jueves, 5 de diciembre de 2013

De Brochetas y Viernes Negros

"Comprar se figura como la antítesis de la propiedad, en el sentido que representa la pura movilidad de personas y objetos. Un momento eres esto, tienes esto; en el siguiente sigues adelante. En este desliz de lo obligatorio a lo compulsivo, no hay deberes, no hay continuidad, no hay consecuencia ni historial, sólo una suceción de instantes de compras"
~ Rachel Bowlby (???? - ) en su libro "Dejándose llevar" (Carried away).


Cada año, por estas fechas, disfruto de mi deporte favorito: ver cómo los estadounidenses se despedazan entre sí por artículos tan simples como toallas durante su "Viernes Negro".

Para los no iniciados, el "Viernes Negro" es el día que sigue de Acción de Gracias - siempre un jueves - en el que niños y adultos de todas las edades se lanzan a las tiendas a aprovechar los grandes descuentos que marcan el inicio de las compras de la temporada navideña. Imagínense el "Buen Fin" de México, pero con groserías, empujones, heridos, disparos y locura como sólo nuestros vecinos del norte pueden ofrecer*. Es, como sábiamente describió alguien en Internet: "el día en el que los estadounidenses se medio matan entre sí por objetos el día después que dieron gracias por lo que tienen".

*De hecho, si alguien me preguntara cuáles son los principales productos de exportación de los EEUU respondería "locura e irracionalidad". No necesariamente en ese orden.

Hay varias versiones de cómo se acuñó el término: hay quienes dicen que fue acuñado por la policía de Filadelfia en los Estados Unidos al referirse al infierno de tráfico y gente que causaba en la ciudad; otros afirman que es la época en la que los negocios salen de "números rojos" (deuda) para entrar a "números negros" (ganancia).

El punto es que es una de los eventos más importantes para nuestros vecinos del norte, principalmente porque ellos evidentemente necesitan otra pantalla plana. Por favor, tómense un momento y dénse un quemón:


Dulce. Virgen. Misericordiosa.

No, no es el fin del mundo; no, no es un apocalipsis zombi; no señor, no es la declaración de la Tercera Guerra Mundial, es simplemente gente que realmente quiere comprar una consola de videojuegos.

Como todo curioso insaciable me pregunto: ¿por qué? ¿Qué es lo que hace que seres pensantes y racionales se comporten así por un simple artículo intrascendente?

Bien, hay algunas teorías. Comprar es, en el mundo moderno, el equivalente de la caza y de la recolección de nuestros antepasados. Hay estudios que muestran que la gente obtiene satisfacción de una buena ganga, nos sentimos más inteligentes y competentes. Otra es que los humanos somos competitivos por naturaleza, y demostrar que esa misma televisión que alguien compró en $100 nosotros la conseguimos en $99.5 nos hace mejores que ellos**.

**Por lo menos es algo que mi padre me ha restregado en el rostro toda mi vida: que el es infinitamente superior que yo buscando gangas y cuidando el dinero. Yo prefiero ahorrar más tiempo y gastar un 5% más por conveniencia, ésto me hace una vergüenza para la familia. 

Además, si se fijan muchas de las ofertas que tienen allá son las llamadas "ofertas relámpago" donde tienes exactamente una hora para comprar tal o cual artículo. La presión del tiempo es capaz de remover esa discreción y prudencia con tal de salir victorioso con tu flamante nueva tetera de Hello Kitty. Art Markman de Psycology Today explica que la presión de tiempo afecta nuestra "necesidad de cierre" que es la necesidad que tenemos como invididuos de tomar una decisión y tomar acción. Algunos toman una decisión y actúan inmediatamente, otros se toman su tiempo. Al limitar ese tiempo de decisión, las tiendas crean una urgencia artificial que nos hace impulsivos.

Otro elemento importante es el horror a "está agotado". ¿Cuántas veces no nos hemos quedado con ganas de algún artículo por haber llegado tarde o por habernos esperado de más? Pues bien, las tiendas tienen ofertas "rompe puertas" que garantizan N artículos en oferta, lo que causa esas estampidas humanas cuando se abren las puertas y gran furia cuando eres el comprador N+1.

Curiosamente, según la psicóloga Jane Boyd Thomas una persona que ya tenga su itinerario planeado es más probable de transformarse en una bestia salvaje cuando se encuentra con resistencia en su plan. Tienen sus espectativas, están desvelados - quizás hambreados - y ésto disminuye la tolerancia a la frustración o al fracaso; ver que esa persona acaba de agarrar el último calzón amarillo de tu talla quizás te hará ver rojo y lanzártele al cuello echando espuma por la boca.

Finalmente, cómo no, está la mente colectiva: están rodeados de personas que tienen el mismo objetivo que ellos, todos en sintonía, poniéndose en el estado de ánimo correcto para endeudarse de aquí a la navidad que viene. Y la mercadotecnia ayuda con sonidos, colores y olores, por supuesto.

El Viernes Negro es una tradición que tiene desde 1961 en Estados Unidos. Ellos ya han experimentado generaciones de la histeria que es comprar en esas fechas. Aquí en México están tratando de hacer algo similar y, aunque los centros comerciales están a reventar, afortunadamente seguimos comportándonos como humanos durante las compras***. Con ésto en mente ¿ustedes qué experimentaron en el pasado Buen Fin? ¿Estamos tan mal como los estadounidenses? ¿Encontraron buenas ofertas? Y, lo más interesante ¿se enfrentaron a locura similar a la de nuestros vecinos endeudados del norte?

***Humanos groseros, egoístas y sangrones, pero humanos al fin y al cabo.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Ideas tomadas de éste artículo de Wisebread: "Por qué la gente enloquece en el Viernes Negro"

PD. Feliz Viernes Negro, y que la suerte esté siempre a tu favor.

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