viernes, 31 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 9)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Los Héroes de Darrowshire

"Inquebrantable como el Thorium y la fe de los Cruzados Escarlata"
~ Dicho popular en los Reinos del Este.

I

- !Ahí viene otro! - le susurró Kael a su amigo, ambos escondidos entre los arbustos en el camino que lleva hacia Heartglen, una de las ciudades controladas por la Cruzada Escarlata en las Tierras Plagadas del Oeste.
- Por la Madre Tierra Kael, este ya va a ser el cuarto - dijo Kumme poniéndose una mano sobre el rostro.
- Sí, pero de él necesito el casco - se asomó un poco más - creo que es de mi tamaño.
- Eso dijiste del anterior - habló el cazador mientras miraba hacia atrás, a los tres cruzados que yacían sin algunas piezas de armadura, todos desmayados.
- Espera - continuó el Tauren mientras caminaba en cuclillas a uno - éste está despertando.
El cruzado, de pelo rubio y desnudo del cinturón hacia arriba, miró a su alrededor aturdido, sus ojos se detuvieron en el Tauren y se desorbitaron por un momento debido al poderoso golpe en la cabeza que le propinó Kumme; El cruzado se derrumbó como saco de papas de Orgrimmar. El cazador tomó el rostro del hombre y le dió unas palmaditas para confirmar.
- Listo, todo en orden.
El plan era simple: Kael se disfrazaría de un cruzado para entrar en Heartglen, encontrar el Libro de Davil Forja de Luz, Kumme crearía una distracción y el paladín se escaparía aprovechando la confusión.
- Se acerca, brincamos a las tres - susurró Kael.
El cruzado vestía su armadura blanca con roja líneas rojas, estándar de la cruzada; su casco alado, sus botas y sus guantes eran de un brillante color rojo; encima de su pecho, portaba un tabardo blanco con una flama roja en el centro.
Los aventureros brincaron, tomándolo por sorpresa. Kael lanzó un certero golpe al casco para desencarjarlo y botarlo mientras que Kumme lo aturdía de un puñetazo en el rostro. El Tauren logró agarrar el cuerpo del hombre antes que cayera al suelo.
Los dos regresaron al escondite y Kumme echó el cuerpo a la pila de cruzados desmayados.
- No es mi culpa que hagan las armaduras tan ajustadas - se excusó Kael, mirando a la pila, los cuerpos estaban en posiciones algo incómodas y ridículas.
- Te lo recordaré la próxima vez que pidas otro pastel de carne de cerdo en Org, gordis. - le dijo, sonriente, Kumme.
- Ándale pues - contestó Kael, y se puso el casco y las hombreras.
- Sobresalen las orejas - señaló Kumme.
- Maldita sea que son incómodos estos cascos de humanos - se quejó el Elfo.
Mientras Kael se colocaba la tabarda y tomaba un mazo y escudo de uno de los caídos, Kumme rebuscaba en sus bolsas; finalmente encontró lo que buscaba.
- No te quejes, tienes que usar uno completo si no notarán el brillo de tus ojos - habló su amigo - Toma - continuó mientras le arrojaba un cilindro naranja con una mecha y un pequeño palo sobresaliendo de la parte trasera - Esto te servirá para hacer una señal; después de eso colocaré algunas granadas en la parte norte de la muralla, eso te ayudará a salir.
- Gracias ¿enciendo la mecha sólamente? - preguntó el Elfo.
- Sí, y huye como despavorido.
Kael se puso de pie, luciendo como cruzado escarlata.
- ¿No se me ve muy gordo el trasero? - preguntó, echando una mirada hacia atrás.
- Madre Tierra... - dijo Kumme dejándose caer sentado sobre la pila de cruzados, generando unos que otro gruñido incómodo - estamos perdidos.


