martes, 21 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 1)

Si jugaste el mundo de Warcraft, uno de los quests que no te puedes perder es la cadena de "La Batalla de Darrowshire", en general este juego está lleno de cadenas memorables, y para aficionados a la historia del juego es casi una obligación jugarlas, aprovechando que hoy en día ya son fácilmente "soleables" usando un personaje nivel 80. Este fin de semana, después de ver el excelente video "Darrowshire" de Cranius (youtube.com), me decidí por redactar las aventuras que vivimos mi mejor amigo Alfonso y yo en esta cadena.

Espero que la disfruten, esta va a estar larga. Voy a tratar de hacerlo lo más general posible, para que los que no son jugadores disfruten también la historia, pero si hay algo que no dejo claro por favor háganmelo saber en los comentarios y la editaré o aclararé según sea necesario.

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Pamela, la hermanita

"Descubrimos sombras ese día, en Everlook, sombras del pasado; sombras que cargo hasta este día en mi corazón."
~ Extracto del diario del Cazador Kumme Pezuña de Plata.

I

El silencio cayó sobre la cantina por las palabras mencionadas. En un apestoso lugar en medio de la ciudad Goblin de Everlook, situada en la helada región de Winterspring en la punta noreste del continente de Kalimdor, orco y humano, enano y troll, gnomo y Tauren dejaron por un segundo sus bebidas para mirar a los dos encapuchados que hablaban en el centro del lugar con una mujer que portaba los colores de el Amanecer Plateado.

- ¿A dónde dicen que se dirigen? - preguntó la joven mujer, dudando por un momento. Ella portaba una armadura plateada vieja pero en buen estado, su pelo rubio y ojos vivaces contrastaban con el negro y plateado de la capucha y los colores de su organización, una alianza entre las razas forjada para erradicar la amenaza de los muertos vivientes sobre el mundo.
- A Las Tierras Plagadas - contestó el más grande de los dos, con una voz grave, seria, sabia; esta era la voz de alguien que había dado la vuelta al mundo varias veces. Un hocico marrón con anillos en la nariz y una enorme cornamenta sobresalía de la capucha.
El cuarto permaneció en silencio. Sólo se escuchaba el frenético frotar de una pequeña camarera goblin que absorbía con una esponja la cerveza que dejó caer.
- ¿Y qué asuntos tienen un Elfo y un Tauren en las tierras malditas? - dijo la mujer.
- Buscamos la Capilla de La Esperanza de la Luz - contestó el más pequeño con una voz seca; esta era la voz de alguien hambriento, de alguien sediento, de alguien adicto, es la voz de un elfo de sangre. Del interior de la capucha emerge un suave brillo verde de sus ojos que delinean sus duras facciones.
- Mi hermano - dijo el Tauren - fue enviado hace meses ahí como emisario del Círculo de Cenarion, no hemos sabido nada de él y su madre se preocupa; buscamos una manera de llegar. y como sabemos que el Amanecer Plateado controla las líneas seguras en esas tierras; nos indicaron que ustéd podría ayudarnos, señorita Jessica...
- Redpath - terminó la mujer, mirando el fondo de su jarra - Jessica Redpath.
- Redpath, sí - siguió el Tauren - escuchamos que una caravana partirá hacia allá con víveres de Winterspring en unos días y queremos comprar pasaje. No comemos mucho y somos fuertes, podemos defendernos en una pelea.
La mujer se echó hacia atrás en su asiento, evaluándolos; el ruido en la cantina continuaba en aumento y unos gnomos músicos se alistaban con instrumentos mecánicos en un pequeño escenario improvisado con barriles en el fondo. Probablemente sería la tercera vez en la semana que los arrojarían fuera con sus cacharros por el estruendo. No les importaba.
- Veinte piezas de oro - dijo finalmente la mujer - diez aquí y diez pagaderos en la Capilla.
- Eso es... - comenzó a decir el Elfo mientras se ponía de pie. Apenas así llegaba a la estatura de su compañero.
- Aceptable - dijo el Tauren, terminando la frase de su amigo - la guerra es cara, tanto lo sabemos.
Colocó una enorme mano de tres dedos sobre el hombro de su amigo, unas grandes hombreras y el bulto de un escudo sobresalían de su espalda.
- Pero no podemos pagar ese precio ni por más que queramos hacerlo, sólo tenemos un puñado de piezas de plata para alimentarnos a nosotros y a nuestras monturas. Sin embargo, si hubiera algún otro favor que podamos hacer por usted le estaríamos enormemente agradecidos.
La mujer guardó silencio. Largos momentos después habló.
- ¿Puedo confiar en ustedes?
Los dos asintieron. Ella les hizo un ademán para que se acercaran, y ambos se agacharon en la mesa para escucharla.
- Verán, hace tiempo huí de Lordaeron durante la gran Guerra; y tuve suerte de escapar antes que el Azote de los Muertos Vivientes arrasara con mi tierra y la transformara en la pesadilla plagada que es ahora. Cuando lo supe me alisté en el Amanecer Plateado, ellos me han enseñado a confiar en otras razas y que un propósito en común puede unir a los reinos.
Tomó aire y continuó con una voz quebrada.
- Yo tuve suerte, pero mi familia no. Temo que todos hayan sido masacrados durante la batalla de Darrowshire, mi pueblo natal, hace tiempo. Darrowshire es una villa en el continente de los Reinos del Este, en un valle en las colinas del sur de lo que ahora son las Tierras Plagadas del Este.
- ¿Quiere que busquemos a su familia? - preguntó el Elfo - ¿Acaso ya investigó en Stormwind o en algun otro pueblo?
- Tengo un tío en la Capilla de la Esperanza de la Luz, su nombre es Carlin, pueden preguntar por él cuando lleguen allá. Pero les pido que visiten Darrowshire por si hay pistas de su paradero.
La mujer se hizo hacia atrás nuevamente y se enjugó una lágrima.
- Los extraño mucho, especialmente a mi hermanita Pamela ¿Puedo confiar en ustedes?
Los viajeros se miraron entre sí.
- Un momento por favor - dijo el Tauren, ambos se pusieron de pie y caminaron hacia la entrada, cuchichearon acaloradamente por un momento y regresaron a la mesa y se sentaron.
- Tres piezas de oro para cada uno - dijo finalmente el Elfo.
- !Bastardos mercenarios! - exclamó la mujer furiosa, golpeando la mesa.
- Tranquila señorita, es por nuestras molestias; traeremos noticias en cuanto nos sea posible - dijo el Tauren mientras colocaba su manaza en la suya.
Jessica recuperó su compostura y habló después de unos momentos.
- Está bien, así será - sacó un saco de cuero de su bolsa, quitó algunas monedas y lo arrojó en la mesa.
- ¿A nombre de quién debo hacer el papiro de "Se Busca" si no regresan? - preguntó con un suspiro.
- A nombre de Kumme Pezuña de Plata y Kael Seguidor de Luz - dijo el elfo señalando a su compañero y luego a sí mismo - pero si es necesario llegar a eso Señorita Jessica, en vez de un papiro es mejor que comience a tallar un par de lápidas.


