viernes, 10 de diciembre de 2010

De Brochetas y Tianguis Navideño

"La Navidad es una necesidad. Debe haber por lo menos un día en el año que nos recuerda que estamos aquí por algo más que nosotros mismos"
~ Eric Sevareid (1912 – 1992)

Ayer, después de uno de los peores días laborales que recuerdo en mucho tiempo, arribamos a casa para encontrar el árbol que nos regalaron en el suelo.

!Se cayó mi Navidad! Exclamó la Brochetita, tan hermosa; ambos, descorazonados, fuimos a recoger los pedazos de ese objeto chillante, molesto, filoso y con un ligero olor a polvo y a humedad que llamábamos nuestro árbol. En el patio de servicio la gata maullaba desconsolada.

Eso no se podía quedar así, maldición, se debía salvar la Navidad. Esa cosa de plástico empolvada forma parte integral de la festividad, es un símbolo, una institución, la parte central de la casa en la temporada, no se puede decir que estás en espíritu si no tienes una de esas cosas chupando toda la energía eléctrica que ahorraste durante el horario de verano.

Vayamos por otro, entonces. Uno nuevo que podamos llamar realmente nuestro y que carguemos con él hacia donde nos lleve la vida como nuestros padres y sus padres antes que eso*.

*Y por supuesto, sus padres antes que eso.

Andamos apretados, la verdad, pero por esta mujer daré mi vida una y mil veces, así que nos trepamos al carro y nos lanzamos al tianguis de navidad ubicado en Av. Alcalde, entre San Felipe y Reforma, en el centro de la ciudad.

Quisiera hacer un paréntesis para hacer un pequeño comercial, verán, a finales de este noviembre pasado hubo un incendio en dicho tianguis que afectó a todos los comerciantes, sólo quedaron un puñado de puestos en pie. El gobierno les ha ofrecido apoyo pero obviamente no alcanzan a cubrir todo lo que invirtieron.

Los precios están increíblemente accesibles y los artículos maravillosos. La mercancía compite y hasta supera los adornos de tiendas departamentales y de autoservicio, todo a una fracción del precio. Si quieren/necesitan adornos navideños dénse una vuelta, en la noche hay lugar donde estacionarse en las calles aledañas y hay policías dando vueltas a pie y en patrulla.

Cierran los puestos hasta las 10 de la noche, y de ahí pueden brincar al Santuario unas calles más abajo para unos deliciosos buñuelos con salsa de piloncillo. Son gente amable, honesta y trabajadora, que es mucho más de lo que puedo decir de nuestros diputados**; si piensan invertir en arreglos navideños por favor dense una vuelta con ellos primero.

**Puede que no haya suficiente dinero para pagarle a los empleados del congreso, pero estas basuras humanas tendrán su aguinaldo sobre todo, realmente espero que ellos sean los primeros contra el paredón cuando llegue la revolución.

Vámonos de Tianguis

Como les decía, arribamos y encontramos estacionamiento a media cuadra del lugar. Localizar el tianguis es sencillo, me atrevería a decir que esta diminuta área de México es visible desde el espacio; el resto del mundo se siente obscuro y fúnebre en comparación a esta maravillosa manzana incandescente atiborrada de luces, colores, brillos, tintineos y musiquita electrónica***.

***Definitivamente NO es para epilépticos, es toda una experiencia de sobrecarga sensorial.

Aplicando la vieja y probada técnica de "no compres en el primer lugar que veas" fuimos recorriendo todo el tianguis preguntando, había unos hermosos árboles negros****, rosa muy pálido en celebración a la lucha contra el cáncer de mama, chiquitos, grandotes, inmensos, blancos, verdes, transparentes y todos a excelentes precios. Nos terminamos decidiendo por un Alaskan de 2.20 metros. Yo veía cómo la Brochetita lo miraba, ese tenía que ser.

****Sí, negro. Y déjenme decirles que se ve hermoso. Si hubiera estado un poquito más loco me lo llevaba.

En lo que yo cuidaba el árbol en una esquina olvidada del tianguis la Brochetita fue "a ver algunas cositas". Durante ese tiempo pude observar a muchas de las personas que trabajan ahí en ese tianguis, y se ven preocupadas. Es su vida, es su negocio, les fue mal con el fuego y deben mucho, se les entiende; por favor, si van a hacer compras de adornos navideños vayan ahí. Ellos se lo agradecerán mucho más que Walmart, Soriana o - Dios nos libre - Fábricas de Francia.

Regresamos pues, felices y emocionados a "poner la Navidad" otra vez. Terminamos como a la media noche pero el árbol se ve diez veces más bonito de lo que se veía antes. Misión cumplida: la Brochetita es feliz, y por tanto, yo soy feliz.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Todavía no le abrimos al gato... Quisiera poner una cerca electrificada alrededor del condenado adorno.

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