II

La Cruzada Escarlata - o "esa bola de chiflados fanáticos" como les llaman Kumme y Kael - es una organización religiosa fundada después de la caída de Lordaeron en la tercera guerra para erradicar a los muertos vivientes. Muchos paladines y habitantes que se quedaron en Lordaeron se unieron bajo la protección de la Iglesia de la Luz para reforzarse, de ahí nació la Cruzada. Desafortunadamente, los Escarlata llevan su tarea a extremos horribles: matar a cualquiera que sospechen que sea un muerto viviente, matar a cualquiera para llegar a los muertos vivientes, o matar a cualquiera que simpatice con los muertos vivientes, y por ser un simpatizante de los muertos vivientes se entiende cualquiera que no esté de acuerdo con sus métodos. A pesar de todo, la Cruzada Escarlata tiene varios bastiones en las Tierras Plagadas lo que la hace la jerarquía más poderosa del área: Hearthglen, al noreste de Andorhal en las Tierras Plagadas del Oeste; La Mano de Tyr, en el sureste de las Tierras Plagadas del Este; la Catedral dentro de la ciudad maldita de Stratholme y el Monasterio Escarlata, localizado en una colina al noreste de la Ciudad Subterránea.
Kael hizo lo posible por caminar como un humano, mientras avanzaba en la incómoda armadura por las calles de Hearthglen. Era una ciudad impresionante para estar en medio de las Tierras Plagadas: había un aserradero, varias barracas, un establo, una herrería, varias capillas y torres de asedio. El Elfo decidió probar su suerte, pensó en el acento que tenía Carlin Redpath al hablar y trató de imitarlo, recordando sus clases de común-humano cuando formaba parte del ejército de la alianza y se acercó a un par de monjes que cruzaban el camino hacia la catedral.
- Buenos días, hermanos de la Luz - anunció ceremoniosamente, levantando la mano.
Los monjes lo miraron, confundidos.
- Buenos días - dijo uno cautelosamente.
- Vengo en excursión divina desde la Mano de Tyr - hizo una reverencia - soy el soldado Wellington, quisiera leer y empaparme de la magnificencia del libro del honorable Davil Forja de Luz ¿podrían decirme dónde está?
Uno contuvo una risa. El otro habló, apuntando hacia atrás, imitando el tono sobreactuado del Elfo.
- La magnificencia del libro se encuentra en el poderoso edificio de la municipalía, oh hermano de la Luz.
- Gracias hermano - dijo Kael con otra reverencia - que la Luz esté con ustedes. Se despidió y marchó a toda prisa bamboleándose como él creía que se movían los humanos.
Los monjes se quedaron en silencio, mirándolo caminar hasta perderse dentro del edificio.
- Mi madre, cada día están más chiflados estos reclutas - dijo uno.
- Es el aire de las Tierras del Este - dijo el otro.
Se quedaron otra vez en silencio.
- ¿Y por qué camina como su tuviera un palo metido en el...?
- Vamos Héctor - interrumpió el segundo - la Misa espera.


