viernes, 31 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 9)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Los Héroes de Darrowshire

"Inquebrantable como el Thorium y la fe de los Cruzados Escarlata"
~ Dicho popular en los Reinos del Este.

I

- !Ahí viene otro! - le susurró Kael a su amigo, ambos escondidos entre los arbustos en el camino que lleva hacia Heartglen, una de las ciudades controladas por la Cruzada Escarlata en las Tierras Plagadas del Oeste.
- Por la Madre Tierra Kael, este ya va a ser el cuarto - dijo Kumme poniéndose una mano sobre el rostro.
- Sí, pero de él necesito el casco - se asomó un poco más - creo que es de mi tamaño.
- Eso dijiste del anterior - habló el cazador mientras miraba hacia atrás, a los tres cruzados que yacían sin algunas piezas de armadura, todos desmayados.
- Espera - continuó el Tauren mientras caminaba en cuclillas a uno - éste está despertando.
El cruzado, de pelo rubio y desnudo del cinturón hacia arriba, miró a su alrededor aturdido, sus ojos se detuvieron en el Tauren y se desorbitaron por un momento debido al poderoso golpe en la cabeza que le propinó Kumme; El cruzado se derrumbó como saco de papas de Orgrimmar. El cazador tomó el rostro del hombre y le dió unas palmaditas para confirmar.
- Listo, todo en orden.
El plan era simple: Kael se disfrazaría de un cruzado para entrar en Heartglen, encontrar el Libro de Davil Forja de Luz, Kumme crearía una distracción y el paladín se escaparía aprovechando la confusión.
- Se acerca, brincamos a las tres - susurró Kael.
El cruzado vestía su armadura blanca con roja líneas rojas, estándar de la cruzada; su casco alado, sus botas y sus guantes eran de un brillante color rojo; encima de su pecho, portaba un tabardo blanco con una flama roja en el centro.
Los aventureros brincaron, tomándolo por sorpresa. Kael lanzó un certero golpe al casco para desencarjarlo y botarlo mientras que Kumme lo aturdía de un puñetazo en el rostro. El Tauren logró agarrar el cuerpo del hombre antes que cayera al suelo.
Los dos regresaron al escondite y Kumme echó el cuerpo a la pila de cruzados desmayados.
- No es mi culpa que hagan las armaduras tan ajustadas - se excusó Kael, mirando a la pila, los cuerpos estaban en posiciones algo incómodas y ridículas.
- Te lo recordaré la próxima vez que pidas otro pastel de carne de cerdo en Org, gordis. - le dijo, sonriente, Kumme.
- Ándale pues - contestó Kael, y se puso el casco y las hombreras.
- Sobresalen las orejas - señaló Kumme.
- Maldita sea que son incómodos estos cascos de humanos - se quejó el Elfo.
Mientras Kael se colocaba la tabarda y tomaba un mazo y escudo de uno de los caídos, Kumme rebuscaba en sus bolsas; finalmente encontró lo que buscaba.
- No te quejes, tienes que usar uno completo si no notarán el brillo de tus ojos - habló su amigo - Toma - continuó mientras le arrojaba un cilindro naranja con una mecha y un pequeño palo sobresaliendo de la parte trasera - Esto te servirá para hacer una señal; después de eso colocaré algunas granadas en la parte norte de la muralla, eso te ayudará a salir.
- Gracias ¿enciendo la mecha sólamente? - preguntó el Elfo.
- Sí, y huye como despavorido.
Kael se puso de pie, luciendo como cruzado escarlata.
- ¿No se me ve muy gordo el trasero? - preguntó, echando una mirada hacia atrás.
- Madre Tierra... - dijo Kumme dejándose caer sentado sobre la pila de cruzados, generando unos que otro gruñido incómodo - estamos perdidos.


II

La Cruzada Escarlata - o "esa bola de chiflados fanáticos" como les llaman Kumme y Kael - es una organización religiosa fundada después de la caída de Lordaeron en la tercera guerra para erradicar a los muertos vivientes. Muchos paladines y habitantes que se quedaron en Lordaeron se unieron bajo la protección de la Iglesia de la Luz para reforzarse, de ahí nació la Cruzada. Desafortunadamente, los Escarlata llevan su tarea a extremos horribles: matar a cualquiera que sospechen que sea un muerto viviente, matar a cualquiera para llegar a los muertos vivientes, o matar a cualquiera que simpatice con los muertos vivientes, y por ser un simpatizante de los muertos vivientes se entiende cualquiera que no esté de acuerdo con sus métodos. A pesar de todo, la Cruzada Escarlata tiene varios bastiones en las Tierras Plagadas lo que la hace la jerarquía más poderosa del área: Hearthglen, al noreste de Andorhal en las Tierras Plagadas del Oeste; La Mano de Tyr, en el sureste de las Tierras Plagadas del Este; la Catedral dentro de la ciudad maldita de Stratholme y el Monasterio Escarlata, localizado en una colina al noreste de la Ciudad Subterránea.
Kael hizo lo posible por caminar como un humano, mientras avanzaba en la incómoda armadura por las calles de Hearthglen. Era una ciudad impresionante para estar en medio de las Tierras Plagadas: había un aserradero, varias barracas, un establo, una herrería, varias capillas y torres de asedio. El Elfo decidió probar su suerte, pensó en el acento que tenía Carlin Redpath al hablar y trató de imitarlo, recordando sus clases de común-humano cuando formaba parte del ejército de la alianza y se acercó a un par de monjes que cruzaban el camino hacia la catedral.
- Buenos días, hermanos de la Luz - anunció ceremoniosamente, levantando la mano.
Los monjes lo miraron, confundidos.
- Buenos días - dijo uno cautelosamente.
- Vengo en excursión divina desde la Mano de Tyr - hizo una reverencia - soy el soldado Wellington, quisiera leer y empaparme de la magnificencia del libro del honorable Davil Forja de Luz ¿podrían decirme dónde está?
Uno contuvo una risa. El otro habló, apuntando hacia atrás, imitando el tono sobreactuado del Elfo.
- La magnificencia del libro se encuentra en el poderoso edificio de la municipalía, oh hermano de la Luz.
- Gracias hermano - dijo Kael con otra reverencia - que la Luz esté con ustedes. Se despidió y marchó a toda prisa bamboleándose como él creía que se movían los humanos.
Los monjes se quedaron en silencio, mirándolo caminar hasta perderse dentro del edificio.
- Mi madre, cada día están más chiflados estos reclutas - dijo uno.
- Es el aire de las Tierras del Este - dijo el otro.
Se quedaron otra vez en silencio.
- ¿Y por qué camina como su tuviera un palo metido en el...?
- Vamos Héctor - interrumpió el segundo - la Misa espera.


III

Kael entró en la municipalía, cruzó dos cuartos con las paredes forradas de libros, había sillas y mesas para leer cerca de los estantes, pero toda las sillas se encontraban patas arriba sobre las mesas.
Finalmente el Elfo entró a una gran cámara, en la pared a la izquierda, sobre pequeños atriles en el cuarto se encontraban varios libros abiertos con separadores rojos.
Se le acercó un pequeño anciano de larga barba y enormes lentes; vestía sólo una túnica roja con delineados negros.
- Usted debería estar en misa, soldado - dijo el hombre con una sonrisa en un rostro arrugado. Su voz era suave pero firme, era exactamente el tipo de voz que te imaginarías para la frase "que arda hasta que hable".
Kael se cuadró torpemente, se llevó la mano a la frente para hacer un saludo, habló sobre el !bong! que hizo su casco contra el guantelete.
- Mi señor, vengo de Mano de Tyr para leer y empaparme en la magnificencia del libro del honorable Davil Forja de Luz.
- ¿De Mano de Tyr? - preguntó el hombrecillo.
- Sí señor - Kael sintió como si estuvira viajando en un pequeño dirigible Goblin, derecho hacia la pared de una montaña en los Barrens.
- ¿Y cómo dices que te llamas jovencito?
- Soldado Wellington, señor.
- ¿Mathias Wellington o Pedro Wellington?
El dirigible estaba ahora a metros de chocar.
- Mathias Wellington, señor.
- Ah bien bien - dijo el anciano - entonces debo admitir que esto es una sorpresa, señor Mathias.
Kael sintió que el dirigible había virado furiosamente y había alcanzado a esquivar la montaña.
- ¿Por qué señor? - preguntó Kael, genuinamente nervioso.
- Porque estoy ante un milagro, Mathias Wellington cayó en combate la semana pasada.
El dirigible de Kael estalló en llamas, sentía que caía hacia el vacío, y no había Kumme con capa paracaídas que lo salvara. Tragó saliva.
- Tengo que pedirle perdón señor - dijo el Elfo.
- Claro que... - empezó el anciano, pero se detuvo, confundido - ¿por qué?
Kael le colocó un golpe en la sien con su marro. El anciano se desplomó ruidosamente.
- Por eso.
El paladín miró a su alrededor, dándose cuenta que acababa de cometer el error de no preguntar dónde estaba el libro. Avanzó hacia algunos atriles y hojeó los libros, todos tenían oraciones y plegarias, y todos se veían iguales. Escuchó pasos por la entrada y se acercó rápidamente al anciano, se puso en cuclillas como si lo estuviera revisando.
- ¿Qué sucede aquí? - tronó una voz en su espalda - ¿qué está hacie...?
- !Un hombre encapuchado entró y asaltó a este hombre! - dijo Kael, levantando la vista hacia el cruzado - !intentaba robar el diario de Davil!
El cruzado dio un paso hacia atrás, sorprendido.
- ¿El Libro de Davil? !Imposible! - miró hacia un atril en la esquina - !pero si ahí está todavía!
Kael miró hacia la esquina, sonriendo dentro de su casco.
- !Yo lo detuve, pero se dirigió hacia los establos, suene la alarma!
El cruzado asintió y salió corriendo, gritando.
El Elfo se incorporó, caminó hacia el libro forrado de azul y dorado y lo echó en su mochila; acto seguido, salió al exterior a unirse a los gritos de alarma para buscar al encapuchado.


IV

Preocupado, Kumme vio a lo lejos como los dos guardias de la entrada corrían para adentrarse en la ciudad.
- Kael, Elfo idiota... - gruñó en voz baja - ya te atraparon.
Caminó en cuclillas hacia donde estaba Sin'Dal, echado a un lado de los cruzados que estaban amarrados y amordazados a un gran árbol; cabe señalar que también estaban algo nerviosos que un enorme tigre se estuviera lamiendo las patas cerca de ellos.
- Espera aquí, Sin - habló Kumme en Taurahe, su idioma natal.
El tauren agarró su bolsa con equipo de ingeniería y se perdió en el bosque, rodeando las murallas de Hearthglen.


