viernes, 23 de julio de 2010

De Gatos y Brochetas

"Mi madre me protegía del mundo y mi padre me amenazaba con él"
~Quentin Crisp, The Naked Civil Servant, 1968

En diciembre del año pasado, en un helado día, la Brochetita se encontró una pequeña gatita muerta de hambre en una jardinera en Plaza del Sol. Siendo la buena persona que es, decidió que el frío no reclamaría la vida del bichito y la tomó en brazos y se la llevó a su casa.

Desde entonces la gatita vivió con nosotros y cuando nos casamos se mudó a nuestro departamento para ser un integrante más de nuestra pequeña familia.

El animalito realmente nos ha traído muchas satisfacciones, decir que se gana a pulso sus croquetas es poco; es muy limpia, muy tierna, mantiene a raya las cucarachas y me da mucho gusto ver la sonrisa de la Brochetita cuando el gato hace alguna gracia.

Sin embargo he de admitir que he aprendido mucho sobre ser padre* con este pequeño animalito, por ejemplo:

*Padre tanto como en "Somos sus padres" y tanto como en "yo soy su padre y ella su madre".

  • He aprendido que no importa todos los méritos que uno haga jamás llegará a ser querido como la madre, y no es por ingratitud, entiendo y siento su cariño pero jamás me tratará como a la Brochetita.
  • He aprendido que es mi trabajo ser el malo, el temido, yo soy el que la saco cuando es hora de dormir y el que la lleva a la veterinaria. Éstas acciones siempre conllevan una pérdida de cariño o crean resentimiento; es la responsabilidad del padre sufrirla.
  • He aprendido que debo encargarme de asegurarme que siempre haya comida para la gatita, que siempre tenga agua fresca, que siempre tenga limpio su arenero y el cuarto donde está. La responsabilidad de la Brochetita es darle premios y uno que otro pedacito de pechuga de pavo.
  • Por supuesto, en cuanto yo le quiero dar lo mismo soy regañado por chiquearla de más, no se vaya a enfermar.
  • Es mi destino el ser plato de segunda mesa, cuando no está la Brochetita la gata se viene conmigo, pero casi siempre se enfada de mí y se va a su repisa para ver pasar al mundo. Sin embargo, a la Brochetita sólo dejará de seguirla hasta su muerte.
  • La zozobra de tenerla enferma es abrumadora. Cuando por fin volvió a comer y a defecar sólido después de 3 días de enfermedad me sentí en la gloria. Ahora entiendo a mi padre cuando decía que se estresaba muchísimo cuando no comía yo porque me enfermaba.

Padre, tenías razón. Me da gusto poder decírtelo ahorita que estás vivo.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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