III

Kael entró en la municipalía, cruzó dos cuartos con las paredes forradas de libros, había sillas y mesas para leer cerca de los estantes, pero toda las sillas se encontraban patas arriba sobre las mesas.
Finalmente el Elfo entró a una gran cámara, en la pared a la izquierda, sobre pequeños atriles en el cuarto se encontraban varios libros abiertos con separadores rojos.
Se le acercó un pequeño anciano de larga barba y enormes lentes; vestía sólo una túnica roja con delineados negros.
- Usted debería estar en misa, soldado - dijo el hombre con una sonrisa en un rostro arrugado. Su voz era suave pero firme, era exactamente el tipo de voz que te imaginarías para la frase "que arda hasta que hable".
Kael se cuadró torpemente, se llevó la mano a la frente para hacer un saludo, habló sobre el !bong! que hizo su casco contra el guantelete.
- Mi señor, vengo de Mano de Tyr para leer y empaparme en la magnificencia del libro del honorable Davil Forja de Luz.
- ¿De Mano de Tyr? - preguntó el hombrecillo.
- Sí señor - Kael sintió como si estuvira viajando en un pequeño dirigible Goblin, derecho hacia la pared de una montaña en los Barrens.
- ¿Y cómo dices que te llamas jovencito?
- Soldado Wellington, señor.
- ¿Mathias Wellington o Pedro Wellington?
El dirigible estaba ahora a metros de chocar.
- Mathias Wellington, señor.
- Ah bien bien - dijo el anciano - entonces debo admitir que esto es una sorpresa, señor Mathias.
Kael sintió que el dirigible había virado furiosamente y había alcanzado a esquivar la montaña.
- ¿Por qué señor? - preguntó Kael, genuinamente nervioso.
- Porque estoy ante un milagro, Mathias Wellington cayó en combate la semana pasada.
El dirigible de Kael estalló en llamas, sentía que caía hacia el vacío, y no había Kumme con capa paracaídas que lo salvara. Tragó saliva.
- Tengo que pedirle perdón señor - dijo el Elfo.
- Claro que... - empezó el anciano, pero se detuvo, confundido - ¿por qué?
Kael le colocó un golpe en la sien con su marro. El anciano se desplomó ruidosamente.
- Por eso.
El paladín miró a su alrededor, dándose cuenta que acababa de cometer el error de no preguntar dónde estaba el libro. Avanzó hacia algunos atriles y hojeó los libros, todos tenían oraciones y plegarias, y todos se veían iguales. Escuchó pasos por la entrada y se acercó rápidamente al anciano, se puso en cuclillas como si lo estuviera revisando.
- ¿Qué sucede aquí? - tronó una voz en su espalda - ¿qué está hacie...?
- !Un hombre encapuchado entró y asaltó a este hombre! - dijo Kael, levantando la vista hacia el cruzado - !intentaba robar el diario de Davil!
El cruzado dio un paso hacia atrás, sorprendido.
- ¿El Libro de Davil? !Imposible! - miró hacia un atril en la esquina - !pero si ahí está todavía!
Kael miró hacia la esquina, sonriendo dentro de su casco.
- !Yo lo detuve, pero se dirigió hacia los establos, suene la alarma!
El cruzado asintió y salió corriendo, gritando.
El Elfo se incorporó, caminó hacia el libro forrado de azul y dorado y lo echó en su mochila; acto seguido, salió al exterior a unirse a los gritos de alarma para buscar al encapuchado.


IV

Preocupado, Kumme vio a lo lejos como los dos guardias de la entrada corrían para adentrarse en la ciudad.
- Kael, Elfo idiota... - gruñó en voz baja - ya te atraparon.
Caminó en cuclillas hacia donde estaba Sin'Dal, echado a un lado de los cruzados que estaban amarrados y amordazados a un gran árbol; cabe señalar que también estaban algo nerviosos que un enorme tigre se estuviera lamiendo las patas cerca de ellos.
- Espera aquí, Sin - habló Kumme en Taurahe, su idioma natal.
El tauren agarró su bolsa con equipo de ingeniería y se perdió en el bosque, rodeando las murallas de Hearthglen.


V

Kael corría hasta adelante de un destacamento de quince soldados que se dirigían hacia la parte sureste; cuando nadie sabe qué está sucediendo, es un respiro de aire fresco que les griten órdenes, les tranquiliza pensar que por lo menos alguien tenga idea de qué diablos hacer.
- !Vi una sombra allá atrás, en esa bodega! - gritó Kael, apuntando a un lugar aleatorio.
- !Oh Luz, ahí están los depósitos de pólvora! - exclamó otro.
- !Vamos! - dijo el Elfo, corriendo hacia la puerta.
Los soldados abrieron las puertas de la pequeña bodega, un edificio hecho de madera. Se dedicaron a revisar entre las cajas y barriles.
- !No hay nadie aquí! - gritó uno de los soldados.
- Vayan a buscar en otro lugar, me quedaré para asegurar que nadie le prenda fuego a esto. - dijo Kael.
- Buena idea - dijo un cruzado alto, rubio - Vamos muchachos, !Por la Cruzada!
El resto del pelotón coreó el grito de guerra y salieron corriendo por la puerta;
Kael se quedó solo, sonriendo para sus adentros y obteniendo un pequeño cilindro naranja de su mochila.