V

Kael corría hasta adelante de un destacamento de quince soldados que se dirigían hacia la parte sureste; cuando nadie sabe qué está sucediendo, es un respiro de aire fresco que les griten órdenes, les tranquiliza pensar que por lo menos alguien tenga idea de qué diablos hacer.
- !Vi una sombra allá atrás, en esa bodega! - gritó Kael, apuntando a un lugar aleatorio.
- !Oh Luz, ahí están los depósitos de pólvora! - exclamó otro.
- !Vamos! - dijo el Elfo, corriendo hacia la puerta.
Los soldados abrieron las puertas de la pequeña bodega, un edificio hecho de madera. Se dedicaron a revisar entre las cajas y barriles.
- !No hay nadie aquí! - gritó uno de los soldados.
- Vayan a buscar en otro lugar, me quedaré para asegurar que nadie le prenda fuego a esto. - dijo Kael.
- Buena idea - dijo un cruzado alto, rubio - Vamos muchachos, !Por la Cruzada!
El resto del pelotón coreó el grito de guerra y salieron corriendo por la puerta;
Kael se quedó solo, sonriendo para sus adentros y obteniendo un pequeño cilindro naranja de su mochila.


VI

Kael emergió de la penumbra de la bodega, discretamente cerró la puerta y giró la esquina para seguir la pared hasta la entrada.
- Si sólo el viejo Toro pudiera ver esto - se dijo a sí mismo, riendo - me diría... ¿Kumme?
El Elfo cayó aturdido por el impacto de una manaza en su casco, mientras que veía luces y estrellitas sintió que era levantado por el tabardo y estrellado contra la pared de una forma violenta.
- !Ku... mme! !Ku... mme! - gritó el paladin desesperado entre golpe y golpe.
Hubo una dolorosa pausa.
- ¿Kael? - preguntó el Tauren con una vocecilla. Con su manota tomó el casco y se lo levantó.
Kael lo miró con ojos bizcos.
- ¿Que hacessss aquí? - preguntó arrastrando la voz - oh, y trajissste a tu hermano, hola ssseñor hermano de Kumme...
Acto seguido se desmayó. El cazador le dio unas palmaditas en la mejilla.
- ¿Kael? ¿Estás?
No hubo respuesta.
- Ooops.
- !Miren, ahí está! - gritó un cruzado en el otro extremo del callejón.
- !Y tiene a uno de los nuestros! - gritó otro.
- !Por la Cruzada! - aullaron al coro los cuatro cruzados y se lanzaron hacia el Tauren.
Kumme se echó a su amigo a los hombros y se lanzó en dirección contraria; siguió la pared, andando por los callejones traseros de la ciudad, esquivando ropa tendida, gallinas, cerdos y uno que otro becerro que huía despavorido ante un enorme Tauren trotando perseguido por una cantidad cada vez creciente de soldados que gritaban furiosos. Giró a la derecha en un callejón cerrado y se adentró en la calle principal. A lo lejos se escuchó un enorme estallido. Kumme se preguntó en voz alta.
- ¿Pero qué fue es...? - el Tauren miró hacia la columna de humo que estaba donde había antes una bodega - oh.
Un pedazo de madera, muy similar al color del techo de la bodega, cayó enfrente de ellos, todavía en llamas.
- !Que no escapen! - gritó uno de los cruzados que venían detrás de ellos.
Kumme cargó hacia una carreta llena de barriles, amarrados por una gruesa cuerda, al final de la callejuela. Un cruzado saltó enfrente de él.
- !Alto ahí bestia! - gritó amenazante, mientras blandía su espada larga.
Kumme tomó a Kael de los pies y se hizo a un lado para que cayera al suelo enlodado, lo tomó fuertemente de las piernas y lo blandió como garrote, impactándose contra el cruzado y estrellándolo contra la pared. Con el impulso se lo volvió a arrojar al hombro. El Tauren se hincó y agarró la espada larga del cruzado y la usó para romper la cuerda de la carreta. Cinco enormes barriles de madera rodaron hacia la patrulla de cruzados a sus espaldas. Kumme ya corría por la calle principal cuando se escucharon los gritos de dolor y maldiciones.
- Esos van a tener que confesarse - dijo Kumme para sí.
A lo lejos, varios cruzados corrían con cubetas de agua hacia el norte. El Tauren dobló nuevamente hacia la izquierda para bajar por la pequeña colina para llegar a la puerta principal, encontró cerca de una treintena de cruzados, confundidos, mirándolo asombrados.
- !Por la Cruzada! - gritó un hombre con un gran casco dorado, y cargó hacia él con una enorme espada de dos manos, los soldados detrás le siguieron.
Kumme dio la media vuelta y huyó tan rápido como pudo hacia la pared noroeste por la calle principal. Arribó a una zona abierta donde había un par de ballestas de asedio y una catapulta. Se detuvo y miró la máquina.
- Ni se te ocurra - dijo una voz detrás de él.
- ¿Desde cuando estás despierto? - preguntó Kumme mientras que corría hacia la catapulta.
- Desde que unos chiflados nos persiguen con espadas gritando insultos.
- Casi desde el principio entonces, ¿Tienes el libro?
- Sí, en la mochila.
El Tauren saltó y arrojó a Kael en la cuchara. Aterrizó aparatosamente.
- Oh Luz, no siento las piernas - gruñó Kael, adolorido - ¿me usaste como cachiporra otra vez?
El Tauren hizo esfuerzo y giró la catapulta hacia la pared.
- Era cuestión de vida o muerte - dijo mientras entraba a la cuchara.
- Menos mal...
Desenfundó su cuchillo para despellejar animales y con él dio un corte rápido a la cuerda.
Los dos aventureros fueron lanzados por los aires, vieron toda la extensión de la ciudad, vieron los destrozos que habían causado, vieron las sorprendidas miradas de los guardias de las murallas mientras que pasaban sobre ellos, vieron árboles, arbustos y después sólo negro.

!Acompáñenos la siguiente semana para la emocionante conclusión!
!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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jueves, 30 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 8)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Los Villanos de Darrowshire

"Imagina que no tienes esperanza, imagina que no conoces la felicidad, imagina que sólo existe el frío, el odio y un hambre infinita de carne viva. ¿Hecho? Ahora imagina que es mucho peor."
~ Extracto del diario de Kumme Pezuña de Plata.


I

- ¿Y eso te permitirá respirar en el agua? - preguntó Kael, sorprendido, a su amigo.
- Claro, observa - contestó Kumme, encantado, mostrándole el casco de buzo a su amigo. Si había algo que a Kumme le gustara más que usar sus cachivaches de ingeniería era explicárselos a alguien.
- La cabeza entra y el casco se sella alrededor de tu cuello usando este pedazo de cuero flexible, luego estos pequeños tanques liberan aire poco a poco usando esta válvula de mithril.
El Tauren, usando sólo sus pantalones, se puso el casco amarillo brillante. Parecía esfera amarilla metálica, con una pequeña ventana en la parte central.
- ¿Cómo me veo? - preguntó el cazador, con una voz como si hablara dentro de una cubeta.
- Ridículo - contestó el Elfo con una sonrisa, mirando a Sin'Dal - ¿tú que opinas Sin?
El tigre se llevó ambas patas delanteras al rostro, tapándose los ojos.
- ¿Ves?
Kumme miró a su tigre, dolido.
- Lástima, te había hecho uno para tí también...
Los aventureros estaban de pie en la orilla del verdoso lago MaderaNegra en la región central de las Tierras Plagadas del Este. Caía una ligera llovizna. Fue en este lago dónde se supone que se arrojó el cráneo de Horgus el Destructor, el Lord Necrófago que hirió de muerte a Davil Forja de Luz.
El Tauren se preparó para arrojarse dentro.
- Espera Kumme - dijo su amigo, hurgando en su mochila.
El Elfo le entregó una bolsa café de tamaño mediano, echa el cráneo dentro de la bolsa, trata de no tocarlo. Se trata de los restos de un Lord Necrófago, quien sabe qué poderes tenga.
El Tauren tomó la bolsa y se empezó a adentrar en la helada agua. Poco a poco se adentró y fue disminuyendo de tamaño hasta que desapareció.
- Y que la Luz esté contigo... - susurró el paladín.


II

Kumme descendió poco a poco, ajustándose a la luz entre la fétida agua verdosa a su alrededor. A lo lejos, escuchaba el choque de espadas.
Trató de aislar el sonido después de unos momentos.
- ¿Una pelea? - dijo en voz baja.
Descendió más hasta llegar al fondo lleno de piedras blancas, irregulares. Una inspección más cercana le hizo darse cuenta que eran huesos. Levantó la vista y a lo lejos vió varias siluetas, parecía que estaban bailando unas con otras; sacó su cuchillo de su funda y nadó hacia las sombras.
A su alrededor, una veintena de espectros, algunos humanos, otros horribles muertos vivientes, luchaban a su alrededor; al parecer el agua no les afectaba, pues se movían tan rápido como si estuvieran sobre tierra firme.
Kumme nadó poco a poco entre ellos, observando cómo peleaban, nadie le hacía caso. Bajó las pezuñas al suelo el suelo y caminó lentamente entre ellas.
Los espectros luchaban entre sí, intercambiaban golpes y algunos caían, pero inmediatamente después volvían a aparecer para continuar luchando en un ciclo eterno.
El Tauren escuchaba gritos, disminuidos por las paredes del casco, pero con algo de atención podías escuchar súplicas de amigos a sus amigos que no los mataran, de mujeres a sus esposos que no les hicieran nada y gritos de acuse de traición.
Kumme nadó hacia atrás hasta que tocó una piedra con la pata derecha que lo hizo estremecerse por el frío absoluto que recorrió su ser.
Los pensamientos de Kumme se nublaron, perdió fuerzas y se dejó flotar, su mente en shock por lo que veía.
El cazador abrió los ojos y sus manos eran otras, huesudas, filosas; tenía hambre, se vió a sí mismo a lo largo de muchas batallas, lidereando hordas de muertos vivientes; se vió a sí mismo destripando gente y luego devorándolos; se vió a sí mismo persiguiendo mujeres, niños, hombres, sembrando la muerte a donde iba; cerró los ojos nuevamente.
Se despertó con un fuerte sabor a sangre en la boca. Estaba flotando lentamente, ya no había espectros a su alrededor y tenía un horrible cráneo en las manos; no sabía cuánto tiempo había transcurrido.
Se despabiló y echó el cráneo en el saco, luego nadó hacia la superficie.
Emergió a medio lago para ver a lo lejos a su amigo que le hacía señas. Le contestó el saludo y nadó hacia la orilla. Cuando llegó arrojó la bolsa y se salió del agua apestosa, se sentía todo exhausto, aporreado, drenado. Se quitó el casco y respiró el aire nauseabundo de las Tierras Plagadas.
- ¿La encontraste Gran Toro? - preguntó Kael mientras que estiraba la mano hacia el saco en el suelo.
- !No! - gritó Kumme, y le lanzó su mano para tomarlo del antebrazo.
- ¿Qué sucede viejo amigo? - preguntó el Elfo, sorprendido.
- No, Kael - jadeó el Tauren recordando las experiencias vividas por el aura del Lord Necrófago - no la toques, ahora entiendo lo que vivieron en Silvermoon tú y los tuyos - se dejó caer, sentado, con las manos en el rostro - no la toques... Tu... tu ya viste demasiado.


