontrado con galletas malas y desabridas*.
*Y café miserable, pero eso es otra entrada.
Mi primera conclusión fue, por supuesto, que se compran galletas de bajísima calidad. La culpa es de éstos miserables funcionarios de recursos humanos que compran los enormes paquetes de galletas baratas ¿no? Puede ser. En mi experiencia las galletas que tengan un adjetivo en su nombre lo son todo menos eso: las '"sabrosas" crackets' no lo son, el 'Surtido "rico"' no lo es, y las "Deliciosas" saben a rayos. Sí... eso debe ser.
O por lo menos eso era lo que yo sospechaba. Hoy, sin embargo, me he encontrado con galletas Chokis tristes y desabridas en una sala de juntas que, agazapadas con sus hermanas, las pasti-setas**, esperaban humildemente ser engullidas en un platito en la tierra-de-nadie que es la mesa central.
**Que compiten por ser las galletas más sabrosas del universo conocido.
Me acerqué a ellas***, les agradecí su sacrificio, las eché en mi platito y las probé. Sabían a rayos.
***No sin antes lanzar un chillido como de una niñita de seis años en navidad que acaba de recibir un pony.
El shock es el equivalente a despertar un día y darte cuenta que estás pegado en el techo porque la gravedad ha sido abolida. Los psicólogos dirían que saben a rayos por el estado anímico en el que uno se encuentra, y está demostrado por estudios pero !me acaban de premiar, se supone que estoy de buenas! !Una galleta de mantequilla es una galleta de mantequilla maldita sea! !Esas me supieron sabrosas incluso en el miserable día en que declararon a Peña Nieto ganador de las elecciones!
Evidentemente estaba equivocado, la buena gente de recursos humanos no es la culpable ¿pero entonces quién? ¿Y si fuera la sala de juntas la que succiona el sabor de ellas? ¿La que las marchita? ¿Quizás son las galletas quienes absorben el mal sabor de la sala?
No lo sé... La verdad no lo sé.
Quizás debería llevar mis propias galletas a la siguiente junta... ustedes saben, para experimentar.
Quizás tengo mucho tiempo libre...
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ En mi anterior trabajo compraban galletas genéricas del Soriana para las juntas de sindicalizados, son sin exagerar las PEORES galletas que he probado en mi vida. Ni siquiera esa bola de haraganes muertos de hambre se las comían. Creo que ni las moscas se les acercaban.
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