VI

Kael emergió de la penumbra de la bodega, discretamente cerró la puerta y giró la esquina para seguir la pared hasta la entrada.
- Si sólo el viejo Toro pudiera ver esto - se dijo a sí mismo, riendo - me diría... ¿Kumme?
El Elfo cayó aturdido por el impacto de una manaza en su casco, mientras que veía luces y estrellitas sintió que era levantado por el tabardo y estrellado contra la pared de una forma violenta.
- !Ku... mme! !Ku... mme! - gritó el paladin desesperado entre golpe y golpe.
Hubo una dolorosa pausa.
- ¿Kael? - preguntó el Tauren con una vocecilla. Con su manota tomó el casco y se lo levantó.
Kael lo miró con ojos bizcos.
- ¿Que hacessss aquí? - preguntó arrastrando la voz - oh, y trajissste a tu hermano, hola ssseñor hermano de Kumme...
Acto seguido se desmayó. El cazador le dio unas palmaditas en la mejilla.
- ¿Kael? ¿Estás?
No hubo respuesta.
- Ooops.
- !Miren, ahí está! - gritó un cruzado en el otro extremo del callejón.
- !Y tiene a uno de los nuestros! - gritó otro.
- !Por la Cruzada! - aullaron al coro los cuatro cruzados y se lanzaron hacia el Tauren.
Kumme se echó a su amigo a los hombros y se lanzó en dirección contraria; siguió la pared, andando por los callejones traseros de la ciudad, esquivando ropa tendida, gallinas, cerdos y uno que otro becerro que huía despavorido ante un enorme Tauren trotando perseguido por una cantidad cada vez creciente de soldados que gritaban furiosos. Giró a la derecha en un callejón cerrado y se adentró en la calle principal. A lo lejos se escuchó un enorme estallido. Kumme se preguntó en voz alta.
- ¿Pero qué fue es...? - el Tauren miró hacia la columna de humo que estaba donde había antes una bodega - oh.
Un pedazo de madera, muy similar al color del techo de la bodega, cayó enfrente de ellos, todavía en llamas.
- !Que no escapen! - gritó uno de los cruzados que venían detrás de ellos.
Kumme cargó hacia una carreta llena de barriles, amarrados por una gruesa cuerda, al final de la callejuela. Un cruzado saltó enfrente de él.
- !Alto ahí bestia! - gritó amenazante, mientras blandía su espada larga.
Kumme tomó a Kael de los pies y se hizo a un lado para que cayera al suelo enlodado, lo tomó fuertemente de las piernas y lo blandió como garrote, impactándose contra el cruzado y estrellándolo contra la pared. Con el impulso se lo volvió a arrojar al hombro. El Tauren se hincó y agarró la espada larga del cruzado y la usó para romper la cuerda de la carreta. Cinco enormes barriles de madera rodaron hacia la patrulla de cruzados a sus espaldas. Kumme ya corría por la calle principal cuando se escucharon los gritos de dolor y maldiciones.
- Esos van a tener que confesarse - dijo Kumme para sí.
A lo lejos, varios cruzados corrían con cubetas de agua hacia el norte. El Tauren dobló nuevamente hacia la izquierda para bajar por la pequeña colina para llegar a la puerta principal, encontró cerca de una treintena de cruzados, confundidos, mirándolo asombrados.
- !Por la Cruzada! - gritó un hombre con un gran casco dorado, y cargó hacia él con una enorme espada de dos manos, los soldados detrás le siguieron.
Kumme dio la media vuelta y huyó tan rápido como pudo hacia la pared noroeste por la calle principal. Arribó a una zona abierta donde había un par de ballestas de asedio y una catapulta. Se detuvo y miró la máquina.
- Ni se te ocurra - dijo una voz detrás de él.
- ¿Desde cuando estás despierto? - preguntó Kumme mientras que corría hacia la catapulta.
- Desde que unos chiflados nos persiguen con espadas gritando insultos.
- Casi desde el principio entonces, ¿Tienes el libro?
- Sí, en la mochila.
El Tauren saltó y arrojó a Kael en la cuchara. Aterrizó aparatosamente.
- Oh Luz, no siento las piernas - gruñó Kael, adolorido - ¿me usaste como cachiporra otra vez?
El Tauren hizo esfuerzo y giró la catapulta hacia la pared.
- Era cuestión de vida o muerte - dijo mientras entraba a la cuchara.
- Menos mal...
Desenfundó su cuchillo para despellejar animales y con él dio un corte rápido a la cuerda.
Los dos aventureros fueron lanzados por los aires, vieron toda la extensión de la ciudad, vieron los destrozos que habían causado, vieron las sorprendidas miradas de los guardias de las murallas mientras que pasaban sobre ellos, vieron árboles, arbustos y después sólo negro.