III

- ¿Estás bien Kumme? - preguntó Kael, preocupado - no has dicho nada en todo el camino hasta el Cruce de Corrin.
Los aventureros habían avanzado por el camino, lejos de la mayoría de la fauna plagada y salvaje de las Tierras Plagadas; avanzaban caminando lentamente hacia la Cicatriz Infectis.
Kumme no contestó. No le podía decir que se había visto abriéndole el tórax a hachazos mientras que se burlaba, no tenía el estómago para describirle lo que había hecho en sus visiones como el Lord Necrófago.
Los dos aventureros arribaron a la Cicatriz Infectis, una zanja de como un kilómetro de largo y varios metros de profundidad hecha en la tierra. Desmontaron, alistaron sus armas y descendieron en la brecha.
Descendieron y se perdieron en las sombras, sombras que poco a poco comenzaron a tomar forma, sombras que poco a poco comenzaron a luchar entre sí.
- Es como te lo decía, Kael - habló Kumme, sombrío - es lo que Chromie mencionaba. Las almas de los defensores de Darrowshire están encerrados en ese momento...
- ...En un ciclo interminable... - terminó el Elfo, viendo como una sombra era decapitada e inmediatamente se volvía a formar para continuar peleando.
- La espada debe estar cerca - habló Kumme, esculcando en su bolsa para obtener una cruda linterna. Presionó un botón y un haz se proyectó en el suelo.
Ambos aventureros buscaron en el suelo por unos momentos, hasta que un brillo metálico llamó su atención.
- ¿Será eso? - preguntó Kael.
- Hay una forma de averiguarlo - respondió Kumme, mientras acercaba una mano.
Se detuvo. El ruido a su alrededor había terminado. Todos los espectros los miraban, expectantes.
El Tauren se agachó y tomó el filo roto del arma.
Kumme estaba esperando el golpe mental esta vez, y ello lo ayudó a resistir un poco; cuando tomabas uno de estos horribles artefactos sentías que tu mente se abría como quien usara una barra de acero para romper una cerradura; tu alma, tu fe, tu felicidad, eran violadas sin misericordia; sólo sentías frío, muerte y odio. Kumme había escuchado la expresión "morir un poco por dentro", esto era exactamente lo que se sentía.
Los espectros desaparecieron. El ténue brillo que emitían desapareció y los compañeros se quedaron en tinieblas. y lo envolvió con varios pedazos de tela, para echarlo en la misma bolsa que el horrible cráneo, también recubierto por varias telas.
- ¿Estás bien, compañero? - preguntó Kael, colocando una mano enguantada en la espalda de su compañero quien había caído de rodillas.
- No - contestó éste, sombrío - En el nombre de la Madre Tierra, te juro que no estoy bien.
Se incorporó dolorosamente.
- Pero sé que lo que estoy pasando en estos momentos no es ni una mínima parte de lo que éstas pobres almas están sufriendo.

!Saludos!

Atte,
El Kushiage
~ ¿Alguien tiene una mejor traducción para "ghoul" que necrófago? XD

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miércoles, 29 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 7)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

El Hermano Carlin y Los Anuarios Extendidos de Darrowshire

"Un ser puede cambiar el futuro, eso lo sé. Miren a Arthas Menethil, miren a Thrall hijo de Durotar ¿Pero puede un ser cambiar el pasado? ¿Pueden un Elfo, un Tauren, un Hombre y un Gnomo?"
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon


I
Anexo a los Anuarios de Darrowshire

El Destino de Horgus el Destructor

Horgus, en Lord necrófago, cayó en la Batalla de Darrowshire. Pero el mal dentro de él no se había disipado. Las fuerzas victoriosas del Azote de los Muertos Vivientes arrancaron su cráneo del campo de batalla en Darrowshire, cargándolo con ellos para sembrar el terror entre los vivientes que enfrentaban.

Días después, el destacamento de muertos vivientes que poseía la cabeza fueron derrotados por Paladines de la Mano Plateada. La cabeza de Horgus fue arrojada en el Lago MaderaNegra.

El Destino de Marduk el Negro

Marduk sobrevivió la Tercera guerra, causando gran muerte y sufrimiento con su espada rúnica perversa. Aunque Marduk todavía vive, su espada se perdió en una batalla cerca del Cruce de Corin. Un capitán Enano destruyó la espada en su escudo encantado, forzando a Marduk a huir y ganando la batalla para la Alianza.

La espada de Marduk se hundió en la tierra y la corrompió, carcomiéndola hasta hacer un agujero en la tierra ahora conocido como la Cicatriz Infectis.


El Destino de Davil Forja De Luz

Davil Forja de Luz murió en la Batalla de Darrowshire, pero su valentía inspiró a la Alianza a lo largo de la guerra.

Su libro, su "Libro de Paladín", fue recuperado por tropas de la Cruzada Escarlata. Ahora reside en la municipalía de la ciudad de Hearthglen, constantemente leído por los cruzados ansiosos de obtener fuerza de las enseñanzas de Davil.


El Destino de Joseph Redpath

Joseph Redpath murió durante la Batalla de Darrowshire. Su espíritu fue corrompido y tomó una nueva forma, esta criatura esparció una gran maldad sobre Lordaeron.

Finalmente, al este de Andorhal en la Marchitez de Gahrron, el corrupto Redpath fue derrotado por las fuerzas de la Alianza. Su escudo aún recide cerca del granero de la granja plagada, y constantemnte seguidores del Azote de los Muertos vivientes son atraídos al recuero de su maldad.


El Destino de Carlin Redpath

Hermano al capitán Joseph Redpath, Carlin cayó durante la batalla de Darrowshire, pero aunque fue horriblemente herido, no murió.

Días después de la batalla, agentes del Amanecer Plateado encontraron a Carlin errante, débil por la sed y la fiebre, cerca del Cruce de Corin. Atendieron sus heridas y lo llevaron a la Capilla de la Esperanza de la Luz.

Agradecido por su caridad, Carlin se unió a las filas del Amanecer Plateado y ahora pelea una batalla de venganza contra el Azote de los Muertos Vivientes.

- Incluso habla sobre mí - dijo Carlin Redpath, con lágrimas en los ojos - recuerdo esa noche como si hubiera sido ayer.
- Para muchas almas esa batalla sí fue ayer, señor Carlin - habló Kael, dando un sorbo a la taza de sopa caliente - y la reviven una y otra y otra vez.
Kumme, Kael, Carlin y Sin'Dal estaban sentados alrededor de una fogata en la Capilla de la Esperanza de la Luz, dos días después de haber hablado con Chromie en Andorhal; tomaban sopa caliente de verduras que el hombre había preparado, no portaban sus armaduras y sólo usaban unas cobijas sobre sus hombros para protegerse del frío de la madrugada; mientras hablaban, el tigre roncaba plácidamente panza arriba cerca del fuego. Kumme tomó un palo y discretamente retiró la cola del tigre de encima de una rama ardiendo.
- Todavía no se recupera de aquella herida - dijo el cazador, triste - todavía no siente nada en la cola.
- ¿Dicen que lo obtuvieron de una gnomo maga en Andorhal? - preguntó Carlin.
- Sí, además nos pidió que le entregáramos esta carta - contestó Kumme, al tiempo que metía su mano en la mochila y sacaba un sobre.
- Lo que me cuentan es increíble, cómo hablaron con mi hermana, cómo entraron y anduvieron por las calles de Andorhal...
Carlin rompió el sobre y sacó la carta. Después de unos momentos explicó.
- Dice que ella es una amiga, y que puede ayudar a arreglar las cosas en el pasado; puede hacer un hechizo para cambiarlo, pero para ello necesita artefactos para enfocar las energías del tiempo.
- ¿Artefactos? - preguntó Kael.
- Reliquias - explicó Carlin - objetos de gran poder que invoquen recuerdos sobre ese punto en el tiempo.
- ¿Por ejemplo? - esta vez fue Kumme quien habló.
- La espada rota de Marduk el Negro, el cráneo de Horgus, el Libro de Davil y el escudo de mi hermano; además menciona que necesita cráneos de los defensores que hayan sido hechos muertos vivientes después de la batalla.
Todos guardaron silencio.
- Es difícil para mí pedirlo - dijo Carlin después de unos momentos - especialmente por todo lo que ya han hecho por nosotros los Redpath, pero cambiaría mi alma por la de Pamela si pudiera.
- ¿Nos pide que obtengamos las reliquias, señor Carlin? - habló Kael.
- Por favor, sin el "Señor" - contestó éste - desde hoy ustedes y yo somos hermanos, independientemente de la raza o de la facción a la que pertenezcamos.
- No lo pido por mí, sino por mi sobrina Pamela - continuó - de las atrocidades que cometió su padre, ella no tiene culpa.
Carlin cerró la mano, arrugando la hoja.
- Tu hermano estuvo muerto desde el momento que lo corrompieron - habló el paladin - él no cometió esos actos, él era sólo una concha, una extensión del Rey Lich.
El hombre suspiró.
En la mañana partiré con un contingente de hombres para cazar muertos vivientes, regresaremos con los cráneos recogidos según las instrucciones de la maga.
- Nosotros iremos por las reliquias entonces - dijo Kumme - cuente con nosotros.
Los tres guardaron silencio, mirando al fuego.
- No tengo nada que darles - habló Carlin, triste.
- Cuidas a nuestras monturas, nos das de tu comida y un techo para pasar la noche - contestó Kumme - ¿y dices que no tienes nada que darnos?
- Gracias - susurró el hombre bajando la cabeza. Levantó su taza - !por Pamela!
- !Por Pamela! - corearon el Elfo y el Tauren.
El trío continuó comiendo en silencio.
- Aunque sí tuvieras... - dijo de pronto el cazador.
- Kumme, por favor n...
- Si tuvieras dinero para que él lo regalara a los mendigos, sería fabuloso.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

PD. Para los ñoños de wow: Si entran a "The Culling of Stratholme" y recorren las casas de las afueras de la ciudad, podrán ver a muchos ciudadanos que ahora vagan como espectros en Stratholme, y entre ellos verán a la familia Redpath completa en una casa. También está la muñeca.

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martes, 28 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 6)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Los Anuarios de Darrowshire

"Conocida por sus humildes pero trabajadores residentes, Darrowshire se mantuvo en el fondo de la historia de Lordaeron hasta la Tercera guerra.

Se crearon héroes durante ese guerra, pero también se perdieron algunos."

