Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire
La Pequeña Pamela
"¿Puede un alma trascender el tiempo y el espacio? ¿Puede la Luz darle voz? ¿Puede le deseo de la vida vencer a la muerte?"
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon.
I
- ¿Te queda algo de carne seca, Kumme? - preguntó el Elfo mientras rebuscaba en su bolsa vacía.
- No, pero apuesto a que a los mendigos en Everlook sí - dijo burlón el gran Tauren.
Kael miró a su amigo con una mueca, hacia arriba, por supuesto, pues montaba sobre su enorme Kodo "Daisy", un animal enorme parecido a un rinoceronte, gris con café, de enormes patas como de elefante y una mirada determinada. Sólo uno de estos animales puede cargar a un Tauren. Kael viajaba sobre su caballo de guerra, un espíritu liberado durante su última prueba como Caballero de Sangre de Silvermoon; el animal poseía una barda roja con bronce, con flanqueras de color rojo sangre. Un ligero brillo rojizo rodeaba al animal, sus ojos negros como la noche sin luna, no tenían emoción.
Kumme le arrojó un pedazo de carne a su amigo y se echó hacia atrás en su silla de montura, para descansar mientras esperaban al grupo.
La caravana había llegado al Punto de VientoGélido, un pequeño campamento controlado por la Alianza localizado en las Tierras Plagadas del Este, al sur de la ciudad perdida de Andorhal. Fue en ésta ciudad donde Arthas resistió el sitio del Azote de los Muertos Vivientes hasta que fue liberado por refuerzos de Lordaeron, hace años. A pesar que el Amanecer Plateado no tenía inconveniente en aceptar miembros de la Horda o de la Alianza entre sus filas, era mucho mejor permanecer fuera de los campamentos que controlaba la otra facción. Kumme y Kael observaban desde lo lejos.
- Este lugar me da escalofríos - dijo por fin el Tauren, rompiendo el silencio.
Y vaya que había silencio, en las Tierras Plagadas se siente el frío y el silencio de la muerte, se siente el dolor de los condenados. El cielo es gris, hay una tenue neblina verde-grisácea siempre presente y huele como a podrido. Los árboles tienen asquerosas protuberancias, como si fueran horribles tumores, en los troncos. Las ardillas y cervatillos que alcanzas a divisar están cubiertas de pústulas y sus ojos están nublados, blanquecinos, ojos que ven sin ver. El pasto seco, muerto, tenía un color cenizo; claramente la vida había decidido irse a otro lugar y dejar todo como estaba, una concha de su existencia previa.
- Así se veía Silvermoon cuando atacó Arthas y corrompió el Pozo del Sol, fuente de toda nuestra magia; de no haber sido por...
Sin 'Dal dejó escapar un gruñido de alerta a un tímido hombre en armadura plateada que se acercaba.
- !Quieto Sin! - Gritó Kumme con una voz firme, el tigre dejó de gruñir y comenzó a rodear al hombre - ¿Sí Mikahelus?
- L... los víveres ya fueron descargados señores - empezó, nervioso por el tigre que le rodeaba por la espalda - partimos inmediatamente.
- !Pero caerá la noche a medio camino! - contestó el Cazador.
- Pasaremos la noche en la plaza de la ciudad abandonada de Colina de la Tristeza, al este. Según reportes no se ha presentado actividad de no-muertos desde hace semanas.
- ¿Es esa una buena decisión, Mikahelus? - preguntó Kael.
- La Luz está con nosotros, Caballero de Sangre - dijo agregando desprecio al título - es preferible pasar la noche en las Tierras Plagadas del Oeste que cerca de Stratholme.
Kael pensó por unos momentos. La legendaria ciudad maldita de Stratholme. Fue ahí donde Arthas disolvió la Orden de paladines de La Mano Plateada y desterró a su amigo y mentor Uther El-Que-Nos-Trae-La-Luz por no querer ayudarle a masacrar a los habitantes. Ciertamente ellos ya estaban perdidos por haber sido infectados por la plaga, pero se rumora que las atrocidades cometidas en esa ciudad fue lo que empezó a lanzar a la perdición el alma del joven príncipe; desde entonces las más obscuras criaturas habitan sus calles en llamas.