!Acompáñenos la siguiente semana para la emocionante conclusión!
!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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jueves, 30 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 8)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Los Villanos de Darrowshire

"Imagina que no tienes esperanza, imagina que no conoces la felicidad, imagina que sólo existe el frío, el odio y un hambre infinita de carne viva. ¿Hecho? Ahora imagina que es mucho peor."
~ Extracto del diario de Kumme Pezuña de Plata.


I

- ¿Y eso te permitirá respirar en el agua? - preguntó Kael, sorprendido, a su amigo.
- Claro, observa - contestó Kumme, encantado, mostrándole el casco de buzo a su amigo. Si había algo que a Kumme le gustara más que usar sus cachivaches de ingeniería era explicárselos a alguien.
- La cabeza entra y el casco se sella alrededor de tu cuello usando este pedazo de cuero flexible, luego estos pequeños tanques liberan aire poco a poco usando esta válvula de mithril.
El Tauren, usando sólo sus pantalones, se puso el casco amarillo brillante. Parecía esfera amarilla metálica, con una pequeña ventana en la parte central.
- ¿Cómo me veo? - preguntó el cazador, con una voz como si hablara dentro de una cubeta.
- Ridículo - contestó el Elfo con una sonrisa, mirando a Sin'Dal - ¿tú que opinas Sin?
El tigre se llevó ambas patas delanteras al rostro, tapándose los ojos.
- ¿Ves?
Kumme miró a su tigre, dolido.
- Lástima, te había hecho uno para tí también...
Los aventureros estaban de pie en la orilla del verdoso lago MaderaNegra en la región central de las Tierras Plagadas del Este. Caía una ligera llovizna. Fue en este lago dónde se supone que se arrojó el cráneo de Horgus el Destructor, el Lord Necrófago que hirió de muerte a Davil Forja de Luz.
El Tauren se preparó para arrojarse dentro.
- Espera Kumme - dijo su amigo, hurgando en su mochila.
El Elfo le entregó una bolsa café de tamaño mediano, echa el cráneo dentro de la bolsa, trata de no tocarlo. Se trata de los restos de un Lord Necrófago, quien sabe qué poderes tenga.
El Tauren tomó la bolsa y se empezó a adentrar en la helada agua. Poco a poco se adentró y fue disminuyendo de tamaño hasta que desapareció.
- Y que la Luz esté contigo... - susurró el paladín.


