lunes, 3 de agosto de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 10)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Reescribiendo la Historia de Darrowshire

"He visto muchas cosas, que podrían hacer a un hombre preguntarse,
he visto muchas cosas, que podrían romper el corazón de un hombre,
pero la única cosa que no me deja ir, que me persigue hasta mi alma ardiente,
es el día que encontré a Pamela vagando en Darrowshire"
~ Darrowshire, canción escrita por Cranius.


I

Kumme dejó caer el escudo de Joseph Redpath, chocó en el suelo con un golpe seco y se hundió en el lodo. Caía una ligera llovizna.
- ¿Los ves tú también, Kael? - preguntó a su amigo, quien estaba de pie a un lado de él, con las armas en alto.
- Sí - respondió aquél.
- Menos mal, creía que ya me había vuelto loco.
Sin'Dal gruñó amenazante.
Los dos aventureros y el tigre estaban de pie enfrente del granero en la Marchitez de Gahrron, al este de Andorhal. Habían encontrado el viejo escudo justo donde habían leído que había caído. Ahí, en medio de la granja arruinada y abandonada, enfrente de los restos de un enorme caldero del Azote de los Muertos Vivientes, habían levantado el escudo del corrupto Joseph Redpath. Se encontraban rodeados de espectros, todos vestían armaduras ligeras, casi improvisadas; también portaban espadas largas y escudos blancos, cuadrados. Casi todos hablaron al mismo tiempo:
- !La Luz debe Prevalecer!
- Capitán Redpath ¿cómo pudo traicionarnos?
- !Terminen con nuestro sufrimiento!
- !Deben salvarlo!
- !Fui devorado por Horgus! !Todavía siento sus dientes en mi carne!
- !Cuidado con Marduk! !Tengan cuidado o su fuerza se marchitará!
Repitieron varias veces las mismas frases, y después de unos momentos, desaparecieron.
Los aventureros se quedaron de pie, en la llovizna, consternados.
- Vamos Kael - dijo Kumme mientras ponía una mano sobre el hombro de su amigo - Es hora.


II

Kael y Kumme viajaban lentamente sobre sus monturas por los caminos de las Tierras Plagadas del Este. Habían pasado tres días desde que obtuvieron todos las reliquias, habían viajado a la Capilla de la Esperanza de la Luz para charlar con Carlin Redpath y recoger los cráneos que había pedido Chromie; se habían adentrado nuevamente en la ciudad de Andorhal y emergido con una bolsa mágica que contenía los objetos ya preparados; y ahora, el trío viajaba de regreso hacia Darrowshire, acompañados por una pesada lluvia. Kael iba al frente, guiando al kodo "Daisy" mientras Kumme dormía sobre él. Intranquilo, Kael repasaba la conversación con Chromie.

- Ahora, mis queridos amigos - dijo la gnoma, sonriente - participarán en la batalla de Darrowshire, y salvarán a Joseph Redpath.
- ¿Nosotros dos bastaremos? - preguntó Kumme.
- Carlin Redpath podría acompañarnos - sugirió Kael - estoy seguro que él...
- !No! - dijo Chromie. Y cuando lo dijo sonó como un rugido a lo lejos, los ojos de la gnoma centellearon de un color metálico por una fracción de segundo. Cuando continuó, lo hizo muy seria.
- El tiempo puede alterarse un poco, puede estirar y aflojar, pero demasiado puede romperlo con resultados catastróficos.
La gnoma bajó la cabeza y les dijo con expresión sombría.
- La historia debe seguir su curso. Carlin no... No entendería; no comprendería lo que debe hacerse.
La gnoma miró a Kael, y éste sintió que sus ojos lo atravesaban, escuchó dentro de su mente: "Tu sabrás, hijo de Silvermoon, lo que debe hacerse".

Un relámpago trajo a Kael de regreso a la realidad. A lo lejos, al sureste del camino, se alcanzaba a divisar las ruinas de Darrowshire.

