"Los regalos no significan mucho para mí. No quiero sonar cursi, pero es darme cuenta que tengo muchas personas en mi vida que me quieren, y a quien yo quiero mucho"
~ Gabriel Byrne (1950 - )
Han pasado otros 365 días, desde que estuve sentado aquí, escribiendo en mi teclado, estresado porque se aproximaba nuevamente mi cumpleaños. Cumplo, como mencioné hace un par de años, uno más de los que creí que duraría.
Oficialmente ya no reniego más, ahora los recibo con gusto. Ya han sido demasiadas lecciones, experiencias, y momentos adultos como para despreciar el regalo que es la vida.
Es entonces, casi a la mitad de la esperanza de vida promedio de un mexicano, cuando pienso ¿realmente vale la pena tener rencores? ¿Por qué estresarme por cosas que no puedo cambiar? ¿Vale la pena preocuparme por lo que las personas piensen de mi? ¿Vale la pena perder tiempo y energías lidiando con gente que no entienden que están mal, y que se están haciendo daño a sí mismas y a las personas a su alrededor?
Hace unos días llegué a la conclusión que una persona podría pasar por todas las penurias y lecciones del mundo: enfermarse, quedarse solo, encontrar a alguien especial, tener un hijo, dejar un mal trabajo, etc., y nunca cambiar; ésto debido a que uno debe QUERER ser cambiado, es nuestra decisión el dejar que esos eventos nos afecten positiva o negativamente y, opino, es nuestra responsabilidad el dejar que nos afecten positivamente. Especialmente esas experiencias que no nos suceden directamente, una lección aprendida en cabeza ajena es diez veces más valiosa.
No lo sé, temo llegar a ser un hombre amargado e intransigente, no por el miedo de quedarme solo si lo soy, sino porque sentiré que mi vida habrá sido en vano y no habré aprendido a valorar lo que tengo, por todo lo que he pasado y, gracias a esas enseñanzas, hacer la vida un poco más fácil y más agradable a las personas que me rodean.
Sí mis estimados, ese hombre que no sabía qué hacer con su coraje hace cuatro años*, que maldecía, que golpeaba cosas y hacía berrinches como niño chiquito ahora hace todo lo posible por no enfurecerse, por ser más mesurado, por ser más maduro y ser mejor persona ¿por qué? No por mí, sé perfectamente que no lo estoy haciendo por mí: es por mi esposa, por mis futuros hijos y por todas las personas que tengo a mi alrededor que ya padecen un mundo horrible, lo mejor que podemos hacer es ayudar a hacerlo un poquito mejor ¿no?
*Que interesante que esa misma entrada la publiqué exactamente hace 4 años. No me avergüenzo de ella, de lo que me avergüenzo es que me haya tomado tanto tiempo darme cuenta de mis errores y cambiar.
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Meh, estas últimas entradas han estado muy reflexivas y aburridas, y con tanta referencia los que siguen el Juego de Cantina del Diario de una Brocheta probablemente ya están hospitalizados, espero regresar el jueves con humor y majaderías.
~ Gabriel Byrne (1950 - )
Han pasado otros 365 días, desde que estuve sentado aquí, escribiendo en mi teclado, estresado porque se aproximaba nuevamente mi cumpleaños. Cumplo, como mencioné hace un par de años, uno más de los que creí que duraría.
Oficialmente ya no reniego más, ahora los recibo con gusto. Ya han sido demasiadas lecciones, experiencias, y momentos adultos como para despreciar el regalo que es la vida.
Es entonces, casi a la mitad de la esperanza de vida promedio de un mexicano, cuando pienso ¿realmente vale la pena tener rencores? ¿Por qué estresarme por cosas que no puedo cambiar? ¿Vale la pena preocuparme por lo que las personas piensen de mi? ¿Vale la pena perder tiempo y energías lidiando con gente que no entienden que están mal, y que se están haciendo daño a sí mismas y a las personas a su alrededor?
Hace unos días llegué a la conclusión que una persona podría pasar por todas las penurias y lecciones del mundo: enfermarse, quedarse solo, encontrar a alguien especial, tener un hijo, dejar un mal trabajo, etc., y nunca cambiar; ésto debido a que uno debe QUERER ser cambiado, es nuestra decisión el dejar que esos eventos nos afecten positiva o negativamente y, opino, es nuestra responsabilidad el dejar que nos afecten positivamente. Especialmente esas experiencias que no nos suceden directamente, una lección aprendida en cabeza ajena es diez veces más valiosa.
No lo sé, temo llegar a ser un hombre amargado e intransigente, no por el miedo de quedarme solo si lo soy, sino porque sentiré que mi vida habrá sido en vano y no habré aprendido a valorar lo que tengo, por todo lo que he pasado y, gracias a esas enseñanzas, hacer la vida un poco más fácil y más agradable a las personas que me rodean.
Sí mis estimados, ese hombre que no sabía qué hacer con su coraje hace cuatro años*, que maldecía, que golpeaba cosas y hacía berrinches como niño chiquito ahora hace todo lo posible por no enfurecerse, por ser más mesurado, por ser más maduro y ser mejor persona ¿por qué? No por mí, sé perfectamente que no lo estoy haciendo por mí: es por mi esposa, por mis futuros hijos y por todas las personas que tengo a mi alrededor que ya padecen un mundo horrible, lo mejor que podemos hacer es ayudar a hacerlo un poquito mejor ¿no?
*Que interesante que esa misma entrada la publiqué exactamente hace 4 años. No me avergüenzo de ella, de lo que me avergüenzo es que me haya tomado tanto tiempo darme cuenta de mis errores y cambiar.
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Meh, estas últimas entradas han estado muy reflexivas y aburridas, y con tanta referencia los que siguen el Juego de Cantina del Diario de una Brocheta probablemente ya están hospitalizados, espero regresar el jueves con humor y majaderías.
PD. !No me morí en un año, biatches! !A celebrar!
Feliz cumpleaños!!!!!
ResponderEliminarfelzi cumpleaños brocheta
ResponderEliminargracias por hacernos reir con tus entradas :-)
grats bro! DING!
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