"Creo que consideramos demasiado la buena suerte del pájaro madrugador y no la mala suerte del gusano madrugador"
~ Franklin D. Roosevelt (1933 - 1945)
Recientemente un amigo mío, quien se mantendrá anónimo para proteger a los culpables, tuvo un encontronazo con la mala suerte, con su permiso les narro su relato:
Un buen miércoles, habiendo salido del trabajo recibió una llamada de su mujer para que le hiciera el favor de llevarla a una reunión con sus amigos, lo que por supuesto implicaría echar sus planes a la basura por la tarde. Bueno, ni modo, hay que ser responsables; una de cal por tantas de arena y todo eso.
Marcador
Mala suerte: 1
Mi amigo: 0
Por supuesto, ella salió mucho más tarde de lo que le había dicho, lo que efectivamente echó la tarde/noche por la ventana.
Marcador
Mala suerte: 2
Mi amigo: 0
Cuando iba por ella en la noche, mi amigo aprendió a la mala que los semáforos de Guadalajara son como el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde: durante el día son largos y amistosos, pero durante la noche son cortos y traicioneros.
Como muchos lo hubiéramos hecho a una alta velocidad, se pasó el semáforo. Por supuesto, había una patrulla en la lateral que ni tarda ni perezosa se lanzó para multarlo.
Marcador
Mala suerte: 3
Mi amigo: 0
Aparentemente el único mamoncete policía vial honesto del estado estaba trabajando esa noche; le recogieron sus documentos y de volada le hicieron su boleta sin oportunidad de ofrecerle una mordida y reducir la pérdida de tiempo y el costo del boletín.
Marcador
Mala suerte: 4
Mi amigo: 0
Ya de regreso, su mujer le comentó que tenía un amigo en tránsito y que le iba a llamar o mandar un correo para que le ayudara. Por supuesto, como buen mamoncete que sólo contesta para lo que le conviene, jamás se volvió a saber de él*.
*Ignoro si haya algo que se pueda hacer, cuando yo estaba trabajando en la CFE me preguntaban si les podía ayudar con cortes de luz; pero realmente no hay nada que se pueda hacer desde las oficinas administrativas, de hecho puedes eliminarlas de la faz de la tierra y no creo que México perdería un segundo de luz, pero en fin.
Marcador
Mala suerte: 5
Mi amigo: 0
El jueves en la tarde ya estaba resignado para ir a pagar la multa para recibir el descuento del 50%, pero por desgracia se encontró a su suegro en calidad absoluta de mamón insufrible y le puso una regañada que por qué era tan menso para dejarse sacar un folio. Para acabarla de amolar, su mujer dejó la multa en la mesa de la casa y no pudo pagarla ese día.
Marcador
Mala suerte: 6
Mi amigo: 0
El viernes en la mañana, antes de ir a trabajar buscó el papelito pero sólo se encontró la original; probablemente se le había caído y perdido por ahí. Después de sus respectivas majaderías se lanzó a trabajar; habiendo transcurrido un pesado día investigó los horarios de atención en las recaudadoras: 8 AM a 4 PM. Mira su reloj: 3:10 PM.
Hecho alma que se lleva el diablo se lanza hacia la recaudadora más cercana; sin tráfico y con facilidad relativa para estacionarse llega y pregunta afuera de las oficinas que dónde podía pagar, le informan que en la puerta del fondo y se dirije hacia allá. Entra y se encuentra con un edificio vacío de colas.
Marcador
Mala suerte: 6
Mi amigo: 1
Estaba caminando hacia los mostradores cuando se le acerca un policía chaparro y moreno, de esos que tienen un corte de pelo que parece que se los hacen cada mañana después de ir al baño, y le dice:
"Está cerrado".
"!Pero ahí están las secretarias!" Exclama mi amigo, señalando al grupo de mujeres gallináceas detrás de los mostradores "¿Pues a qué horas cierran?" pregunta.
"A las 3:30, señor", contesta el uniformado.
Mi amigo mira su reloj: "3:32".
Marcador (corregido)
Mala suerte: 7
Mi amigo: 0
Por supuesto, para esto el cuico ya estaba empuñando su escopeta como si el papelito que traía mi amigo en la mano fuera un arma peligrosa**; intentó razonar con el hombre pero no lo pudo convencer que lo dejara pasar porque las secretarias ya estaban haciendo el corte, platicando las estúpidas vanalidades que platican los humanos el viernes por la tarde.
**Aunque en algunas manos lo es, conocí un maestro de Hap Ki Do que podría destriparte con una cuchara de plástico.
Mi amigo hizo lo único que se puede hacer en esos casos: se rió. Rió y maldijo en lo más profundo de su ser a ese maldito policía que, tercamente, le había costado el doble de dinero por una multa.
De regreso, sin eventualidades por cierto, venía pensando en su siguiente paso: no sólo no pagaría la pinche multa, no sólo no pagaría su tenencia de ahí en delante, sino que haría todo lo posible por ir atropellando tránsitos en su camino y tumbando los semáforos que le fueran posibles antes que fuera detenido en su carnicería vial.