II

Kumme descendió poco a poco, ajustándose a la luz entre la fétida agua verdosa a su alrededor. A lo lejos, escuchaba el choque de espadas.
Trató de aislar el sonido después de unos momentos.
- ¿Una pelea? - dijo en voz baja.
Descendió más hasta llegar al fondo lleno de piedras blancas, irregulares. Una inspección más cercana le hizo darse cuenta que eran huesos. Levantó la vista y a lo lejos vió varias siluetas, parecía que estaban bailando unas con otras; sacó su cuchillo de su funda y nadó hacia las sombras.
A su alrededor, una veintena de espectros, algunos humanos, otros horribles muertos vivientes, luchaban a su alrededor; al parecer el agua no les afectaba, pues se movían tan rápido como si estuvieran sobre tierra firme.
Kumme nadó poco a poco entre ellos, observando cómo peleaban, nadie le hacía caso. Bajó las pezuñas al suelo el suelo y caminó lentamente entre ellas.
Los espectros luchaban entre sí, intercambiaban golpes y algunos caían, pero inmediatamente después volvían a aparecer para continuar luchando en un ciclo eterno.
El Tauren escuchaba gritos, disminuidos por las paredes del casco, pero con algo de atención podías escuchar súplicas de amigos a sus amigos que no los mataran, de mujeres a sus esposos que no les hicieran nada y gritos de acuse de traición.
Kumme nadó hacia atrás hasta que tocó una piedra con la pata derecha que lo hizo estremecerse por el frío absoluto que recorrió su ser.
Los pensamientos de Kumme se nublaron, perdió fuerzas y se dejó flotar, su mente en shock por lo que veía.
El cazador abrió los ojos y sus manos eran otras, huesudas, filosas; tenía hambre, se vió a sí mismo a lo largo de muchas batallas, lidereando hordas de muertos vivientes; se vió a sí mismo destripando gente y luego devorándolos; se vió a sí mismo persiguiendo mujeres, niños, hombres, sembrando la muerte a donde iba; cerró los ojos nuevamente.
Se despertó con un fuerte sabor a sangre en la boca. Estaba flotando lentamente, ya no había espectros a su alrededor y tenía un horrible cráneo en las manos; no sabía cuánto tiempo había transcurrido.
Se despabiló y echó el cráneo en el saco, luego nadó hacia la superficie.
Emergió a medio lago para ver a lo lejos a su amigo que le hacía señas. Le contestó el saludo y nadó hacia la orilla. Cuando llegó arrojó la bolsa y se salió del agua apestosa, se sentía todo exhausto, aporreado, drenado. Se quitó el casco y respiró el aire nauseabundo de las Tierras Plagadas.
- ¿La encontraste Gran Toro? - preguntó Kael mientras que estiraba la mano hacia el saco en el suelo.
- !No! - gritó Kumme, y le lanzó su mano para tomarlo del antebrazo.
- ¿Qué sucede viejo amigo? - preguntó el Elfo, sorprendido.
- No, Kael - jadeó el Tauren recordando las experiencias vividas por el aura del Lord Necrófago - no la toques, ahora entiendo lo que vivieron en Silvermoon tú y los tuyos - se dejó caer, sentado, con las manos en el rostro - no la toques... Tu... tu ya viste demasiado.


III

- ¿Estás bien Kumme? - preguntó Kael, preocupado - no has dicho nada en todo el camino hasta el Cruce de Corrin.
Los aventureros habían avanzado por el camino, lejos de la mayoría de la fauna plagada y salvaje de las Tierras Plagadas; avanzaban caminando lentamente hacia la Cicatriz Infectis.
Kumme no contestó. No le podía decir que se había visto abriéndole el tórax a hachazos mientras que se burlaba, no tenía el estómago para describirle lo que había hecho en sus visiones como el Lord Necrófago.
Los dos aventureros arribaron a la Cicatriz Infectis, una zanja de como un kilómetro de largo y varios metros de profundidad hecha en la tierra. Desmontaron, alistaron sus armas y descendieron en la brecha.
Descendieron y se perdieron en las sombras, sombras que poco a poco comenzaron a tomar forma, sombras que poco a poco comenzaron a luchar entre sí.
- Es como te lo decía, Kael - habló Kumme, sombrío - es lo que Chromie mencionaba. Las almas de los defensores de Darrowshire están encerrados en ese momento...
- ...En un ciclo interminable... - terminó el Elfo, viendo como una sombra era decapitada e inmediatamente se volvía a formar para continuar peleando.
- La espada debe estar cerca - habló Kumme, esculcando en su bolsa para obtener una cruda linterna. Presionó un botón y un haz se proyectó en el suelo.
Ambos aventureros buscaron en el suelo por unos momentos, hasta que un brillo metálico llamó su atención.
- ¿Será eso? - preguntó Kael.
- Hay una forma de averiguarlo - respondió Kumme, mientras acercaba una mano.
Se detuvo. El ruido a su alrededor había terminado. Todos los espectros los miraban, expectantes.
El Tauren se agachó y tomó el filo roto del arma.
Kumme estaba esperando el golpe mental esta vez, y ello lo ayudó a resistir un poco; cuando tomabas uno de estos horribles artefactos sentías que tu mente se abría como quien usara una barra de acero para romper una cerradura; tu alma, tu fe, tu felicidad, eran violadas sin misericordia; sólo sentías frío, muerte y odio. Kumme había escuchado la expresión "morir un poco por dentro", esto era exactamente lo que se sentía.
Los espectros desaparecieron. El ténue brillo que emitían desapareció y los compañeros se quedaron en tinieblas. y lo envolvió con varios pedazos de tela, para echarlo en la misma bolsa que el horrible cráneo, también recubierto por varias telas.
- ¿Estás bien, compañero? - preguntó Kael, colocando una mano enguantada en la espalda de su compañero quien había caído de rodillas.
- No - contestó éste, sombrío - En el nombre de la Madre Tierra, te juro que no estoy bien.
Se incorporó dolorosamente.
- Pero sé que lo que estoy pasando en estos momentos no es ni una mínima parte de lo que éstas pobres almas están sufriendo.

