jueves, 27 de diciembre de 2012

De Brochetas y Pasteles de Frutas

"La Realidad es como un pastel de frutas: lo suficientemente bonito por fuera pero con muchas cosas horribles que yacen debajo de la superficie"
~ A. Lee Martinez, en su novela "Gil's All Fright Diner"


En el inicio sólo había obscuridad... y un pastel de frutas.

Los pasteles de frutas, para aquellos suertudos no-iniciados, son panes hechos de grava, fruta seca, una aridez comparada a la del desierto de Sonora y un horrible sabor amargo. Son un postre navideño por excelencia y tengo la desgracia cada año mis suegros llegan con la abominable cajita blanca con rojo de regalo para la casa.

Año tras año se hace el intento de comerlo, y año tras año se queda el 95% del pan para guardarse en el congelador; aunque bien podría guardarse en una caja de zapatos al fondo del armario y no le pasaría nada. Hay quienes dicen que estos horribles panes son salvables con brandy ¿pero quién carajos tiene el corazón para desperdiciar buen licor echándoselo a esta porquería*?

*Le tengo rencor al pastel de frutas en la casa de mis suegros porque se tomó la mitad de mi botella de ron especiado Kraken, el muy bastardo.

Verán, tengo la teoría que en algún momento de la humanidad un pastelero se encontró la receta en un fragmento del Necronomicon y, enloquecido por la revelación, se puso a producir pasteles de frutas hasta que murió de exhausto o los locales lo quemaron en una fogata como castigo. Los pueblerinos entonces se repartieron sus abominaciones de repostería para guardarlas en sus alacenas y regalarlas en el equivalente de sus fiestas navideñas con el fin de "nunca olvidar". Asumo que fueron introducidos al mundo por algún imbécil turista.

¿Dónde está tu dios ahora, mortal?

Por consiguiente, los pasteles de frutas son finitos. Son artefactos de una época de la humanidad que sería bueno que redujéramos a susurros en las escuelas de chefs más teóricas y liberales. Opino que existe una cantidad limitada de estos monstruosos panecillos y se reciclan entre los seres humanos al regalárnoslos los unos a los otros. Las malditas cosas son indestructibles de todas maneras, así que no hay problema en esperar un año y regalárselo a la siguiente familia para que ellos a su vez lo terminen regalando más adelante.

Calculo que el que nos dieron este año tiene ciento cincuenta y cinco años, si le puedo creer a la prueba de carbono 14.

En respuesta al "!pero ni siquiera lo has probado!" de los dos o tres lectores que se convencieron a sí mismos que les gusta, de la misma manera que uno se convence que realmente necesita otros tres pares de zapatos amarillos: Sí, lo probé - en secreto, por supuesto - y sí, me arrepiento.

El sabor es horrible; sabe a las frutas secas nacidas de una orgía que claramente se debió hacer con protección; el pan es duro, demasiado dulce, demasiado seco y, se los juro, sabe un poco a rancio; es como aquella triste concha que se te olvidó en tu panera por un mes y temeroso le das una mordida para comprobar que sigue buena.

A éste infeliz pastel lo tienen alimentando con alcohol** por dos semanas y aún así sigue seco. Asumo que el líquido es para regenerarse los pedazos cortados de la misma manera que lo haría una estrella de mar, pero lo más gracioso es ver los rostros de los que lo piden de postre: el que lo compró no puede creer que sepa tan malo pero no puede poner cara de fuchi porque él lo trajo, los que lo están gorroneando no pueden poner cara de fuchi pues !porque lo están gorroneando! Por lo que es agradable estar sentado ahí, en medio de todos, mirándolos masticar incómodos y mirándote con coraje porque fuiste el único inteligente para no tragar esa porquería.

**Y probablemente sangre de pequeños animales sin que me de cuenta. Noto que hay menos ardillas alrededor de la casa cada navidad.

Creo que es el "efecto festivo" de la navidad lo que provoca que se nos olvide que no nos gusta, que éste es el Mum-rah de los pasteles, que no te gustó el del año pasado y muy probablemente no te va a gustar éste tampoco, porque todos los pasteles de frutas salieron del mismo horno hace muchos muchos años en Europa del Este,  Todo mundo sabe que se hizo para regalarse.

O para detener puertas.

O camiones.

!Saludos!
Atte,
El Kushiage
~ Creo que escucho susurros de Sh'boleth en mi cabeza cuando estoy cerca de él. Dice que quiere más Kraken.

PD. Tengo entendido que el dueño de la compañía que hace estas abominaciones está efermo y no quiere compartir la receta; supongo que su deseo es que la maldición termine con él.

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