~ Los Anuarios de Darrowshire


I

- Ya veo... - habló Chromie con su pequeña voz chillona y jovial, asintiendo - déjame ver el anillo.
Kumme y Kael estaban sentados en la cama enfrente del escritorio de la gnoma. Se sentían algo incómodos, ellos mojados y goteando agua, sentados en la fina seda de la cama.
El elfo alto, sirviente de Chromie, preparaba un te sobre una pequeña estufa en la otra esquina del cuarto.
El cazador se metió una mano en la bolsa y obtuvo el anillo que habían encontrado debajo de la tumba de Joseph Redpath; se incorporó y se acercó a ella, quien le extendía la mano, dudó por un momento y se lo entregó.
- Gracias, veamos... - dijo para sí misma mientras que Kumme se volvía a sentar.
- ¿Cómo conoce a Marlene? - preguntó Kael, casualmente.
- Oh todos los espectros nos conocen - dijo Chromie mientras sopesaba el anillo - son anomalías temporales, siempre le han entristecido al maestro Nozdurmu.
Los aventureros guardaron silencio, incómodos. Les hablaban como si ellos ya lo supieran todo, arrojando nombres y lugares como si hubieran estado ahí la tarde anterior; había algo que no encajaba con esta gnoma.
Sin'Dal se echó, perezoso, cerca del calor de la estufa.
- !Ah, sí! - habló por fin Chromie - este anillo estuvo en la mano de un gran hombre, pero hay mucha tragedia en su pasado.
Colocó el anillo en la mesa.
- Si está aquí para ayudarle, es demasiado tarde ahora - dijo - pero quizás podamos ayudarle en el pasado.
Los aventureros parpadearon, confundidos. Se miraron el uno al otro.
- Disculpe, pero no ent... - comenzó a decir Kael.
- Para salvar a Joseph, primero debemos descubrir su pasado. Podemos aprender esto en los Anuarios de Darrowshire, un libro que está guardado en la municipalía en esta ciudad.
- ¿Aquí? - preguntó Kumme.
- Sí, tráiganme el libro - dijo Chromie, dando por sentado que la conversación había terminado y que no había cabida en el hecho que los aventureros se podían negar - con él podemos aprender sobre el destino de Joseph, y con algo de suerte... cambiarlo.
Paladín y cazador se quedaron sentados, aturdidos.
- ¿Tienen algo mejor que hacer? - preguntó la gnoma - Entonces andando, estaré esperando.


II

Los Anuarios de Darrowshire

Darrowshire, nombrada por el Lago Darrowmere al este, es una villa escondida en los pies de las colinas del sur de Lordaeron. Conocida por sus humildes pero trabajadores residentes, Darrowshire se mantuvo en el fondo de la historia de Lordaeron hasta la Tercera guerra.

Se crearon héroes durante ese guerra, pero también se perdieron algunos.

La Batalla de Darrowshire

La Batalla de Darrowshire se llevó a cabo en la mitad de la Tercera Guerra, cuando las fuerzas del Azote de los Muertos Vivientes arrasaban las tierras de Lordaeron. Darrowshire se separó del grueso de las fuerzas de la Alianza, pero la villa fue reforzada por un regimiento de tropas, un contingente de paladines de la Mano Plateada y una acérrima milicia local liderada por el Capitán Joseph Redpath.

Los primeros ataques a Darrowshire fueron escasos. Pequeños grupos de esqueletos errantes y cadáveres se acercaron a las orillas del poblado, siendo repelidos.

Pero el Azote no se taimó por la tenacidad de los defensores, y respondió apropiadamente; poco después de la primera oleada una segunda emergió. Cadáveres necrófagos campeones, sirvientes del Necrófago Horgus, descendieron aullando de las colinas y chocaron con los asediados defensores de Darrowshire.

Los defensores fueron debilitados, pero fueron relevados por paladins, discípulos de la Mano Plateada. Su líder, Davil Crokford, era nativo de Darrowshire. Trajo a sus seguidores a la villa cuando escuchó del ataque latente, y juntos con los defensores mantuvieron a raya a los sirvientes de Horgus.

Cuando Horgus se unió a la batalla, fue encontrado por Davil. Por muchos minutos pelearon y eventualmente Davil prevaleció, pero sufrió una herida mortal y murió poco después de derrotar al necrófago.

La batalla continuó, y el Capitán Redpath lidereó a su milicia con valentía; y pudo haberse ganado, si el capitán no hubiera sido corrompido por el Caballero de la Muerte Marduk el Negro.

A media batalla, Marduk cabalgó hasta el capitán, y con magia negra arrancó el espíritu de Redpath, torciéndolo en una sombra malvada del valiente capitán.

El corrompido Capitán Redpath esparció su mancha malvada entre los defensores de Darrowshire, quienes traicionaron a sus aliados y los masacraron. Entonces regresaron a la villa de Darrowshire y mataron a todos los que se escondían en sus hogares.

Después de la masacre, el ejército restante del Azote junto con el espíritu corrupto del Capitán Redpath abandonaron el destrozado poblado de Darrowshire y penetraron en Lordaeron, agregando al dolor y la muerte de la Tercera Guerra.


- Por la Madre Tierra... - susurró Kumme, cuando el Elfo terminó de leer - el hombre los condenó a todos.
Kumme y Kael estaban dentro de la destrozada municipalía de Andorhal, situada en el corazón de la ciudad maldita. La lluvia arreciaba afuera y atardecía. Kael estaba sentado en una mesa arrimada a una pared mientras que enfrente, Kumme y Sin'Dal estaban sentados sobre el suelo entre unos estantes. Kumme mordió un pedazo de carne seca y arrojó el resto al tigre.
- ¿Cómo podría Joseph aceptar traicionar a su pueblo? - preguntó el cazador.
- Aceptar - dijo Kael mientras cerraba el libro roído de gruesa pasta azul - implica poder de decisión.
El paladín se bajó de la mesa.
- Deberíamos regresar con Chromie antes que anochezca - dijo.
- Sobre esa Chromie - empezó Kumme - no estoy tan seguro que sea una gnoma, no huele como tal.
Kael rió.
- ¿No huele a gnomo? ¿Acaso todos tenemos un aroma según nuestra especie?
- Te da risa, pero sí - le respondió serio el Tauren - Ella huele a antigüo, huele a metal... ella huele a dragón.
El Elfo dejó de reír.
- Eso es imposible.
- Difícil de creer lo sé - continuó Kumme, encogiéndose de hombros - pero eso explicaría por qué hay un gnomo chiflado que habla del futuro, pasado y presente como nosotros de reparar armaduras, en medio de una ciudad infestada de muertos vivientes.
De la puerta principal emergió un flaco cadáver necrófago, con largas garras, la carne muy pegada a los huesos, cabellos desalineados, ojos negros y enormes dientes y quijada.
- ¿Raaargh? - gorjeó.
Un segundo y una detonación más tarde, el cuerpo sin cabeza del necrófago se desplomó.
Kael miró al cazador, quien todavía apuntaba con su arcabús humeante.
- Algún día tienes que enseñarme a hacer eso - bromeó el paladín - !hora de correr!


III

Kumme, Kael y Sin'Dal rodaron dentro del cuarto de Chromie, chocando contra el escritorio y el enorme tigre aterrizando sobre el paladín. Se incorporaron de golpe y alistaron armas contra la puerta. Fuera, la obscuridad era impenetrable, la horda de muertos vivientes que los perseguían jamás entraron en la habitación.
- ¿Encontraron el libro? - preguntó Chromie, sonriente.
Los aventureros se mantuvieron en guardia, Sin'Dal ya se echaba nuevamente cerca del fuego y recibía caricias del elfo alto.
- Espera, vienen cadáveres - dijo el cazador, con el arcabús apuntando.
La gnoma estiró la cabeza para asomarse a la entrada.
- Oh claro que no - rió - probablemente llegaron antier, no se preocupen; veamos lo que encontraron.
Los aventureros, confundidos, se quedaron en guardia por unos segundos más. Luego se sintieron ridículos y bajaron su equipo. Kael entregó el libro a Chromie.
- Bien, bien, éste es - dijo ella- ¿lo leyeron? Veamos...
Tauren y Elfo de sangre recibieron una pequeña taza de té del sirviente, quien, segundos después, desapareció de la vista. Kumme iba a preguntar pero se lo pensó mejor, quizás recibiría una respuesta como que había regresado a pasado mañana o alguna otra loquera similar.
- Sí, sí - habló Chromie por fin, cuando cerró el libro - es una historia muy triste; qué destino más horrible, ser corrompido y unirse al Azote. Si podemos, deberíamos intentar cambiar ese destino ¿no lo creen?
La gnoma cerró los ojos y abrió ambas manos sobre el libro, el cuál brilló con una luz blanquecina. Chromie abrió los ojos y tomó el libro entre sus manos, se veía más gordo.
- Los Anuarios de Darrowshire, gracias a mi magia, ha ganado páginas al final, y ahora extiende su historia más allá de la batalla - se lo entregó a su sirviente, quien luego se lo entregó a Kumme, para gran sorpresa de éste último.
- Uno de los pasajes extra habla de otro Redpath, Carlin, que sobrevivió la traición de Joseph.
- Lo conocemos - habló Kael - reside en la Capilla de la Esperanza de la Luz, en las Tierras Plagadas del Este.
- Excelente - dijo Chromie, en ese tono que Kumme aborrecía tanto que significaba que la conversación estaba terminada y que uno debía ir a arriesgar el pellejo otra vez - llévense el libro y hablen con él, estoy segura que lo encontrará... interesante.


!Saludos!

Atte,
El Kushiage

PD. Para los ñoños del wow: Si eres un cazador de nivel alto, ve con Chromie situada en la posada en Andorhal en las Tierras plagadas del Oeste y enciende "Rastrear Dragones". Ella aparecerá en el minimapa.

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lunes, 27 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 5)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Un Historiador Extraño

"A lo largo de mi vida, me he encontrado con muchas personas de las que he tenido la sensación que las conocí antes, pero sólo con Chromie tuve la sensación que la conocería después".
~ Conversaciones con Kumme Pezuña de Plata y Kael Seguidor de Luz, en Orgrimmar.


