lunes, 21 de diciembre de 2009

Diario de una Brocheta (en Erie): Día 15

"No hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar"
~ El Mago de Oz

Este último episodio de mi viaje es escrito desde un aeropuerto, sentado en las incómodas banquitas hechas para todo tipo de cuerpos pero que ninguno se siente cómodo en ellas.
Los viajes de negocios ráfaga son cansados y especialmente estresantes. El problema es la manera en la que tu vida se pausa, todas las cosas que tengo que hacer se aplazaron gratuitamente dos semanas, eso siempre estresa y preocupa.

No les voy a mentir, me paré una chinga. Como habrán estado leyendo se hizo la liberación más grande en dos años y se nota, todo se fue al carajo tan rápido que hizo que giraran nuestras cabezas; salir tarde de la oficina para llegar a trabajar a la casa y el hecho que las tiendas cerraran muy temprano (para estándares de una ciudad) hizo difícil el ir a comprar cosas para mi familia; pero eso no me detuvo para que se me acabaran los viáticos, carajo !que cara es la vida ahí! (¿4.5 dólares por 3 pinches pimientos morrones? ¿Es en serio?).

Y otra cosa, la comida gringa es VENENO para alguien sin vesícula; jamás pensé que diría esto pero !extraño el all bran! (por cierto, como comentario a las personas que me han contactado que también necesitan consumirlo, hay una barras de fibra de all-bran nuevas rellenas de fresa, están sabrosas, pruébenlas).

Pero eso sí, la gente toda muy amable (clásico de pueblos y ciudades pequeñas) !un abrazo a absolutamente todos por allá, se portaron geniales!

Excepto el mamoncete insufrible que me golpeó con una bola de nieve, supongo que era obligatorio.

El viaje de regreso estuvo lleno de turbulencias, siempre preocupante cuando tienes una voz en tu interior gritándote que estás en una lata de metal a pinchemil metros de altura en las manos de un perfecto desconocido; pero tocamos suelo en GDL según previsto. Bendito sea Dios, estoy de regreso. Me recibieron con abrazos, una pizza de queso y el café de mi hermana que podría limpiar cañerías. La vida es buena.

También me enteré que la brochetita, con su corazón de oro acostumbrado, se encontró por casualidad una pequeña gatita hecha ovillo en una jardinera en la calle afuera de plaza del Sol. La pobre gatita gris de ojos verdes estaba muy arisca y casi muerta de hambre, me da gusto reportar que ahorita se encuentra en buen estado y recuperándose, chiquada como ella sola la condenada.

Creo que ya tenemos mascota.

!Saludos!
El Kushiage
~ Ders no plais laik joum

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