El elfo miró a su amigo y suspiró.
- Tiene razón - dijo, entre los gruñidos de Sin'Dal.
II
- !Haremos campamento aquí! - gritó el capataz de la expedición. Un enano ancho y fuerte de larga barba rojiza, enorme nariz, aliento a cerveza y un genio de los mil demonios. También era capaz de escupir una serie de groserías que haría que un Orco se ruborizara, pero Kumme y Kael habían llegado a la conclusión que era parte del currículum para ser un capataz de caravanas.
Las tres carretas cargadas de víveres y sus escoltas se detuvieron en la fuente de la plaza principal. Colina de la Tristeza había sido una de las primeras villas en caer al Azote de los Muertos Vivientes y el pésimo estado de sus construcciones lo confirmaba.
En la plaza redonda había cuatro casonas de dos pisos que rodeaban el lugar formando una equis con los caminos. Una vez preparadas fogatas alrededor del campamento y que las tiendas habían sido levantadas, se asignó la guardia. Como siempre, Kumme y Kael tomaron la primera. Dos horas habían pasado desde que la mayoría del campamento se había dormido, y los dos amigos estaban sentados alrededor de una fogata, echando pedazos de madera muerta para alimentarla.
- Éste es un excelente lugar para una emboscada - dijo el Tauren mientras que acariciaba a Sin'Dal en el lomo.
- Para tí todos los lugares son excelentes para una emboscada - le dijo su amigo con una risa en la voz.
- Ahí está la diferencia entre el buen cazador y el excelente cazador mi amigo - continuó el Tauren mientras ahora pasaba a acariciar la barriga del enorme tigre - el buen cazador persigue, pero el excelente cazador espera.
- ¿Acaso no hay fin para la sabiduría del gran Kumme?
- No puedes culparme por querer que algo se te embarre por casualidad.
Ambos compañeros rieron y continuaron observando el fuego en silencio. Después de un rato, Kael se dio cuenta que su amigo había caído dormido y él y su tigre roncaban uno a un lado del otro. Kael echó una cobija sobre su amigo y se sentó a continuar alimentando el fuego, perdido en sus pensamientos.
Por el rabillo de su ojo, a la derecha, observó movimiento dentro de una de las casas, en la ventana.
- !Kumme, Kumme! - dijo, tomando su mazo y su escudo que tenía cerca - !Creo que hay algo allá arriba!
El Tauren se revolvió incómodo, murmurando en voz baja. Kael se acercó a él y lo sacudió, intentando despertarlo con unas cachecatas en sus enormes mejillas, no funcionó. Sin embargo el tigre, Sin'Dal, ya se estaba incorporando, alerta.
Kael miró hacia su armadura negra con rojo sangre en el suelo y contempló el colocársela, pero volvió a ver el destello por la ventana.
- Quédate aquí y cuida a Kumme, Sin - le dijo al tigre haciendo el mismo ademán que usaba el cazador para indicarle que estuviera en guardia.
Tomó su mazo y su escudo, haciendo una pequeña plegaria su mazo se iluminó con magia divina y avanzó hacia la casa.
El paladín entró a la vieja casona, sólo iluminando con la tenue luz blanca que emergía de su mazo. Entró en el destartalado comedor, sillas y mesas viejas destrozadas cubiertas de una capa de polvo lo recibieron. A la derecha tenía un pequeño recibidor y una escalera, también cubierta de polvo. Se concentró por unos momentos y se enfocó en detectar muertos vivientes a su alrededor. Nada. Avanzó unos pasos más y miró hacia arriba, un candelabro pendía del techo, lleno de telarañas. Continuó avanzando hasta que llegó a las escaleras y las pisó con un pie precavido, subió hasta la estancia donde terminaba la escalera, que crujió dolorosamente bajo su peso.
Se concentró en sentir muertos vivientes nuevamente, y sintió una pequeña presencia cerca de él, para ser precisos, a su espalda.