I

- Dejemos las monturas - dijo Kael, mirando la ciudad a lo lejos - haremos menos ruido si procedemos a pie.
Kumme miró al elfo, sorprendido.
- Kael, Tú haces más ruido al caminar que un goblin con una carreta llena de latas.
- No me refiero a eso - rió éste - aunque gracias por tu comentario; los muertos vivientes sienten la vida a su alrededor, los otros sentidos están de más.
Los aventureros habían llegado a la ciudad en ruinas de Andorhal a la mañana siguiente. Hacía frío y el cielo estaba muy nublado. La ciudad estaba situada en la orilla del río Darrowmere, que tomaba el mismo nombre que el lago en el que desembocaba. Conectando ambas orillas había un enorme puente de piedra blanca. Andorhal, habían escuchado, tenía cerca de una centena de casas, desde su posición se divisaban cuatro torres, una en cada esquina de la ciudad rodeada de pequeñas colinas. En el lado este, rodeados por graneros en ruinas, giraban lentamente las aspas de molinos viejos y destrozados.
El paladín empuñó su escudo y su mazo, el cazador cargó su arma y se la echó a la espalda, sacó sus hachas de mano y las colgó a sus costados.
Los dos aventureros y el tigre recorrieron el puente hasta llegar a las puertas destruidas, abiertas de la ciudad. Continuaron por el camino, a su derecha había una enorme torre de vigilancia de piedra, la parte norte de la misma se había derrumbado, enormes palos y pedazos de escombro yacian alrededor de la torre.
Llegaron a una calle bloqueada por escombros. Del otro lado alcanzaban a ver una enorme construcción que tenía un letrero.
- Posada del Cerdo Sonriente - dijo muy quedo el Elfo - ¿será esa?
- Mira Kael - habló Kumme, apuntando a una esquina del edificio - ese cuarto está iluminado.
- No creo que los muertos vivientes necesiten luz para leer, debe ser ahí.
Kael sintió un pequeño golpecillo en el casco, luego otro y otro más. Momentos después caía una ligera lluvia sobre los aventureros.
- Tienes que estar bromeando - dijo Kumme, malhumorado, mientras se echaba la capucha sobre la cabeza.
El Elfo se acercó a la entrada de la calle. El costado de un enorme edificio se había derrumbado y bloqueaba el paso.
- ¿Podemos brincar los escombros? - preguntó Kael, mirando hacia atrás a su amigo - se ve complicado, pero creo que podríamos... ¿Qué sucede?
Kumme tomó su rifle en las manos.
- Escucho pasos.
- ¿Qué tan...?
- Pasos grandes.
- Oh Luz.
A unos cuarenta metros, emergiendo de un callejón, apareció una gigantesca abominación acompañada de cuatro pequeños esqueletos blanquecinos y uno rojizo que arrastraba una enorme hacha oxidada.
Los esqueletos iban desnudos, sólo pedazos aquí y allá de ropa roída demostraban que alguna vez estuvieron vestidos. La abominación, una criatura de tres metros de alto, parecida a un humano mórbidamente obeso, tenía un agujero en el estómago de donde colgaban tripas y se exponía una variedad de vísceras podridas y algunas costillas. En una mano cargaba un enorme cuchillo de carnicero y en la otra un gancho para carne. Su enorme cuerpo blanco estaba cubierto de crudas puntadas, donde los necromantes del Azote de los Muertos Vivientes habían unido las partes que formaban a la criatura. En el hombro izquierdo habia un tercer brazo, de tamaño normal, que cargaba un cuchillo de carnicero más pequeño. De una enorme boca con dientes chuecos emergió un rugido, y un par de ojos - cada uno de distinto tamaño - se centraron en los aventureros.
- !Carne! - rugió la abominación.
Kumme se hincó sobre una rodilla y metió una mano en su bolsa de municiones, con experta habilidad cargó pólvora y balas en las cámaras adcionales de su rifle, apuntó al grupo y se escucharon tres disparos simultáneos. A lo lejos, el cráneo de un esqueleto estalló en pedazos, otro fue partido a la mitad y del tercero la pelvis estallo en fragmentos.
- !Sil'Dan, ataca! - ordenó el cazador, apuntando al esqueleto blanco más pequeño; el tigre gruñó y se lanzó en carrera hacia su presa.
- ¿Derecha o izquierda Kumme? - gritó Kael, haciéndose escuchar sobre el ruido de la lluvia que arreciaba; de una plegaria encendió su escudo con un aura dorada.
- !Entretenme al grandote! - le contestó el Tauren mientras se ajustaba el arcabús y desenfundaba sus hachas.
- !Hecho! !pero la siguiente ronda va por tu cuenta!
El pequeño esqueleto ya había sido derribado por el tigre, pero el que iba armado y la abominación se acercaban furiosos al cazador.
La abominación recibió un impacto de magia divina que hizo que estallaran algunas vísceras, trastabilló un poco y giró hacia el paladín que extendía su mazo hacia él. Rugió y se abalanzó sobre el Elfo.
Kumme cargó y chocó sus armas contra el esqueleto, rechazando su poderoso golpe. El impacto hizo que tanto el Tauren como el muerto viviente rebotaran hacia atrás. El cazador aprovechó el vuelo que recibió del rechaze para atacar la caja torácica descubierta del esqueleto con su hacha derecha, el golpe acertó pero rebotó en las costillas. Éste era de los resistentes.
El esqueleto tomó nuevamente posición de ataque y Kumme retrocedió, estudiando a su enemigo.
- ¿Cómo vas Kael? - gritó, sin mirar atrás.
Kael recibió un poderoso impacto del cuchillo en el escudo, uno que hizo que le doliera el antebrazo. Se deslizó unos centímetros hacia atrás y extendió el mazo para destrozarle un pedazo del hombro derecho a la abominación, ésta rugió de furia.
- He visto murallas menos resistentes - le contestó el Elfo al tiempo que se arrojaba a un lado para esquivar el enorme gancho de carnicero que se enterró en el suelo; se incorporó de un salto y golpeó con el escudo el rostro del monstruo, el rugido de dolor fue acompañado por un baño de chispas doradas.
Kumme saltó hacia el esqueleto haciendo un corte hacia abajo con ambas hachas, como predijo, el esqueleto sostuvo el mango en alto para bloquear los impactos. El cazador levantó una enorme pierna para conectar una patada al cuerpo del muerto viviente, lo que lo echó hacia atrás; segundos después las mitades del esqueleto caían en extremos opuestos de las banquetas.
Kumme giró para ver que su amigo salía arrojado hacia una casa en ruinas, entró rompiendo un ventanal y se perdió en la negrura del interior.
- !Kael! - rugió el cazador.
Cargó hacia la abominación, ardiendo en furia primitiva, el pelo corporal se enrojeció, sus ojos se inyectaron de sangre y sus músculos se ensancharon.
Los dos chocaron, mano con mano, forcejeando. Kumme sentía que iba a vomitar por el horrible olor del muerto viviente.
De pronto la abominación rugió de dolor y empujó hacia atrás al Tauren. Trepado en su espalda, Sin'Dal arañaba la carne e intentaba romper las costuras del monstruo, fué alcanzado en el lomo por el cuchillo del brazo trasero del animal y se dejó caer, lastimado.
Kumme aprovechó la distracción para abrazar el brazo derecho con el cuchillo de carnicero y con un rugido de furia lo separó del monstruo. Desequilibrado, la abominación trastabilló hacia atrás, pero se recuperó lo suficientemente rápido como para alcanzar al cazador en la espalda con el costado del gancho. Kumme aterrizó de bruces sobre charcos en la calle, su furia se había terminado, sentía algunas costillas rotas.
Se giró en el suelo para darle el frente a la abominación que se acercaba.
Sin'Dal se interpuso entre la abominación y el cazador, saltó hacia el monstruo con un rugido pero fue rechazado fácilmente por la enorme manaza del muerto viviente, aterrizó con un gemido en unas cajas cercanas.
Kumme se intentó incorporar pero una punzada en el costado le quitó el aliento y lo derrumbó. La abominación levantó el pesado gancho y lo dejó caer sobre Kumme, quién cerró los ojos.
El gancho rebotó como si hubiera golpeado una pared de acero, el cazador abrió los ojos para verse rodeado de una esfera de luz muy ténue.
- Ya era maldita hora, Kael - dijo muy quedo, sintiendo sus pulmones en llamas.
La abominación rugió de dolor cuando el escudo del paladín se enterró en su espalda, el Elfo saltó y lo utilizó como escalón para saltar a los hombros. Recibió un machetazo en la espalda, que rebotó en la armadura, mientras que trepaba y colocaba las piernas alrededor del cuello del muerto viviente; agarró firmemente la cabeza del monstruo con las manos.
- !Luz, dame fuerza! - con un rugido creciente, sus manos brillaron de una fuerte luz dorada y un segundo después desintegró el cráneo de la abominación. El gigante, inerte, se desplomó hacia atrás.
Kumme avanzó hacia su amigo, apoyándose en su arcabús como muleta, que yacía a unos centímetros del cuerpo de la abominación.
- ¿Estás bien, Kael? - habló, extendiéndole una mano.
- Creo que me rompí algo - le contestó el paladín, tomandole la mano y levantándose con un gruñido.
- Únete al club - dijo Kumme mientras veía como su tigre se acercaba renqueando a él.
- Cuando lleguemos a algún poblado te compraré el filete más grande que encuentre - dijo el Tauren, hincándose frente a su mascota. El tigre le lamió la cara.
Kael encendió sus manos por unos segundos y las impuso en Kumme, y luego en el tigre.
- Algún día tienes que enseñarme a hacer eso - bromeó el Tauren mientras se palpaba el costado.
- Ayúdame a darle la vuelta por favor - dijo Kael mientras que se colocaba en un costado - todavía tiene mi escudo clavado en la espalda.
Los aventureros le dieron la vuelta al cuerpo y el paladín desencajó el escudo del cuerpo, esparciendo un horrible líquido verdoso por los adoquines.
- Kael... - empezó a decir Kumme.
- Sí, ya sé - contestó el Elfo - es asqueroso, pero no lo puedo dejar ahí...
Por la calle resonó el sonido carnoso que hizo el escudo cuando se desenterró de la espalda del monstruo caído.
- Escucho pasos... - volvió a decir el Cazador.
A su espalda, de algunas casas emergieron una decena de esqueletos, algunos portaban bastones, otros hachas y después al grupo se unieron otros horribles cadáveres.
Los aventureros huyeron por la calle, perseguidos por la horda de muertos vivientes. Llegaron a un callejón cerrado por una muralla de piedra; el terreno había sido irregular durante la construcción de Andorhal, así que los habitantes decidieron adaptar las casas al terreno, por ello de vez en cuando se veían paredes hechas por un cerro cortado.
Kael se puso a cuatro patas con el escudo en la espalda, Kumme lo usó como escalón y saltó hacia la tierra elevada, Sin'Dal lo siguió sin problemas. El cazador le extendió una mano a su amigo quien la tomó y fue jalado justo antes que un hacha de mano se enterrara en los adoquines donde estaban. Kumme y Sin'Dal corrieron por la calle hacia el noroeste donde habían visto la posada. Kael se hincó y azotó el mazo contra el piso, consagrando el área a su alrededor. Los muertos vivientes que comenzaban a escalar aullaron y rugieron, algunos se desintegraron, otros simplemente cayeron sobre sus compañeros. Después Kael se incorporó y corrió siguiendo a su amigo.
- !Ahí está adelante! - rugió Kumme, para hacerse escuchar sobre un relámpago.
Los aventureros entraron a la casona en ruinas por la entrada principal, cruzaron un pequeño pasillo hacia su derecha y entraron al piso de la posada. Sólo encontraron mesas, sillas y vajillas rotas, huesos entelarañados y una que otra rata asustada.
- Creo que nos siguen - dijo Kael, jadeando.
- Vamos al piso superior.
Los tres subieron corriendo por las escaleras y Kael exorcisó a un pequeño esqueleto que se levantó entre las ruinas de un cuarto. Kumme ya se estaba empezando a acostumbrar al nefasto olor de los huesos corruptos calcinados por energía divina.
- Hay una luz en el fondo - dijo Kumme.
Avanzaron por una estancia a la derecha de las escaleras, y, en el cuarto del fondo, vieron un elfo alto sentado en una enorme cama con dosel, en un cuarto perfectamente bien arreglado e iluminado; a su derecha, en un escritorio, trabajaba una pequeña gnoma de pelo blanco acomodado en dos rollos a cada extremo de su cabeza; vestía una túnica blanca con dos franjas negras verticales en los costados, muy elegante, y hombreras que hacían juego con el vestido.
Levantó la cabeza y les esbozó una enorme sonrisa.
- !Ah! - dijo, encantada - Kumme, Kael y tú también Sin'Dal, bienvenidos.
- ¿Señorita Chromie? - preguntó el paladín, quitándose el casco en señal de respeto. Había algo especial sobre este gnomo, un porte excepcional, cierta magnificencia escondida, un poder latente.
- Sí sí, pasen, pasen - dijo haciendo un ademán - ¿de qué periodo vienen?