!Saludos!

Atte,
El Kushiage
~ ¿Alguien tiene una mejor traducción para "ghoul" que necrófago? XD

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miércoles, 29 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 7)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

El Hermano Carlin y Los Anuarios Extendidos de Darrowshire

"Un ser puede cambiar el futuro, eso lo sé. Miren a Arthas Menethil, miren a Thrall hijo de Durotar ¿Pero puede un ser cambiar el pasado? ¿Pueden un Elfo, un Tauren, un Hombre y un Gnomo?"
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon


I
Anexo a los Anuarios de Darrowshire

El Destino de Horgus el Destructor

Horgus, en Lord necrófago, cayó en la Batalla de Darrowshire. Pero el mal dentro de él no se había disipado. Las fuerzas victoriosas del Azote de los Muertos Vivientes arrancaron su cráneo del campo de batalla en Darrowshire, cargándolo con ellos para sembrar el terror entre los vivientes que enfrentaban.

Días después, el destacamento de muertos vivientes que poseía la cabeza fueron derrotados por Paladines de la Mano Plateada. La cabeza de Horgus fue arrojada en el Lago MaderaNegra.

El Destino de Marduk el Negro

Marduk sobrevivió la Tercera guerra, causando gran muerte y sufrimiento con su espada rúnica perversa. Aunque Marduk todavía vive, su espada se perdió en una batalla cerca del Cruce de Corin. Un capitán Enano destruyó la espada en su escudo encantado, forzando a Marduk a huir y ganando la batalla para la Alianza.

La espada de Marduk se hundió en la tierra y la corrompió, carcomiéndola hasta hacer un agujero en la tierra ahora conocido como la Cicatriz Infectis.


El Destino de Davil Forja De Luz

Davil Forja de Luz murió en la Batalla de Darrowshire, pero su valentía inspiró a la Alianza a lo largo de la guerra.

Su libro, su "Libro de Paladín", fue recuperado por tropas de la Cruzada Escarlata. Ahora reside en la municipalía de la ciudad de Hearthglen, constantemente leído por los cruzados ansiosos de obtener fuerza de las enseñanzas de Davil.


El Destino de Joseph Redpath

Joseph Redpath murió durante la Batalla de Darrowshire. Su espíritu fue corrompido y tomó una nueva forma, esta criatura esparció una gran maldad sobre Lordaeron.

Finalmente, al este de Andorhal en la Marchitez de Gahrron, el corrupto Redpath fue derrotado por las fuerzas de la Alianza. Su escudo aún recide cerca del granero de la granja plagada, y constantemnte seguidores del Azote de los Muertos vivientes son atraídos al recuero de su maldad.


El Destino de Carlin Redpath

Hermano al capitán Joseph Redpath, Carlin cayó durante la batalla de Darrowshire, pero aunque fue horriblemente herido, no murió.

Días después de la batalla, agentes del Amanecer Plateado encontraron a Carlin errante, débil por la sed y la fiebre, cerca del Cruce de Corin. Atendieron sus heridas y lo llevaron a la Capilla de la Esperanza de la Luz.

Agradecido por su caridad, Carlin se unió a las filas del Amanecer Plateado y ahora pelea una batalla de venganza contra el Azote de los Muertos Vivientes.

