jueves, 2 de diciembre de 2010

De Brochetas y Seres Míticos Navideños

"Haz grande la mentira, hazla simple, síguela repitiendo, y eventualmente la creerán"
~ Adolfo Hitler (1889 - 1945)

Se acerca la navidad y, para muchos chamacos, significa que están ansiosos por la venida del Niñito Dios/Santa Claus/Reyes Magos; quienes les traen juguetes y regalos a los niños que se portaron bien en el año*.

*O, siendo honestos, a los niños que son amados por sus padres lo suficiente como para ignorar todas esas canas verdes que les sacaron en el año.

Eventualmente la Brochetita y yo nos reproduciremos, es lo normal, y con estas fechas me puse a reflexionar si yo quisiera que mi pequeño retoño empanizado creyera en los personajes arriba mencionados.

¿Ustedes qué dicen, mis estimados lectores? ¿Debemos hacer creer a nuestro hijo en estos seres míticos? ¿Debemos engañar a nuestros inocentes chilpayates para que crean en mentiras? ¿Es prudente inventar seres invisibles que tengan la admiración y cariño de los chiquillos y chiquillas, en vez de personas reales y factibles?

En mi humilde opinión: Sí. Por supuesto que sí, no debería ser de otra forma.

Los niños tienen que aprender a creer en esas pequeñas mentiras, para que cuando crezcan puedan creer en otras mentiras más grandes como la piedad, la virtud, la bondad, el deber y la justicia.

Sí, son mentiras. Son cosas irreales que no existen en ningun lado, sólo en nuestra mente. Citando a la Muerte en el libro de Pratchett, "El Padre Puerco":

"Toma el universo y tritúralo al polvo más fino, y pásalo por el cernidor más delicado, luego muéstrame un solo átomo de justicia, una sola molécula de piedad."

La justicia, la navidad, el amor, etc., son inventos puramente humanos; todas ellos conceptos que desaparecerán con nuestra especie porque son parte de nuestra naturaleza. Debemos de creer en cosas que no son verdad, de otra forma ¿cómo existirían?

Los niños deben aprender a creer en mentiras y no sólo eso, también a entusiasmarse por ellas; especialmente porque eventualmente se darán cuenta QUE SÍ SON mentiras y tendrán su buena dosis de crisis de fe.

Eso está bien, es provechoso, crea carácter. Opino que darse cuenta de las mentiras en nuestra vida es parte integral de nuestro crecimiento, sin mencionar que es importante entender por qué existen esas mentiras que nos contamos los unos a los otros. La crisis de fe es necesaria para crecer como personas, no podemos proteger al niño de la desilusión, pero sí podemos enseñarle a lidiar con ella.

Incluso sucede con las personas que sí existen, me explico: de todas maneras admiramos la idea de nuestros héroes, más que las personas que son/fueron. Me atrevo a decir que incluso sucede con la imagen que tenemos de nosotros mismos, es decir, no nos recordamos como los peores momentos que hemos tenido, sino como las personas que han vencido esas etapas y han realizado acciones que los enorgullecen. Incluso nos mentimos a nosotros mismos.

Y eso está bien. Debemos creer en las mentiras por que si no ¿cómo las haríamos reales?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

2 comentarios:

  1. Yo considero que esa práctica es nociva porque fomenta hábitos consumistas.
    Además de que es importante la diferencia entre imaginar y mentir; el mundo es lo que hacemos de él.

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  2. Ah si, la imaginación.

    Sin ella no podríamos crear las mentiras por las que vivimos y morimos todos los días. Bendita sea.

    De los hábitos consumistas... Bueno, ahí estamos todos jodidos ¿no?

    !Gracias por tus comentarios como siempre!

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