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

PD. Para los ñoños del wow: Kumme usó "Multi-shot", "The Beast Within" y "Mongoose Strike"; mientras que Kael usó "Exorcism", "Shield of Righteousness", "Avenger's Shield" y "Consecration". Lo que nos dice mucho de el acomodo de sus talentos y de sus niveles.

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viernes, 24 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 4)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

El tío Carlin y la tía Marlene

"Odio llevar noticias. Siempre termino entregando malas noticias a un hombre bueno, o buenas noticias a un hombre malvado."
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon.


I

Kael sintió que sus pulmones se vaciaron de aire cuando fue estrellado violentamente contra la pared de la Capilla. Carlin Redpath era un hombre calvo, sonriente y amable, o por lo menos eso parecía hasta hace unos momentos; el hombre portaba una armadura plateada y los colores de el Amanecer Plateado, el alto hombre calvo que lo sostenía, a pesar de ambos estar usando una armadura completa.
- Escúchame bien maldito Elfo corrupto - le gruñó furioso - si estás diciendo ésto sólo para molestarme juro que te atravesaré como a un jabalí.
Se escuchó un "clic" hecho por el cargador de un enorme arcabús a su espalda. Carlin giró su rostro a la derecha para ver el cañón de Kumme.
- Menos mal que decidí venir a echarte un vistazo ¿Te está molestando este humano, Kael? - preguntó con una sonrisa - baje al elfo y no habrá problemas.
Carlin dudó por un momento y después obedeció con un gruñido.
- Señor Carlin - comenzó Kael, acomodándose el tabardo - vimos a Pamela, tal es cierto, tiene mi palabra. Ella está condenada, vaga como un espíritu en Darrowshire.
- ¿Cómo puedo saber que lo que dicen es cierto? - preguntó el hombre, con un amenaza en la voz.
Kael pensó por un momento.
- Nos mencionó un cuento que usted le contaba, uno sobre conejos y la jalea de moras que tanto le hacía reir.
Pareciara que a Carlin le hubiera caído un rayo. El hombre se tambaleó hacia atrás, le flaquearon las piernas y cayó de rodillas.
- Oh Luz... Oh Luz... !Oh Pamela! - dijo el hombre, dando un furioso puñetazo en el suelo.
Después de unos momentos continuó.
- No es justo ¿Por qué debe tu espíritu sufrir en este mundo? ¿Por qué pereciste, mientras que la fortuna me mantiene vivo?
Kael extendió una mano al hombre.
- En un instante - dijo Carlin entre sollozos - cambiaría nuestros destinos de ser posible.
Tomó la mano de Kael y se incorporó. Kumme se echó el arcabus al hombro.
- No sé si agradecerles o maldecirles, extraños - continuó Carlin - pero saber es mejor que dudar.
- Señor Carlin - habló Kael, mirando a su compañero - tenemos noticias que llevar a su sobrina Jessica en Winterspring, ¿hay manera de conseguir pasaje en la caravana de regreso?
El hombre se enjugó las lágrimas con sus grandes manos enguantadas. Después de un rato habló.
- Sí, hablaré con el capataz. Ella debe saber. Pero yo no tengo valor para verla a los ojos después de lo que sucedió.
- ¿Qué sucedió en Darrowshire, señor Carlin? - preguntó Kumme.
- !Fue una masacre, eso es lo que sucedió! - aulló el hombre - Yo... yo no quiero recordarlo.
- Gracias por su tiempo señor Carlin - dijo Kael, y se dio la vuelta para alejarse con su amigo.
- !Esperen! - gritó el hombre. Ambos aventureros se detuvieron y lo miraron.
- Gracias... por decirme - dijo, bajando la cabeza - mi tarea de venganza aquí se refuerza con sus noticias.
El hombre caminó y colocó en sus manos una pequeña moneda en la forma de un destello.
- Que el Amanecer esté con ustedes.


II

- ¿Seguro que ésta era la casa, Kael? - preguntó Kumme, mientras preparaba el Arcabus.
- Creo que sí - habló el Elfo, mirando a su alrededor - Vamos.
Los aventureros penetraron la casa en Colina de la Tristeza, ya habían pasado tres días desde que se encontraron con Pamela en Darrowshire.
- ¿Tienes más de ese pan dulce que te dio tu hermano? - preguntó Kael.
- No, pero apuesto a que esos mendigos en Everlook sí - contestó el Tauren con una sonrisa.
El paladín suspiró.
- Mata un kodo y ya te llaman "el mata kodos".
- Adelante pues, mata kodos, muestra el camino.
Elfo y Tauren entraron a la casa. Casi anochecía, a pesar de las groserías e insistencias del capataz se separaron de la caravana mientras que se dirigía de regreso al Punto de VientoGélido, argumentando haber dejado algo olvidado en la derrumbada ciudad.
Kael entró a la casa, seguido por su amigo. El tigre Sin'Dal se quedó detrás con las monturas.
Subieron al segundo piso, donde el Elfo se había encontrado con el espectro de Marlene Redpath. El paladín avanzó hasta el centro de la habitación y esperó.
Pasados unos momentos, Kumme se atrevió a hablar.
- ¿La sientes? - preguntó con un susurro.
- Sí - contestó el otro, también con un susurro.
- ¿Dónde está?
- Detrás de tí.
Kumme se giró para encontrarse frente a frente con el espectro de la mujer. Se lanzó hacia atrás pero tropezó con una mesita de noche y azotó de espaldas sobre un roído sofá, destruyéndolo en el proceso. El espectro flotaba y emitía una ligera luz, casi imperceptible en el día que agonizaba.
- Tiene la mala costumbre de hacer eso - dijo Kael mientras se acercaba a la forma de Marlene- traemos noticias de Pamela.
El espectro, de estar muy difuminado, se solidificó, casi pareciera que estuvieras viendo a una mujer transparente.
- ¿Pamela? - habló la mujer, con una voz cargada de dolor, pero mucho más clara que la primera vez - ¿cómo está? ¿Está viva?
Kael sacudió la cabeza lentamente. Le explicó todo lo que habían vivido los pasados días.
- !Oh no! - exclamó el espectro, llevándose las manos a la boca - !Pobre Pamela! Era tan joven, y era una niña tan risueña...
- ¿Por qué puedes hablar mejor? - preguntó Kael. Detrás de el Elfo, Kumme se incorporaba cautelosamente.
- Los fantasmas que destruyeron... ayudó a levantar la neblina - dijo, dubitativa - sigue ahí, gana fuerza otra vez, pero por lo pronto podemos pensar.
El espectro se difuminó un poco.
- Ella no sabe lo que le sucedió a su padre, ¿verdad? ¿A mi hermano, Joseph? - el espectro dudó por otro momento, mordiendo su labio inferior - no, claro que no. No podría entender lo que le sucedió a Joseph, e incluso si lo entendiera yo no tengo el corazón para decírselo.
- ¿Qué sucedió con su hermano? - preguntó Kumme, ya repuesto de la sorpresa.
- Desearía que Joseph pudiera estar con su hija de nuevo, pero no puede ser. Su alma fue torcida por el Azote de los Muertos Vivientes, y se transformó en un monstruo. !Oh Luz, está perdido!
- Se puede redimir, si él lo desea - habló Kael.
- No, pero quizás podemos cambiar su destino - completó Marlene - quizás podamos.
- ¿Cómo? - preguntó Kumme.
- Busquen afuera en las tumbas - dijo la mujer extendiendo un brazo y apuntando a la ventana - busquen la lápida de Joseph Redpath. Su cuerpo no está ahí, pues fue aplastado y destruido hace años, pero debajo de la lápida está su anillo de bodas. Lleven el anillo a Chromie... ella es un gnomo extraño con poderes extraños.
- Chromie - repitió el Cazador.
- ¿Y dónde podemos encontrar a esta Chromie, Marlene? - preguntó Kael.
- En las ruinas de Andorhal, en la posada en ruinas en la esquina nor-oeste de la ciudad - contestó el espectro.
Los aventureros se miraron entre sí, luego miraron a Marlene.
- ¿En la maldita ciudad infestada de muertos vivientes? - preguntó Kumme
- ¿Cómo diantres vive un gnomo ahí? - preguntó Kael, al mismo tiempo que su amigo.
El espectro se difuminó poco a poco.
- Búsquenla... - habló con una voz cada vez más distante - en la posada... ella puede ser la única que puede ayudarnos...
Y desapareció.
Kumme y Kael se quedaron en la obscuridad, sorprendidos, parpadeando para acostumbrarse a la falta de luz.
- Hablar con espíritus, pelear con otros, profanar tumbas y penetrar ciudades infestadas de malditos muertos vivientes para hablar con gnomos chiflados - dijo Kumme - todo esto por tres miserables piezas de oro que regalaste a indigentes.
- Espero que tus chistes de mal gusto sea lo único que tengamos que sobrellevar para salvar el alma de esa niña - habló Kael, encendiendo una luz tenue con su mazo.
- Sí... - contestó el cazador - yo también.


!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Sí, en el quest original yo tampoco entendí cómo carajos sabía la mujer de la existencia de Chromie, y espérense a que sepan qué es :o

PD. Lo sobreactuado de los diálogos de Carlin es porque en por mi insistencia en meter los diálogos escritos en los textos de los quests de wow. En verdad habla así.