Giró para encontrarse frente a frente con una mujer incorpórea, blanca y translúcida con una mirada seria y triste. Kael lanzó una exclamación de sorpresa y se fue de espaldas, tropezándose con una vieja mesita y cayendo estruendosamente.
Se incorporó rápidamente y cargó su mazo de energía divina, iba a exorcizar al espectro pero se detuvo; ella tenía un aire familiar.
- ¿Jessica? - dijo Kael muy quedo - ¿Jessica Redpath?
El espectro se difuminó por un momento, pero luego cobró nitidez y se acercó, habló con una voz que se sentía como agujas clavadas en el corazón.
- M... Marlene - habló el espíritu.
- Marlene... ¿Redpath? - preguntó Kael bajando su escudo ligeramente.
El espectro asintió. La mujer vestía ropa blanca, con mangas naranjas y un cinturón de tela negra. Su pelo, rubio como el de Jessica, volaba a sus espaldas. Su rostro, tan similar también, se veía cansado, preocupado, angustiado.
- ¿Qué es lo que quieres? - continuó el paladín.
- P... Pamela - balbuceó el espectro.
- ¿Pamela Redpath? ¿Qué fue de ella?
- Muchos de los nuestros murieron... Muchos murieron, o peor, en la batalla de Darrowshire - el espectro se difuminó por unos instantes - La escondí, a mi sobrina, en una casa... En Darrowshire... Búscala...
El espectro comenzó a desvanecerse.
- !Espera! - gritó Kael extendiendo una mano hacia ella.
- Hay muchos... - continuó el espectro mientras se difuminaba totalmente - Ayúdalos...
Kael quedó sólo en el cuarto, su corazón latiendo rápidamente, su mazo se apagó en sus manos.
- Por la Luz - se preguntó a sí mismo en la obscuridad - ¿qué sucedió en ese lugar?
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
Índice:
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon.
I
- ¿Te queda algo de carne seca, Kumme? - preguntó el Elfo mientras rebuscaba en su bolsa vacía.
- No, pero apuesto a que a los mendigos en Everlook sí - dijo burlón el gran Tauren.
Kael miró a su amigo con una mueca, hacia arriba, por supuesto, pues montaba sobre su enorme Kodo "Daisy", un animal enorme parecido a un rinoceronte, gris con café, de enormes patas como de elefante y una mirada determinada. Sólo uno de estos animales puede cargar a un Tauren. Kael viajaba sobre su caballo de guerra, un espíritu liberado durante su última prueba como Caballero de Sangre de Silvermoon; el animal poseía una barda roja con bronce, con flanqueras de color rojo sangre. Un ligero brillo rojizo rodeaba al animal, sus ojos negros como la noche sin luna, no tenían emoción.
Kumme le arrojó un pedazo de carne a su amigo y se echó hacia atrás en su silla de montura, para descansar mientras esperaban al grupo.
La caravana había llegado al Punto de VientoGélido, un pequeño campamento controlado por la Alianza localizado en las Tierras Plagadas del Este, al sur de la ciudad perdida de Andorhal. Fue en ésta ciudad donde Arthas resistió el sitio del Azote de los Muertos Vivientes hasta que fue liberado por refuerzos de Lordaeron, hace años. A pesar que el Amanecer Plateado no tenía inconveniente en aceptar miembros de la Horda o de la Alianza entre sus filas, era mucho mejor permanecer fuera de los campamentos que controlaba la otra facción. Kumme y Kael observaban desde lo lejos.
- Este lugar me da escalofríos - dijo por fin el Tauren, rompiendo el silencio.
Y vaya que había silencio, en las Tierras Plagadas se siente el frío y el silencio de la muerte, se siente el dolor de los condenados. El cielo es gris, hay una tenue neblina verde-grisácea siempre presente y huele como a podrido. Los árboles tienen asquerosas protuberancias, como si fueran horribles tumores, en los troncos. Las ardillas y cervatillos que alcanzas a divisar están cubiertas de pústulas y sus ojos están nublados, blanquecinos, ojos que ven sin ver. El pasto seco, muerto, tenía un color cenizo; claramente la vida había decidido irse a otro lugar y dejar todo como estaba, una concha de su existencia previa.