- Incluso habla sobre mí - dijo Carlin Redpath, con lágrimas en los ojos - recuerdo esa noche como si hubiera sido ayer.
- Para muchas almas esa batalla sí fue ayer, señor Carlin - habló Kael, dando un sorbo a la taza de sopa caliente - y la reviven una y otra y otra vez.
Kumme, Kael, Carlin y Sin'Dal estaban sentados alrededor de una fogata en la Capilla de la Esperanza de la Luz, dos días después de haber hablado con Chromie en Andorhal; tomaban sopa caliente de verduras que el hombre había preparado, no portaban sus armaduras y sólo usaban unas cobijas sobre sus hombros para protegerse del frío de la madrugada; mientras hablaban, el tigre roncaba plácidamente panza arriba cerca del fuego. Kumme tomó un palo y discretamente retiró la cola del tigre de encima de una rama ardiendo.
- Todavía no se recupera de aquella herida - dijo el cazador, triste - todavía no siente nada en la cola.
- ¿Dicen que lo obtuvieron de una gnomo maga en Andorhal? - preguntó Carlin.
- Sí, además nos pidió que le entregáramos esta carta - contestó Kumme, al tiempo que metía su mano en la mochila y sacaba un sobre.
- Lo que me cuentan es increíble, cómo hablaron con mi hermana, cómo entraron y anduvieron por las calles de Andorhal...
Carlin rompió el sobre y sacó la carta. Después de unos momentos explicó.
- Dice que ella es una amiga, y que puede ayudar a arreglar las cosas en el pasado; puede hacer un hechizo para cambiarlo, pero para ello necesita artefactos para enfocar las energías del tiempo.
- ¿Artefactos? - preguntó Kael.
- Reliquias - explicó Carlin - objetos de gran poder que invoquen recuerdos sobre ese punto en el tiempo.
- ¿Por ejemplo? - esta vez fue Kumme quien habló.
- La espada rota de Marduk el Negro, el cráneo de Horgus, el Libro de Davil y el escudo de mi hermano; además menciona que necesita cráneos de los defensores que hayan sido hechos muertos vivientes después de la batalla.
Todos guardaron silencio.
- Es difícil para mí pedirlo - dijo Carlin después de unos momentos - especialmente por todo lo que ya han hecho por nosotros los Redpath, pero cambiaría mi alma por la de Pamela si pudiera.
- ¿Nos pide que obtengamos las reliquias, señor Carlin? - habló Kael.
- Por favor, sin el "Señor" - contestó éste - desde hoy ustedes y yo somos hermanos, independientemente de la raza o de la facción a la que pertenezcamos.
- No lo pido por mí, sino por mi sobrina Pamela - continuó - de las atrocidades que cometió su padre, ella no tiene culpa.
Carlin cerró la mano, arrugando la hoja.
- Tu hermano estuvo muerto desde el momento que lo corrompieron - habló el paladin - él no cometió esos actos, él era sólo una concha, una extensión del Rey Lich.
El hombre suspiró.
En la mañana partiré con un contingente de hombres para cazar muertos vivientes, regresaremos con los cráneos recogidos según las instrucciones de la maga.
- Nosotros iremos por las reliquias entonces - dijo Kumme - cuente con nosotros.
Los tres guardaron silencio, mirando al fuego.
- No tengo nada que darles - habló Carlin, triste.
- Cuidas a nuestras monturas, nos das de tu comida y un techo para pasar la noche - contestó Kumme - ¿y dices que no tienes nada que darnos?
- Gracias - susurró el hombre bajando la cabeza. Levantó su taza - !por Pamela!
- !Por Pamela! - corearon el Elfo y el Tauren.
El trío continuó comiendo en silencio.
- Aunque sí tuvieras... - dijo de pronto el cazador.
- Kumme, por favor n...
- Si tuvieras dinero para que él lo regalara a los mendigos, sería fabuloso.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

PD. Para los ñoños de wow: Si entran a "The Culling of Stratholme" y recorren las casas de las afueras de la ciudad, podrán ver a muchos ciudadanos que ahora vagan como espectros en Stratholme, y entre ellos verán a la familia Redpath completa en una casa. También está la muñeca.

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