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jueves, 23 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 3)

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

Descubriendo el Pasado

"En las guerras los héroes luchan y mueren, los villanos luchan y mueren; los inocentes sólo sufren y mueren."
~ Extracto del diario del Cazador Kumme Pezuña de Plata.


I

- ¿Eso es Darrowshire? - preguntó Kael a su amigo, que analizaba un mapa de las Tierras Plagadas.
El Tauren enrolló el mapa y lo guardó en su mochila.
- Lo que queda de él, sí - dijo con un suspiro.
- Por la Luz... la hicieron pedazos.
Ambos aventureros estaban parados en el camino que llevaba a una villa en ruinas, casas derribadas, cenizas, huesos y objetos rotos yacían por toda el área; una treintena de casas destartaladas que luchaban contra el tiempo y la intemperie a los pies de una colina era todo lo que quedaba de la antes hermosa villa; árboles secos, muertos, terminaban el lúgubre paisaje. Se habían separado de la caravana justo al entrar a las Tierras Plagadas del Este, no sin antes haber tomado un mapa que los guiaría hasta la Capilla de la Esperanza de la Luz.
Kumme y Kael caminaron lentamente sobre sus monturas siguiendo el camino de piedra. Las vallas estaban destrozadas, pilas de huesos y cráneos detenían horribles estandartes púrpura; estos estandartes poseían un cráneo en el centro y una pareja de mazos y espadas entrecruzadas, todo cubierto de una capa de hielo: el estandarte del Azote de los Muertos Vivientes.
- Estas son tierras malditas Kael - habló Kumme mientras miraba a Sin'Dal, tenso como un arco - ¿deberíamos estar aquí?
- Algo me dice que sí, viejo amigo - respondió el Elfo - separémonos.
Kumme y Kael bajaron de sus monturas, alistaron sus armas y entraron en la derruida villa.
Comenzaron a revisar casa por casa. Kumme entró a una vieja casona, varias arañas huyeron cuando el Tauren se paró en la sala, en el fondo de la construcción. Ahí una vieja muñeca empolvada yacía sobre una mesita, alrededor de lo que parecían fragmentos de un pequeño juego de té. Era de tela marrón, con cruces en los ojos hechos con burdas puntadas. La iba a tocar pero sintió un jalón en su capa, giró para ver a su mascota que lo detenía.
- ¿Qué pasa muchacho? - dijo mientras que se hincaba ante el tigre - ¿qué ven tus ojos de bestia?
El cazador se concentró un momento, llamando al vínculo que tenía con su fiel compañero, y después de unos minutos se veía a sí mismo hincado, con los ojos cerrados, desde abajo.
- Muéstrame... - susurró.
Sin' Dal se sentó y miró a su alrededor. Kumme observó una densa neblina blanquecina que los rodeaba, una nube sobrenatural que él no podía ver. Podía jurar que veía rostros delinearse y desaparecer a lo lejos, y escuchaba susurros, gritos, choques de espadas; el rugir lejano de una batalla.
- ¿Qué fue lo que sucedió aquí? - se preguntó el Cazador.
Sus pensamientos se interrumpieron por un grito lejano.
Kumme regresó de un golpe a su cuerpo, el impacto dejándolo aturdido por unos momentos. Se incorporó y desenfundó sus hachas de mano, corrió hacia afuera.
- !Kael! - rugió - ¿!Kael, dónde estás Elfo idiota!?
Corrió hacia la fuente de los gritos, una casita en la colina a las afueras de la villa. Entró rompiendo lo que quedaba de la destrozada puerta.
- Kael ¿estás bie...? - Empezó Kumme, pero calló.
- Por la madre Tierra... - murmuró después de un momento.
Su amigo estaba sentado en una vieja silla, mazo y escudo en el suelo, con el rostro entre las manos. Enfrente de ellos, el espectro perfectamente visible de una pequeña niña de tierno rostro, como de unos seis años, con un vestido blanco, pelo rubio y colitas con listón rojo miró al Tauren.
- !Hola señor! - dijo la niñita - mi nombre es Pamela ¿eres su amigo? ¿Por qué está llorando?


II

Pamela Redpath estaba sentada en la mesa, balanceando sus piernas, canturreando para sí, arreglándose sus colitas. En la esquina del cuarto Kumme y Kael deliberaban.
- ¿Estás bien, Kael? - preguntó el enorme Kumme, quien tenía que agachar la cabeza para no golpearse en el techo.
- Lo estaré - respondió aquél, mirando el suelo - perdona, me llevó a la muerte de mi familia, hace ya tanto tiempo...
- No fue tu culpa lo que sucedió en Silvermoon, Kael.
- No - se lamentó - pero si hubiera sabido lo que sé ahora, mi hijo y mi esposa aún estarían entre nosotros.
Ambos guardaron silencio, sólo escuchando el canturreo de la niña. Fue Kumme quien habló primero.
- No lo sabe, ¿verdad?
- Parece que no. Ella no entiende por qué no puede sentir calor, o por qué ya no tiene hambre, o por qué ha estado sola tanto tiempo.
- Por la Gran Madre Tierra ¿qué sucedió aquí Kael?
- ¿Dices que viste rostros en la neblina? - preguntó el Elfo, quitándose el casco y dejando caer su largo cabello negro.
- Si, a través de los ojos de Sin'Dal - contestó Kumme - Este lugar está maldito.
- No tiene sentido - empezó el Elfo mientras se frotaba la cabeza - ¿por qué una niña? Los espectros son seres que cometieron alguna fechoría en vida y por ello están errantes penando en un lugar, ¿no?
- Eso nos contaba Delmarre - asintió el Tauren - pero si... ¿qué sucede Pamela?
La niña estaba parada a un lado de ellos.
- Disculpe señor - preguntó la niña - ¿ha visto a mi muñeca?
- ¿Perdón? - dijo Kael, confundido.
- Mi muñeca, es grande y bonita y pachoncita - continuó la niña sonriente, mientras hacía un ademán de abrazar algo - mi tía Marlene me dijo que me quedara aquí en la casa porque mi papi tenía que ir y pelear !mi papi es el hombre más valiente de todo el mundo!
La niña bajó la cabeza, moviendo su pie en círculos.
- Pero ya he estado aquí por mucho tiempo, y no ha regresado por mí.
Les hizo un ademán para que se acercaran, ellos se agacharon para tener más cerca al espectro, ella susurró:
- A veces vienen personas malas y me susurran, y quiero que mi papi haga que se vayan, pero no está aquí.
Los amigos se miraron entre sí.
- A veces cuando anochece, quiero jugar con mi muñeca pero no puedo porque la dejé en el pueblo - continuó la niña - ¿podrían ayudarme a encontrar mi muñeca por favor?
Kael y Kumme se incorporaron.
- Está bien Pamela - dijo el Tauren - creo que ya sé dónde está tu muñeca.
- ¿En serio? - preguntó la niña, con el rostro iluminado.
- Sí, espera aquí - terminó el Cazador, y emergió de la casa. Kael tomó su mazo y su escudo y salió siguiendo a su amigo.
- Cuida la casa Sin'Dal - dijo Kumme a su mascota.
Los aventureros cruzaron el pueblo hasta la casa donde Kumme había encontrado la muñeca. Entró a la casa, se pasó hasta la sala del fondo y empezó a remover muebles.
- ¿Qué estamos haciendo aquí, gran toro? - preguntó Kael entre toses por el polvo que levantaba su amigo.
- Busco la muñeca de la niña - contestó Kumme, parado en el centro de la habitación, buscando en el suelo - estoy seguro que la ví por aquí... ah mira, aquí está.
El Tauren tomó la muñeca de trapo y la examinó, luego giró hacia su amigo.
- Creo que es ést... - el Tauren se congeló a media frase, soltó la muñeca y desenfundó sus hachas casi instantáneamente.
Kael dio la media vuelta encendiendo su escudo con energía divina, el metal del escudo con el emblema de Silvermoon brilló en una luz amarillenta. Kael vio, a su alrededor, una veintena de espectros de hombres y mujeres que los miraban, todos con expresión triste y ofendida. Estaban a unos diez pasos, todos en el comedor contiguo. Atrás del ejército, la destartalada puerta principal se cerró.
- Oh Luz...
Los espectros lo miraron.
- ¿Luz? - dijo uno, con una voz que destilaba dolor - !La Luz nos olvidó!
- ¿Por qué están aquí? - preguntó otro.
- !Molestan a los fantasmas del pasado! - terció otro.
- !Mueran, invasaaaagh!
Este último había saltado hacia Kael, y se difuminó en un brillo dorado causado por el hechizo de exorcismo arrojado por el Elfo.
- !Asesinos! - dijo otro espectro.
Kael se hincó y golpeó su mazo contra el suelo, de él emergió una nube dorada que se esparció sobre el cuarto, dejando un brillo y pequeñas chispas doradas por donde pasaba. El efecto alcanzó a los espectros de la primera hilera, los cuales chirriaron de dolor. El resto retrocedió.
- ¿Ideas, Kumme? - preguntó el Elfo cuando se incorporó - El suelo consagrado sólo durará unos segundos.
El Tauren arrojó unas granadas de Thorium desactivadas a los pies de los espectros. Kael suspiró, descorazonado.
- ¿Esa es tu solución a todo, verdad? - preguntó.
- Eso y esperar que la madera esté lo suficientemente podrida.
De un rápido movimiento agarró la muñeca y a Kael por el cuello de su armadura y tomó impulso hacia la pared roída. Los dos héroes aterrizaron sobre el pasto seco, Kumme se hincó de un salto y apuntó con su arcabús a la granada más cercana. Una bola de fuego consumió al cuarto, a los espectros y la onda de choque resultante arrojó al Tauren unos pies hacia atrás.
Kael se incorporó tosiendo. Encendió nuevamente su escudo y giró hacia el agujero de la pared. Nada emergió.
El paladín enfundó su mazo y se colgó el escudo en la espalda, caminó hacia su amigo.
- El Maestro Ingeniero Goblin estaría orgulloso - dijo, extendiéndole una mano.
- Sí, es una lástima que se haya dinamitado tan joven - rió el Tauren, incorporándose - Regresemos con Pamela, esto se pone interesante.


III

- !Muñequita! - gritó Pamela cuando vio su muñeca - !La encontraron! !Gracias!
Kumme le había pedido que cerrara los ojos y que no los abriera hasta que él lo indicara.
- Tú mantendrás las sombras alejadas hasta que llegue papi, ¿verdad? - terminó la niñita mientras que la ponía en la puerta.
Kumme y Kael sintieron una punzada en el corazón.
El espectro giró y les dijo, con su carita sonriente:
- No sé cuándo regrese mi papi, pero a lo mejor mi tía Marlene sabe dónde está. Ella vive en una colina al sur de Andorhal - se llevó una mano a la barbilla, pensativa - o por lo menos ella me dijo que era una colina... Pero bueno, ustedes son mis nuevos amigos ¿podrían ir a preguntarle qué pasó con mi papi por favor?
Kael se arrodilló enfrente de la niña.
- Claro Pamela, iremos a preguntarle.
- !Gracias! - dijo la niñita aplaudiendo - les prepararé una taza de té para cuando regresen, lo prometo.