- Así se veía Silvermoon cuando atacó Arthas y corrompió el Pozo del Sol, fuente de toda nuestra magia; de no haber sido por...
Sin 'Dal dejó escapar un gruñido de alerta a un tímido hombre en armadura plateada que se acercaba.
- !Quieto Sin! - Gritó Kumme con una voz firme, el tigre dejó de gruñir y comenzó a rodear al hombre - ¿Sí Mikahelus?
- L... los víveres ya fueron descargados señores - empezó, nervioso por el tigre que le rodeaba por la espalda - partimos inmediatamente.
- !Pero caerá la noche a medio camino! - contestó el Cazador.
- Pasaremos la noche en la plaza de la ciudad abandonada de Colina de la Tristeza, al este. Según reportes no se ha presentado actividad de no-muertos desde hace semanas.
- ¿Es esa una buena decisión, Mikahelus? - preguntó Kael.
- La Luz está con nosotros, Caballero de Sangre - dijo agregando desprecio al título - es preferible pasar la noche en las Tierras Plagadas del Oeste que cerca de Stratholme.
Kael pensó por unos momentos. La legendaria ciudad maldita de Stratholme. Fue ahí donde Arthas disolvió la Orden de paladines de La Mano Plateada y desterró a su amigo y mentor Uther El-Que-Nos-Trae-La-Luz por no querer ayudarle a masacrar a los habitantes. Ciertamente ellos ya estaban perdidos por haber sido infectados por la plaga, pero se rumora que las atrocidades cometidas en esa ciudad fue lo que empezó a lanzar a la perdición el alma del joven príncipe; desde entonces las más obscuras criaturas habitan sus calles en llamas.
El elfo miró a su amigo y suspiró.
- Tiene razón - dijo, entre los gruñidos de Sin'Dal.
II
- !Haremos campamento aquí! - gritó el capataz de la expedición. Un enano ancho y fuerte de larga barba rojiza, enorme nariz, aliento a cerveza y un genio de los mil demonios. También era capaz de escupir una serie de groserías que haría que un Orco se ruborizara, pero Kumme y Kael habían llegado a la conclusión que era parte del currículum para ser un capataz de caravanas.
Las tres carretas cargadas de víveres y sus escoltas se detuvieron en la fuente de la plaza principal. Colina de la Tristeza había sido una de las primeras villas en caer al Azote de los Muertos Vivientes y el pésimo estado de sus construcciones lo confirmaba.
En la plaza redonda había cuatro casonas de dos pisos que rodeaban el lugar formando una equis con los caminos. Una vez preparadas fogatas alrededor del campamento y que las tiendas habían sido levantadas, se asignó la guardia. Como siempre, Kumme y Kael tomaron la primera. Dos horas habían pasado desde que la mayoría del campamento se había dormido, y los dos amigos estaban sentados alrededor de una fogata, echando pedazos de madera muerta para alimentarla.
- Éste es un excelente lugar para una emboscada - dijo el Tauren mientras que acariciaba a Sin'Dal en el lomo.
- Para tí todos los lugares son excelentes para una emboscada - le dijo su amigo con una risa en la voz.
- Ahí está la diferencia entre el buen cazador y el excelente cazador mi amigo - continuó el Tauren mientras ahora pasaba a acariciar la barriga del enorme tigre - el buen cazador persigue, pero el excelente cazador espera.
- ¿Acaso no hay fin para la sabiduría del gran Kumme?
- No puedes culparme por querer que algo se te embarre por casualidad.
Ambos compañeros rieron y continuaron observando el fuego en silencio. Después de un rato, Kael se dio cuenta que su amigo había caído dormido y él y su tigre roncaban uno a un lado del otro. Kael echó una cobija sobre su amigo y se sentó a continuar alimentando el fuego, perdido en sus pensamientos.
Por el rabillo de su ojo, a la derecha, observó movimiento dentro de una de las casas, en la ventana.
- !Kumme, Kumme! - dijo, tomando su mazo y su escudo que tenía cerca - !Creo que hay algo allá arriba!