Tiempo después, Kumme y Kael caminaban sobre los lastimados adoquines de la plaza principal. De acuerdo a las instrucciones de Chromie, Sin'Dal no podía viajar con ellos; era impredecible lo que un tigre podía hacer en el pasado según ella. La pareja alistó sus armas, entregaron pequeñas plegarias a sus distintas deidades y se postraron ante la destruida fuente en el centro de la villa.
- Otra vez juntos al borde del precipicio, Kael - dijo el Tauren, estirando el brazo que cargaba la pesada bolsa con los artefactos.
- Que la Luz esté con nosotros, viejo amigo - contestó el Elfo.
- Por Pamela - dijeron al unísono.
Kumme soltó la bolsa y ésta flotó, iluminada por un brillo tenue. Sintieron una vibración, un vacío que los alcanzaba y los llenaba; tuvieron la sensación de caer hacia atrás con gran velocidad; cerraron los ojos después de unos momentos y repentinamente la lluvia desapareció, siendo reemplazada por el calor del sol.
Los aventureros abrieron los ojos y gritaron.
- ¿Kumme? - preguntó el antes Elfo a su amigo.
- ¿Kael? - contestó el antes Tauren.
Se miraron el uno al otro y luego a sí mismos, se veían como humanos. Portaban las mismas armaduras y se sentían igual, sólo que tenían puesta una ilusión que los hacía humanos.
- ¿Dónde estamos? - preguntó Kumme, mirando a su alrededor.
- Parece que en Darrowshire - contestó Kael, dudando. Se hincó para acariciar las lozas del suelo, luego miró a su alrededor a las casas en pie - hace unos años.
Escucharon vítores desde la entrada del pueblo. Giraron para ver a lo lejos una larga línea de soldados vestidos con armaduras ligeras, casi improvisadas; usaban espadas largas y escudos blancos cuadrados. Entre ellos algunos resaltaban, estaba un hombre que portaba un enorme escudo con el emblema de la Mano Plateada, y otros con escudos más pequeños, todos con armaduras blancas. Enfrente de la hilera, hablaba un hombre que caminaba de un lado a otro, gritando; la línea contestaba con afirmaciones o negaciones a sus preguntas, y vitoreaban.
- Parece que llegamos justo a tiempo - dijo Kumme - vamos.
Los dos corrieron y se acomodaron en la hilera.
Estaban en un tiempo en donde las Tierras Plagadas aún no eran tales, pasto verde, árboles sanos y un cielo azul intenso reemplazaban las versiones marchitas de los mismos. Kael sintió un golpe de nostalgia.
- !Los echaremos de nuestro hogar como lo hicimos la primera vez! - rugió Joseph Redpath, quien usaba una armadura plateada con los bordes tintos. El hombre tenía pelo negro corto y una barba de candado. La multitud vitoreó.
- Cuando estén ahí adelante - continuó, extendiendo su espada hacia la colina, de donde se veían emerger algunos esqueletos y necrófagos - mirando a la muerte de frente, recuerden que no sólo pelean por ustedes, y por sus hermanos aquí !pelean por sus familias, por sus hijos, por sus nietos y por todos los descendientes de Darrowshire!
- !Por Darrowshire! - rugió la multitud
- !Por Darrowshire! - contestó Joseph, levantando su espada al cielo.
La multitud coreó la frase una y otra vez, elevando sus espadas al cielo.
- !Y ahora, hermanos! - gritó Joseph, girando hacia el ejército de los muertos vivientes que ya descendía por la colina - !a la guerra!
- !Por Darrowshire! gritó la línea, nuevamente.
Joseph cargó hacia adelante, seguido de la milicia de Darrowshire, los paladines de la Mano Plateada y dos aventureros que hasta ese momento se dieron cuenta que no sabían realmente lo que tenían que hacer.

!Por Darrowshire!

Atte,
El Kushiage

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