II

Kumme y Kael emergieron de la puerta de la cantina a la fría calle principal de la ciudadela. Se quitaron las capuchas para que el frío viento les retirara el olor a encerrado. La nieve estaba removida por carretas y pisadas de una variedad de animales de carga, las casas eran redondas y blancas como iglues hechos de piedra, a lo lejos había un pequeño mercado y varias tiendas como establos, herrerías, armerías, talabarterías y varias casas residenciales. Era increíble a lo que los goblins se podían adaptar.
- ¿Tienes mi parte? - preguntó el Elfo.
- Sí claro - dijo Kumme mientras que recibía sus armas del goblin de la puerta.
El Tauren, se colgó su gigantezco arcabús en el hombro y metió dos dedos para sacar las brillantes monedas, las depositó en la mano enguantada de su amigo.
- Gracias Kumme.
El Elfo se acercó a un grupo de mendigos de varias razas, agazapados en la pared que daba a los hornos de la taberna para tomar calor. Dejó las monedas en la mano de una anciana, se dió la media vuelta y regresó su amigo que lo esperaba con los brazos cruzados, meneando la cabeza.
- Todo ese circo para sacarle dinero a la mujer y lo terminas dando a los mendigos...
- Son refugiados de guerra, tiendes a tener una debilidad por ellos cuando tu ciudad fue hecha pedazos y tú mismo lo fuiste.
- Hoy cenarás nieve, mi amigo.
- Mi hambre no puede saciarse con comida, gran Toro - habló con una sonrisa triste.
- Estás más loco que un Kodo en primavera, Kael - Kumme lanzó una carcajada y luego un chiflido, momentos después del techo cayó un enorme tigre de bengala, que se acercó cariñosamente al Tauren.
- Sin'Dal sí que se ve hambriento - dijo el Elfo, mirando al animal.
- !Ja! !Parece que este muchacho siempre está hambriento! - dijo Kumme mientras acariciaba al tigre por detrás de las orejas, aquél soltando ronroneos de satisfacción.
- Conozco la sensación...

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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1 comentario:

  1. Una de mis quests favoritas. Gracias brocheta por recordarla.

    !Por Pamela!

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