Mañana continuamos el relato, esto no se acaba aquí (por desgracia para él).
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Franklin D. Roosevelt (1933 - 1945)
Recientemente un amigo mío, quien se mantendrá anónimo para proteger a los culpables, tuvo un encontronazo con la mala suerte, con su permiso les narro su relato:
Un buen miércoles, habiendo salido del trabajo recibió una llamada de su mujer para que le hiciera el favor de llevarla a una reunión con sus amigos, lo que por supuesto implicaría echar sus planes a la basura por la tarde. Bueno, ni modo, hay que ser responsables; una de cal por tantas de arena y todo eso.
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Mala suerte: 1
Mi amigo: 0
Por supuesto, ella salió mucho más tarde de lo que le había dicho, lo que efectivamente echó la tarde/noche por la ventana.
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Mala suerte: 2
Mi amigo: 0
Cuando iba por ella en la noche, mi amigo aprendió a la mala que los semáforos de Guadalajara son como el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde: durante el día son largos y amistosos, pero durante la noche son cortos y traicioneros.
Como muchos lo hubiéramos hecho a una alta velocidad, se pasó el semáforo. Por supuesto, había una patrulla en la lateral que ni tarda ni perezosa se lanzó para multarlo.
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Mala suerte: 3
Mi amigo: 0
Aparentemente el único mamoncete policía vial honesto del estado estaba trabajando esa noche; le recogieron sus documentos y de volada le hicieron su boleta sin oportunidad de ofrecerle una mordida y reducir la pérdida de tiempo y el costo del boletín.
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Mala suerte: 4
Mi amigo: 0
Ya de regreso, su mujer le comentó que tenía un amigo en tránsito y que le iba a llamar o mandar un correo para que le ayudara. Por supuesto, como buen mamoncete que sólo contesta para lo que le conviene, jamás se volvió a saber de él*.
*Ignoro si haya algo que se pueda hacer, cuando yo estaba trabajando en la CFE me preguntaban si les podía ayudar con cortes de luz; pero realmente no hay nada que se pueda hacer desde las oficinas administrativas, de hecho puedes eliminarlas de la faz de la tierra y no creo que México perdería un segundo de luz, pero en fin.
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Mala suerte: 5
Mi amigo: 0
El jueves en la tarde ya estaba resignado para ir a pagar la multa para recibir el descuento del 50%, pero por desgracia se encontró a su suegro en calidad absoluta de mamón insufrible y le puso una regañada que por qué era tan menso para dejarse sacar un folio. Para acabarla de amolar, su mujer dejó la multa en la mesa de la casa y no pudo pagarla ese día.
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Mala suerte: 6
Mi amigo: 0
El viernes en la mañana, antes de ir a trabajar buscó el papelito pero sólo se encontró la original; probablemente se le había caído y perdido por ahí. Después de sus respectivas majaderías se lanzó a trabajar; habiendo transcurrido un pesado día investigó los horarios de atención en las recaudadoras: 8 AM a 4 PM. Mira su reloj: 3:10 PM.
Hecho alma que se lleva el diablo se lanza hacia la recaudadora más cercana; sin tráfico y con facilidad relativa para estacionarse llega y pregunta afuera de las oficinas que dónde podía pagar, le informan que en la puerta del fondo y se dirije hacia allá. Entra y se encuentra con un edificio vacío de colas.
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Mala suerte: 6
Mi amigo: 1
Estaba caminando hacia los mostradores cuando se le acerca un policía chaparro y moreno, de esos que tienen un corte de pelo que parece que se los hacen cada mañana después de ir al baño, y le dice:
"Está cerrado".
"!Pero ahí están las secretarias!" Exclama mi amigo, señalando al grupo de mujeres gallináceas detrás de los mostradores "¿Pues a qué horas cierran?" pregunta.
"A las 3:30, señor", contesta el uniformado.
Mi amigo mira su reloj: "3:32".
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Mala suerte: 7
Mi amigo: 0
Por supuesto, para esto el cuico ya estaba empuñando su escopeta como si el papelito que traía mi amigo en la mano fuera un arma peligrosa**; intentó razonar con el hombre pero no lo pudo convencer que lo dejara pasar porque las secretarias ya estaban haciendo el corte, platicando las estúpidas vanalidades que platican los humanos el viernes por la tarde.
**Aunque en algunas manos lo es, conocí un maestro de Hap Ki Do que podría destriparte con una cuchara de plástico.
Mi amigo hizo lo único que se puede hacer en esos casos: se rió. Rió y maldijo en lo más profundo de su ser a ese maldito policía que, tercamente, le había costado el doble de dinero por una multa.
De regreso, sin eventualidades por cierto, venía pensando en su siguiente paso: no sólo no pagaría la pinche multa, no sólo no pagaría su tenencia de ahí en delante, sino que haría todo lo posible por ir atropellando tránsitos en su camino y tumbando los semáforos que le fueran posibles antes que fuera detenido en su carnicería vial.
Mañana continuamos el relato, esto no se acaba aquí (por desgracia para él).
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
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