Kumme y Kael emergieron de la casa.
- ¿Tía Marlene? ¿Qué no es acaso la mujer que se te apareció en la Colina de la Tristeza?
- Sí mi amigo, y tenemos que ir de regreso a ese maldito lugar. Pero primero vayamos a la Capilla de la Esperanza de la Luz, tu hermano necesita escuchar noticias de casa.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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miércoles, 22 de julio de 2009

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire (Parte 2)

Continuamos con las crónicas de Azeroth y la Batalla de Darrowshire, les recomiendo que lean la entrada anterior para que le agarren completo el rollo.

Las Crónicas de Azeroth: La Batalla de Darrowshire

La Pequeña Pamela

"¿Puede un alma trascender el tiempo y el espacio? ¿Puede la Luz darle voz? ¿Puede le deseo de la vida vencer a la muerte?"
~ Conversaciones con Kael Seguidor de Luz, en Silvermoon.

I

- ¿Te queda algo de carne seca, Kumme? - preguntó el Elfo mientras rebuscaba en su bolsa vacía.
- No, pero apuesto a que a los mendigos en Everlook sí - dijo burlón el gran Tauren.
Kael miró a su amigo con una mueca, hacia arriba, por supuesto, pues montaba sobre su enorme Kodo "Daisy", un animal enorme parecido a un rinoceronte, gris con café, de enormes patas como de elefante y una mirada determinada. Sólo uno de estos animales puede cargar a un Tauren. Kael viajaba sobre su caballo de guerra, un espíritu liberado durante su última prueba como Caballero de Sangre de Silvermoon; el animal poseía una barda roja con bronce, con flanqueras de color rojo sangre. Un ligero brillo rojizo rodeaba al animal, sus ojos negros como la noche sin luna, no tenían emoción.
Kumme le arrojó un pedazo de carne a su amigo y se echó hacia atrás en su silla de montura, para descansar mientras esperaban al grupo.
La caravana había llegado al Punto de VientoGélido, un pequeño campamento controlado por la Alianza localizado en las Tierras Plagadas del Este, al sur de la ciudad perdida de Andorhal. Fue en ésta ciudad donde Arthas resistió el sitio del Azote de los Muertos Vivientes hasta que fue liberado por refuerzos de Lordaeron, hace años. A pesar que el Amanecer Plateado no tenía inconveniente en aceptar miembros de la Horda o de la Alianza entre sus filas, era mucho mejor permanecer fuera de los campamentos que controlaba la otra facción. Kumme y Kael observaban desde lo lejos.
- Este lugar me da escalofríos - dijo por fin el Tauren, rompiendo el silencio.
Y vaya que había silencio, en las Tierras Plagadas se siente el frío y el silencio de la muerte, se siente el dolor de los condenados. El cielo es gris, hay una tenue neblina verde-grisácea siempre presente y huele como a podrido. Los árboles tienen asquerosas protuberancias, como si fueran horribles tumores, en los troncos. Las ardillas y cervatillos que alcanzas a divisar están cubiertas de pústulas y sus ojos están nublados, blanquecinos, ojos que ven sin ver. El pasto seco, muerto, tenía un color cenizo; claramente la vida había decidido irse a otro lugar y dejar todo como estaba, una concha de su existencia previa.
- Así se veía Silvermoon cuando atacó Arthas y corrompió el Pozo del Sol, fuente de toda nuestra magia; de no haber sido por...
Sin 'Dal dejó escapar un gruñido de alerta a un tímido hombre en armadura plateada que se acercaba.
- !Quieto Sin! - Gritó Kumme con una voz firme, el tigre dejó de gruñir y comenzó a rodear al hombre - ¿Sí Mikahelus?
- L... los víveres ya fueron descargados señores - empezó, nervioso por el tigre que le rodeaba por la espalda - partimos inmediatamente.
- !Pero caerá la noche a medio camino! - contestó el Cazador.
- Pasaremos la noche en la plaza de la ciudad abandonada de Colina de la Tristeza, al este. Según reportes no se ha presentado actividad de no-muertos desde hace semanas.
- ¿Es esa una buena decisión, Mikahelus? - preguntó Kael.
- La Luz está con nosotros, Caballero de Sangre - dijo agregando desprecio al título - es preferible pasar la noche en las Tierras Plagadas del Oeste que cerca de Stratholme.
Kael pensó por unos momentos. La legendaria ciudad maldita de Stratholme. Fue ahí donde Arthas disolvió la Orden de paladines de La Mano Plateada y desterró a su amigo y mentor Uther El-Que-Nos-Trae-La-Luz por no querer ayudarle a masacrar a los habitantes. Ciertamente ellos ya estaban perdidos por haber sido infectados por la plaga, pero se rumora que las atrocidades cometidas en esa ciudad fue lo que empezó a lanzar a la perdición el alma del joven príncipe; desde entonces las más obscuras criaturas habitan sus calles en llamas.
El elfo miró a su amigo y suspiró.
- Tiene razón - dijo, entre los gruñidos de Sin'Dal.


II

- !Haremos campamento aquí! - gritó el capataz de la expedición. Un enano ancho y fuerte de larga barba rojiza, enorme nariz, aliento a cerveza y un genio de los mil demonios. También era capaz de escupir una serie de groserías que haría que un Orco se ruborizara, pero Kumme y Kael habían llegado a la conclusión que era parte del currículum para ser un capataz de caravanas.
Las tres carretas cargadas de víveres y sus escoltas se detuvieron en la fuente de la plaza principal. Colina de la Tristeza había sido una de las primeras villas en caer al Azote de los Muertos Vivientes y el pésimo estado de sus construcciones lo confirmaba.
En la plaza redonda había cuatro casonas de dos pisos que rodeaban el lugar formando una equis con los caminos. Una vez preparadas fogatas alrededor del campamento y que las tiendas habían sido levantadas, se asignó la guardia. Como siempre, Kumme y Kael tomaron la primera. Dos horas habían pasado desde que la mayoría del campamento se había dormido, y los dos amigos estaban sentados alrededor de una fogata, echando pedazos de madera muerta para alimentarla.
- Éste es un excelente lugar para una emboscada - dijo el Tauren mientras que acariciaba a Sin'Dal en el lomo.
- Para tí todos los lugares son excelentes para una emboscada - le dijo su amigo con una risa en la voz.
- Ahí está la diferencia entre el buen cazador y el excelente cazador mi amigo - continuó el Tauren mientras ahora pasaba a acariciar la barriga del enorme tigre - el buen cazador persigue, pero el excelente cazador espera.
- ¿Acaso no hay fin para la sabiduría del gran Kumme?
- No puedes culparme por querer que algo se te embarre por casualidad.
Ambos compañeros rieron y continuaron observando el fuego en silencio. Después de un rato, Kael se dio cuenta que su amigo había caído dormido y él y su tigre roncaban uno a un lado del otro. Kael echó una cobija sobre su amigo y se sentó a continuar alimentando el fuego, perdido en sus pensamientos.
Por el rabillo de su ojo, a la derecha, observó movimiento dentro de una de las casas, en la ventana.
- !Kumme, Kumme! - dijo, tomando su mazo y su escudo que tenía cerca - !Creo que hay algo allá arriba!
El Tauren se revolvió incómodo, murmurando en voz baja. Kael se acercó a él y lo sacudió, intentando despertarlo con unas cachecatas en sus enormes mejillas, no funcionó. Sin embargo el tigre, Sin'Dal, ya se estaba incorporando, alerta.
Kael miró hacia su armadura negra con rojo sangre en el suelo y contempló el colocársela, pero volvió a ver el destello por la ventana.
- Quédate aquí y cuida a Kumme, Sin - le dijo al tigre haciendo el mismo ademán que usaba el cazador para indicarle que estuviera en guardia.
Tomó su mazo y su escudo, haciendo una pequeña plegaria su mazo se iluminó con magia divina y avanzó hacia la casa.
El paladín entró a la vieja casona, sólo iluminando con la tenue luz blanca que emergía de su mazo. Entró en el destartalado comedor, sillas y mesas viejas destrozadas cubiertas de una capa de polvo lo recibieron. A la derecha tenía un pequeño recibidor y una escalera, también cubierta de polvo. Se concentró por unos momentos y se enfocó en detectar muertos vivientes a su alrededor. Nada. Avanzó unos pasos más y miró hacia arriba, un candelabro pendía del techo, lleno de telarañas. Continuó avanzando hasta que llegó a las escaleras y las pisó con un pie precavido, subió hasta la estancia donde terminaba la escalera, que crujió dolorosamente bajo su peso.
Se concentró en sentir muertos vivientes nuevamente, y sintió una pequeña presencia cerca de él, para ser precisos, a su espalda.
Giró para encontrarse frente a frente con una mujer incorpórea, blanca y translúcida con una mirada seria y triste. Kael lanzó una exclamación de sorpresa y se fue de espaldas, tropezándose con una vieja mesita y cayendo estruendosamente.
Se incorporó rápidamente y cargó su mazo de energía divina, iba a exorcizar al espectro pero se detuvo; ella tenía un aire familiar.
- ¿Jessica? - dijo Kael muy quedo - ¿Jessica Redpath?
El espectro se difuminó por un momento, pero luego cobró nitidez y se acercó, habló con una voz que se sentía como agujas clavadas en el corazón.
- M... Marlene - habló el espíritu.
- Marlene... ¿Redpath? - preguntó Kael bajando su escudo ligeramente.
El espectro asintió. La mujer vestía ropa blanca, con mangas naranjas y un cinturón de tela negra. Su pelo, rubio como el de Jessica, volaba a sus espaldas. Su rostro, tan similar también, se veía cansado, preocupado, angustiado.
- ¿Qué es lo que quieres? - continuó el paladín.
- P... Pamela - balbuceó el espectro.
- ¿Pamela Redpath? ¿Qué fue de ella?
- Muchos de los nuestros murieron... Muchos murieron, o peor, en la batalla de Darrowshire - el espectro se difuminó por unos instantes - La escondí, a mi sobrina, en una casa... En Darrowshire... Búscala...
El espectro comenzó a desvanecerse.
- !Espera! - gritó Kael extendiendo una mano hacia ella.
- Hay muchos... - continuó el espectro mientras se difuminaba totalmente - Ayúdalos...
Kael quedó sólo en el cuarto, su corazón latiendo rápidamente, su mazo se apagó en sus manos.
- Por la Luz - se preguntó a sí mismo en la obscuridad - ¿qué sucedió en ese lugar?


!Saludos!
Atte,
El Kushiage

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