El Tauren se revolvió incómodo, murmurando en voz baja. Kael se acercó a él y lo sacudió, intentando despertarlo con unas cachecatas en sus enormes mejillas, no funcionó. Sin embargo el tigre, Sin'Dal, ya se estaba incorporando, alerta.
Kael miró hacia su armadura negra con rojo sangre en el suelo y contempló el colocársela, pero volvió a ver el destello por la ventana.
- Quédate aquí y cuida a Kumme, Sin - le dijo al tigre haciendo el mismo ademán que usaba el cazador para indicarle que estuviera en guardia.
Tomó su mazo y su escudo, haciendo una pequeña plegaria su mazo se iluminó con magia divina y avanzó hacia la casa.
El paladín entró a la vieja casona, sólo iluminando con la tenue luz blanca que emergía de su mazo. Entró en el destartalado comedor, sillas y mesas viejas destrozadas cubiertas de una capa de polvo lo recibieron. A la derecha tenía un pequeño recibidor y una escalera, también cubierta de polvo. Se concentró por unos momentos y se enfocó en detectar muertos vivientes a su alrededor. Nada. Avanzó unos pasos más y miró hacia arriba, un candelabro pendía del techo, lleno de telarañas. Continuó avanzando hasta que llegó a las escaleras y las pisó con un pie precavido, subió hasta la estancia donde terminaba la escalera, que crujió dolorosamente bajo su peso.
Se concentró en sentir muertos vivientes nuevamente, y sintió una pequeña presencia cerca de él, para ser precisos, a su espalda.
Giró para encontrarse frente a frente con una mujer incorpórea, blanca y translúcida con una mirada seria y triste. Kael lanzó una exclamación de sorpresa y se fue de espaldas, tropezándose con una vieja mesita y cayendo estruendosamente.
Se incorporó rápidamente y cargó su mazo de energía divina, iba a exorcizar al espectro pero se detuvo; ella tenía un aire familiar.
- ¿Jessica? - dijo Kael muy quedo - ¿Jessica Redpath?
El espectro se difuminó por un momento, pero luego cobró nitidez y se acercó, habló con una voz que se sentía como agujas clavadas en el corazón.
- M... Marlene - habló el espíritu.
- Marlene... ¿Redpath? - preguntó Kael bajando su escudo ligeramente.
El espectro asintió. La mujer vestía ropa blanca, con mangas naranjas y un cinturón de tela negra. Su pelo, rubio como el de Jessica, volaba a sus espaldas. Su rostro, tan similar también, se veía cansado, preocupado, angustiado.
- ¿Qué es lo que quieres? - continuó el paladín.
- P... Pamela - balbuceó el espectro.
- ¿Pamela Redpath? ¿Qué fue de ella?
- Muchos de los nuestros murieron... Muchos murieron, o peor, en la batalla de Darrowshire - el espectro se difuminó por unos instantes - La escondí, a mi sobrina, en una casa... En Darrowshire... Búscala...
El espectro comenzó a desvanecerse.
- !Espera! - gritó Kael extendiendo una mano hacia ella.
- Hay muchos... - continuó el espectro mientras se difuminaba totalmente - Ayúdalos...
Kael quedó sólo en el cuarto, su corazón latiendo rápidamente, su mazo se apagó en sus manos.
- Por la Luz - se preguntó a sí mismo en la obscuridad - ¿qué sucedió en ese lugar?
!Saludos!
Atte,
El Kushiage
Índice:
- Parte 1: Pamela, la Hermanita
- Parte 2: La Pequeña Pamela
- Parte 3: Descubriendo el Pasado
- Parte 4: El Tío Carlin y la Tía Marlene
- Parte 5: Un Historiador Extraño
- Parte 6: Los Anuarios de Darrowshire
- Parte 7: El Hermano Carlin y los Anuarios Extendidos de Darrowshire
- Parte 8: Los Villanos de Darrowshire
- Parte 9: Los Héroes de Darrowshire
- Parte 10: Reescribiendo la Historia de Darrowshire
- Parte 11: Para Salvar a un Héroe
- Parte 12: Redpath, El Corrupto
- Parte 13: Epílogo
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